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Portada del libro. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 25 de octubre de 2015. (RanchoNEWS).- Pocos días ha, estuvo por Ciudad Juárez Arturo Beristáin, interpretando para el público fronterizo un maravilloso texto de Juan Villoro, Conferencia sobre la lluvia. Bajo la dirección de Sandra Félix, este monólogo ha sido producido por la Compañía Nacional de Teatro (CNT) y tuvo en estos lares juarenses tres funciones que valió la pena disfrutar.
Hace un par de años entregó Villoro este divertimento dramático donde hace gala de sus conocimientos literarios y una profunda crítica al género humano. Sandra Félix y Arturo Beristáin respetan al máximo lo planteado por el autor. La actuación de Beristáin permite que el personaje se vaya adueñando de la situación y mantenga al público dentro de lo que pretende Villoro expresar en este trabajo.
La mayoría de los presentes no dejó de reír sobre las graves situaciones que el autor, la directora y el intérprete ponen en boca del personaje. La superficialidad pulula en las mentes y actitudes de quienes estuvieron en el montaje… igual sucede en muchos de quienes no acudieron a esta convocatoria teatral.
¿Por qué las palabras que exponen situaciones graves arrancan risas? Supongo que algo tiene que ver con el nerviosismo del auditorio que se ve retratado en situaciones absurdas o que se da cuenta que no pasa de ser un pobre diablo, sin ideas, sin futuro, asido a la nada. ¿El vacío puede provocar risa? No me da la impresión que la tríada Villoro-Félix-Beristáin haya pretendido una comedia a manera de monólogo.
Quienes navegan en la superficialidad son dados a botarse de la risa. Palabras más, palabras menos, fue como comenzó a definir el filósofo francés Henri Bergson el acto de reírse. Su ensayo sobre la risa lo publicó en 1900 y ya para 1928 le estaban entregando el premio Nobel de literatura. Claro, por este trabajo y por el resto de su obra.
El trabajo de la CNT en esta ocasión contó con la colaboración de un ejercicio vital para transformar al público y a la sociedad. Antes de iniciar la obra se exigió a los presentes apagar por completo los teléfonos celulares y se prohibió cualquier forma de fotografía.
¡Sí! Al menos en esta representación, la CNT hizo patente la necesidad de romper con dos de las maldiciones de la vida contemporánea: estar pendiente del teléfono móvil y tomar imágenes de cuanta cosa se cruce por nuestro camino. Entendido o no el texto de Villoro por el público asistente, al menos habrá tenido la oportunidad de concentrarse en las palabras del guion dramático, en las gesticulaciones del actor, en los altibajos de la voz, en los silencios, así como en los efectos luminosos y musicales incluidos en esta «Conferencia sobre la lluvia».
Y es que, como lo mencionó al final el propio Beristáin, pocas veces nos damos la oportunidad de concentrar nuestra atención en lo que hacemos. Nos enfrentamos a una gran cantidad de ideas y muchas veces ni siquiera nos detenemos unos segundos a tratar de comprender el significado de las palabras. Siempre será más importante cumplir con la falacia de mantenerse en comunicación con el mundo, aunque no nos digamos algo de valor, aunque no escuchemos a los demás, aunque sea tan sólo para que los demás sepan que tenemos un aparato de comunicación, que lo utilizamos, que alguien supuestamente nos necesita y que en la modernidad no vale quien no tiene un teléfono y menos quien no es requerido por la vía de ese aparato.
Siempre será más importante darle un laic a la foto de unas enchiladas sobre plato desechable o a la frase que supuestamente pronunció el dalailama en una noche de peda atroz en su último viaje a Marsella, que dedicar nuestra atención plena a lo que estamos haciendo: atender a una clase, conversar con nuestra pareja, jugar con nuestros hijos, entrar en comunión con el más allá, gozar de los alimentos y la compañía o disfrutar de una función de teatro.
Así mismo, es primordial que la gente nos vea que capturamos imágenes memorables a cada paso: el moco que se sacó el hijo recién nacido de la vecina de la prima que hace cuarenta años que no veía, la chica que para vender tecates enseña la mitad de una nalga y la otra también, el grupo de zombies que está en la fila esperando que comiencen a vender las entradas para el capítulo 76 y medio del hijo del Chuky o el escenario del auditorio donde un sanador niugüeib enseña cómo rascarse el acné sin embarrar al vecino.
En el teatro se pretende establecer una comunicación profunda entre actores y auditorio, entre texto y cerebro.
Volviendo al escenario, debo confesar que independientemente de lo molesto que me resultó la risa de los demás en situaciones que movían más a la reflexión que a la grosera risotada, el trabajo actoral de Arturo Beristáin, comandado por Sandra Félix, logró adueñarse de la atención de la mayoría presente. Si bien no se pueden pedir peras al olmo ya que no alcanzó a llegar a la profundidad de la masa neuronal del público, como parece pretenderlo Juan Villoro, la interpretación del conferencista movió algo el razonamiento para cavilar por lo dicho en el escenario.
Los libros y la vida. La posibilidad de otra vida a partir de los libros, de la lectura. Conocimiento y reflexión profunda logrados solamente a partir de la relación con los libros. Juan Villoro se adentra en las emociones provocadas por los libros y en la vida, como cualquier otro libro, debida a los libros. Imaginarse una vida y construir una vida a partir de esa complicidad con los libros nunca será igual a las vidas que carecen de una relación similar.
La vida del conferencista de Villoro-Félix-Beristáin no puede entenderse si no hubiese sido contada a partir de los libros. ¿Podremos entender la vida sin los libros? Sentir a plenitud, emocionarse a cada instante no solamente con la vida misma, sino con la reflexión que hacemos de ella enriqueciéndola con los libros es la propuesta en este ensayo dramatizado llamado Conferencia sobre la lluvia.
Encomiable el trabajo de Villoro, el de Sandra Félix y el de Arturo Beristáin, como lo es el de la CNT. Para nada resulta un éxito, pues como sentencia Villoro: «el éxito es la estadística de los cretinos».
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