Rancho Las Voces: Danza / España: Las bailarinas ucranias encuentran refugio en la Compañía Nacional de Danza
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miércoles, abril 06, 2022

Danza / España: Las bailarinas ucranias encuentran refugio en la Compañía Nacional de Danza

De izquierda a derecha, las bailarinas ucranias Anastasiia Kovalevska, Kateryna Chupina y Yelyzaveta Semenenko, que se han integrado en el programa «Talento Emergente» de la Compañía Nacional de Danza.(Foto: Santi Burgos)

C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de abril de 2022. (RanchoNEWS).- En la sede de la Compañía Nacional de Danza (CND), en Madrid, el instructor de ballet se dirige a sus alumnos en dos idiomas. Además del empleo del español, se vale del inglés para dar paso a los ejercicios de los hombres con un «boys» y hace lo mismo con las mujeres soltando un «ladies». Solo así pueden entender lo básico de las instrucciones las ucranias Kateryna Chupina, Yelytzaveta Semenenko y Anastasiia Kovalevska, que junto a otras cuatro compatriotas han sido integradas en los ensayos de la CND a través del programa Talento Emergente. Acogiéndose a esta iniciativa, las jóvenes pueden seguir cultivando su talento y desarrollándose como bailarinas profesionales a pesar de que la invasión rusa de Ucrania haya truncado sus carreras en el ballet de la Ópera Nacional de Kiev.

Chupina, Semenenko y Kovalevska se incorporaron al programa desde el 9 de marzo. Los reconocidos bailarines Anastasiia y Denis Matvienko las pusieron en contacto con Joaquín de Luz, director de la CND, para que pudieran continuar con su actividad artística fuera de su país. Pero antes, todas ellas vivieron su particular odisea para escapar de un territorio en guerra, una experiencia que Kovalevska en particular sufre al recordar. «Mi pueblo, Makariv, fue ocupado por los rusos. Me pasé una semana en el interior de un sótano y luego entraron unos soldados con armas y me echaron», cuenta la bailarina. Ella abandonó Ucrania por Polonia en coche junto a su madre, su tía y su hermano pequeño. Llegaron hasta Italia, donde se quedó su progenitora.

Una nota de Eduardo Nava para El País