Rancho Las Voces: Poesía / Entrevista a Dolores Castro por Consuelo Saenz
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domingo, noviembre 01, 2015

Poesía / Entrevista a Dolores Castro por Consuelo Saenz

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La gran poeta mexicana en su juventud. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de octubre de 2015. (RanchoNEWS).- Dolores Castro Varela (Aguascalientes, 1923) escribe sobre lo vivido y la contemplación como una forma de entender el mundo. Lo ha dicho en anteriores entrevistas: la poesía es la capacidad de conocer más a través de los sentidos educados para la sensibilidad, es entender mejor quiénes somos y a dónde vamos, es capacidad también de gozo al leerla o al escribirla. La literatura debe comunicar algo, algo de lo más secreto de cada quién, de lo que más valor tiene para una persona.

En su biografía es común leer que Rosario Castellanos fue su mejor amiga, que Miguel Hernández fue una influencia importante para su obra. Que existen dos premios literarios en su honor, que perteneció al grupo de los «Ocho Poetas Mexicanos» del cual formó parte Efrén Hernández, entre otros.

Casó con Javier Peñalosa a la edad de 30 años. Porque, a esa edad, ya se encontraba dispuesta a experimentar otros aspectos de la vida. Tuvo siete hijos y cuando le preguntan las razones, responde: «Porque yo quise».

Confieso la curiosidad por escuchar testimonios de quienes hoy tienen el privilegio de ver su carrera literaria despegar porque son buenos en lo que hacen. Porque llevan el llamado con honestidad, constancia y preparación. Yo sabía que mi amiga, la escritora y poeta Angélica Santa Olaya había sido su discípula. Le pedí me platicara cómo es Dolores Castro como maestra:

Tuve la fortuna de conocer a Dolores Castro Varela en mi primer semestre en la Escuela de Escritores de la SOGEM en 2004. Ella impartía la cátedra de Retórica. Un tema difícil de masticar por parte de los alumnos que, primerizos e ilusionados, creen que la poesía es ponerle un poco más de crema a los tacos. Pero no, la poesía no es eso. Para hacer tacos hay que saber qué ingredientes contienen los tacos, los buenos tacos, y Lolita era la encargada de proporcionarnos esos elementos esenciales de nombres rimbombantes y garigoleadas definiciones.

De aquellos días, recuerdo haber aborrecido que nos pidiera escribir algo, con los nuevos tropos aprendidos, ahí mismo, en cada clase. Siempre he necesitado soledad y silencio para escribir; así que ese momento de la clase era una tortura. Una vez escribí una décima que hablaba de mi incomodidad y disgusto por escribir en aquellas condiciones: rodeada de gente, con el perro ladrando afuera, las ventanas cerradas y sin ganas de escribir. Lolita, sin saberlo, me pasó adelante a leer mi trabajo –temblé– y al escucharme rio divertida y dijo: «Muy bien», porque la décima estaba bien construida.

Un recuerdo de ella, que guardo en mi corazón y mente, es su voz –dulce y suave– transformada en fuerza vital y sonora resonando en los muros de la escuela mientras nos leía «Los Heraldos Negros» de César Vallejo. Escuchar a Lolita leyendo este poema es una experiencia que se guarda para siempre. Ella, su ser, su voz, su palabra, su maestría y su enorme generosidad son una muestra de que la poesía transmuta el espíritu y la materia cuando se siente en el alma y en el ser. La poesía es eso, el espíritu que se adueña de la voz, sonora o silente, interior o exterior, resonando en otros espíritus. Y Dolores Castro es una maestra a la que la literatura mexicana le debe no sólo su legado poético, el cual forma parte de la historia de la literatura mexicana contemporánea sino, también, su paciente e incansable labor como formadora de poetas de cuyas letras el tiempo dará cuenta. Por todo esto, la voz, la imagen y la poesía de Lolita me hacen decir: Gracias, querida maestra Lolita, por mover las plumas y corazones de tus alumnos. Gracias por ser la maestra paciente y amorosa que eres. Gracias por enseñarnos lo que es la poesía y por transmitirnos tu amor a ella a través de tu voz y tu palabra escrita. Gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo. Estás en mi corazón.

Días antes, me comuniqué a su casa en la Ciudad de México, para solicitar una entrevista por motivo de su viaje a Ciudad Juárez, donde recibiría el Doctorado Honoris Causa otorgado por El Colegio de Chihuahua en el marco del Décimo Encuentro Internacional de Poetas. Ella, amablemente acepta. Me presento el día de la inauguración de la ceremonia y externa generosas palabras a una servidora, con la humildad y grandeza de un ser excepcional. Aquí lo que me contó.

A lo largo de su trayectoria usted ha sido distinguida con muchos reconocimientos. Compártame cuáles han sido sus impresiones del Décimo Encuentro Internacional de Poetas y cómo recibe este reconocimiento.

Creo que a mí me ha concedido la poesía mucho más que la emoción de expresar las emociones, a comunicarme con el mundo y sobre todo con los seres humanos que lo poblamos. Me concedió encontrar en mis últimos años a poetas que reavivaron amistad y afecto, así como gratitud por la organización para este encuentro de voces en la poesía, A lo que agrego el título que mucho me honra: el doctorado del Colegio de Ciudad Juárez, Chihuahua ¡Todo esto me parece inusitado! ¡Para una mujer, y de 92 años!

¿Recuerda cuál fue el primer premio que se le otorgó en su vida?

Recibí mi primer premio en tercer año de Primaria, por una composición a la primavera. Y quedé muy sorprendida al recibirlo.

¿Aún recibe los premios y reconocimientos con la misma emoción o es un sentimiento que al paso de los años va perdiendo intensidad?

La emoción y la sorpresa al recibir cada premio es la misma. Empiezo por no creer que lo obtuve.

Los actos protocolarios suelen ser solemnes, rígidos y puede resultar un tanto infantil tener que permanecer sentados por tantas horas. En su caso ¿cómo se prepara para un evento de tal magnitud? ¿ha sido fácil para usted acatar los preceptos ceremoniales?

No soy muy experta en actuar con solemnidad. En este caso me pareció emocionante y natural tanto la ceremonia de la apertura, como la entrega del título. El director del Instituto no es solemne.

Su nieto Javier Peñalosa M. (México, 1981) es uno de los invitados a participar en el Encuentro. ¿Qué consejo le da para sobresalir y permanecer en el ámbito literario?

Mi nieto Javier Peñalosa es más hábil e inteligente que yo. A su edad ha conseguido becas en México y en Nueva York, publica libros de poesía y narrativa, es maestro en la escuela de Escritores SOGEM y da talleres de poesía en Tlaxcala. Además escribe guiones para TV, ¿Cómo darle un consejo?

Todo estudioso de la vida y obra de Dolores Castro sabe, que una de sus más entrañables amigas fue Rosario Castellanos. Aprovecharé para preguntarle ¿cómo era Rosario físicamente? ¿Cuál fue su canción o libro favorito? ¿Rosario fue una mujer arrogante de su intelecto, ambiciosa? ¿Era fácil llevarse bien con ella?

Rosario Castellanos era una persona excepcional: de gran inteligencia y sensibilidad. Su frágil salud nunca fue obstáculo para el estudio, el trabajo. El cumplimiento de jornadas a pie o a caballo en su natal Chiapas cuando llevó el teatro Petul a los indígenas. Fue maestra universitaria y de las buenas, y ascendió hasta ocupar la Embajada de México en Israel. Conocí a Rosario cuando tenía 14 años ella, y fuimos compañeras desde tercero de Secundaria hasta la facultad de Derecho en 1944, y luego en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM) y en los años 1950 a 1951 viajamos a España y estudiamos en la Universidad Complutense de Madrid. Regresamos a México, y ella poco después viajó a Chiapas.

En su poesía, en sus ensayos defiende la independencia y la libertad de la mujer. Su poesía es extraordinaria: Paisaje interiorizado para convertirlo en luz, ternura, dolor, soledad, ingenio, ironía. Me faltan palabras para expresar todos los valores de su poesía.

Su figura lo revelan las múltiples fotos. Cambió de frágil joven en la escuela: pelo largo un poco tímida, cabeza baja. A joven de hermosos ojos, cejas pobladas, sonrisa abierta; mujer de éxito (aunque nunca se consideró así), con cejas depiladas y expresión de quien ha vivido en un mundo no siempre habitable.

Fuimos amigas siempre. Éramos diferentes: ella del Sur, del Norte yo. Ella ante todo defendía su vocación literaria, yo también, pero no ante toda la inexperiencia de joven que esperaba vivir todas las experiencias fundamentales de la vida.

¿Alguna vez tuvieron algún desacuerdo personal o profesional?

Y sí discutimos, y hasta algún día peleamos, como ocurre entre amigas. También es cierto que nuestra amistad desde cuando éramos casi unas niñas contó más.

Pareciera un rasgo común que entre mujeres se desapruebe el que una mujer intelectual se case y tenga más de un hijo. Ni qué decir de las que se casan y logran llevar un matrimonio estable. Nada menos, recordemos la frase «Mujer que sabe latín…. no tiene marido ni tiene buen fin». Sin embargo, usted es una mujer que lo obtuvo todo: una obra literaria exitosa, matrimonio, hijos, el amor al lado de un solo hombre ¿A qué atribuye usted ese sentimiento de desaprobación de unas mujeres hacia otras en cuanto al tema del matrimonio y los hijos se refiere?

Rosario era hija única de un matrimonio que no era feliz. Yo tenía la experiencia de una familia que comprendía, además de padres amorosos y hermanas, a mis abuelos, múltiples tíos y primos. La familia no impide a una mujer que cumpla con su vocación de maestra y escritora. Sí es indispensable que en el matrimonio exista el respeto necesario a la vocación de cada quién, Yo tuve esa experiencia. No me arrepiento de haber tenido a mis 7 hijos, así no haya podido agregar a lo que escribí 7 poemas o más.

Usted ha señalado que eligió escribir verso libre, una manifestación poética que se aleja intencionalmente del rigor de la rima y la métrica. ¿Qué opinión le merece los críticos literarios que hacen análisis de su obra? ¿Se identifica con lo que ellos encuentran y afirman de su obra?

Estoy de acuerdo con la crítica

¿Hubo algún episodio o época en su vida que tuviera un acercamiento o interés por los temas de iniciación, sistemas de creencia, los ritos y lo sagrado, el símbolo y las tribus desde un estudio antropológico?

Creo que la poesía aspira a lo sagrado, sus valores están presentes en el poema. Lo sagrado es aquello que los seres humanos consideran como esencialmente digno de respeto y veneración. No pertenezco a ningún grupo, respeto a cada uno. Soy Católica. Creo en Dios, el que los Mayas mencionan como «Aquel cuyo nombre se dice suspirando».

¿Qué opina del uso de drogas psicotrópicas como una herramienta de autoconocimiento y creación?

No creo que las drogas sean útiles para la creación. Pueden ser un buen pretexto, sí. La creación exige algo más que los sueños de opio.

Por otra parte, el peyote y los hongos lo usan los indígenas para sus fiestas religiosas. Aún así no son frecuentes, su uso no los convierte en adictos.

Quiero agradecer a manera personal y decirle que es mi séptima entrevista. El número siete es considerado mágico. Para el psicólogo C. G. Jung, se interesó por la alquimia como una manera de encontrar un nexo con los procesos del inconsciente colectivo que tendieran un puente hacia el camino a la sabiduría gnóstica volviera a entrar en la cultura moderna. Jung recuperó ese conocimiento hermético y logró traducirlo a un lenguaje psicológico, como el significado de los sueños, por ejemplo, que apareciendo de forma aparentemente desordenada, confusa e inconexa comprometían un significado y un sentido. ¿Cree usted en el destino? ¿Qué significado le da a la intuición? ¿Estamos regidos por una energía o ser superior?

Me parece que la psicología se inspira mucho en la literatura y viceversa. Sin Freud la narrativa contemporánea habría perdido el mundo del inconsciente y el subconsciente.

Creo que la intuición es la fuerza que mueve no sólo a los poetas, también al científico que encuentra la norma, pero ha sido inspirado por la intuición para formularla.
Creo en Dios como energía superior. No podría decir más de lo que han expresado los mayas «Aquél cuyo nombre se dice suspirando».

Usted comentado antes acerca de sus problemas auditivos. ¿Tuvo algún percance para escuchar íntegra las lecturas y análisis de los participantes en este Décimo Encuentro?

Alguna vez describí a la poesía como «un silencio con ganas de hablar». La música de las palabras con frecuencia me falta. Logro escuchar si me hablan de frente y pausado, con ayuda de mis audífonos, pero generalmente, en los encuentros de poetas también es posible recuperar los textos.

Para mí este encuentro y la distinción del doctorado que recibí es motivo de gratitud y reanudación de amistades entrañables.

Vivo la mayor parte de mi tiempo en el silencio, pero con frecuencia interrumpido en los talleres que aún imparto o en las comidas familiares, en las que nadie oye nada porque todos hablan a la vez

¿Cómo quiere ser recordada?

Quizá ni sea recordada. Me gustaría que recordaran que la poesía es un camino de luz, de conocimiento del ser humano, y del conocimiento de su propio ser.

Un saludo afectuoso para la Revista Rancho Las Voces y mi entrevistadora.

A DOLORES CASTRO

Blanca cajita de sorpresas que atesora
gentil sabiduría con olor a pan de azúcar.
Dolores añejos ocultos en surcos de piel
que una pluma diestra convirtió en palabras.

Palabras que te brotan como hojas nuevas
desde el áureo refugio de tus recuerdos;
soñadoras aves escapando de tu boca
para anidar corazones sacrificados
en honor de la emoción.

Tu voz, ya frágil, se inflama con la poesía
como la semilla al contacto con el agua.
Y te vas al mundo donde nada envejece
llevándonos contigo en un viaje de palabras
que queda grabado –para siempre–
en el corazón.


Habitar el Tiempo
Angélica Santa Olaya
Tintanueva Ediciones, México, 2005.


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