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Frida Kahlo con los estudiantes Fanny Rabel, Arturo Estrada y Arturo Garcia Bustos. A este grupo se le conocería como Los Fridos.
1941 (Foto: archivo).
M éxico 15 de Marzo 2007. (Leticia Sánchez/ Milenio).- Fanny Rabel (Polonia, 1922) no entiende la vida sin pintar. A sus 84 años de edad, la artista alcanza a expresar esta frase aun cuando la memoria la abandona en momentos inesperados.
Vive en un departamento en la colonia San Miguel Chapultepec. Al llegar al edificio hay indicaciones sobre dónde se encuentra su morada, en la que ve transcurrir el tiempo en compañía de Petrita.
Desde ese rincón salieron algunas de las obras más significativas que marcaron la trayectoria plástica de esta gran artista, considerada la primera mujer muralista, tras haber ayudado a Diego Rivera a pintar el mural del Palacio Nacional.
En ella se concentra una historia de vida y también del arte en nuestro país, parte de cuyo quehacer plástico fue rescatado de las sombras para integrar la exposición homenaje Fanny Rabel: habitada por el arte, que le rinde la Universidad Autónoma Metropolitana.
La muestra —que se inaugurará el próximo 27 de marzo a las 19:30 horas en la Casa de la Primera Imprenta de América— es un homenaje a la creadora que llegó a México en 1938, en compañía de sus padres, actores de teatro.
La excusa para reconocer a Fanny Rabel es la conmemoración de los 100 años del natalicio de Frida Kahlo, quien fue una de sus maestras —en el ámbito del 21 Festival de México en el Centro Histórico—, a decir de Elena Segurajáuregui, directora de Artes Visuales y Escénicas de la Coordinación de Difusión Cultural de la UAM.
“Aprovechamos este marco para presentar la exposición de una de las discípulas de Frida Kahlo. He tenido la suerte de hacer la selección de la obra y entrar en contacto con su hija Paloma, ya que Fanny, quien es una persona muy dulce y muy inteligente, está delicada de salud. Lo mejor es que entre ambas seleccionamos los grabados, los dibujos y las pinturas para la muestra”, dice Segurajáuregui, quien realizó la curaduría de la exposición.
Las obras que se expondrán fueron realizadas entre 1942 y 2003, las cuales hablan de la personalidad de la artista de origen polaco, que siempre antepuso su compromiso social en su mirada artística.
Una mujer siempre aguda, con un sentido crítico que se puede apreciar en muchas de sus obras, basta con ver los títulos de sus cuadros: Los peatones van al cielo, Torbellino social, La rebelión de los peatones, y en su serie Constructivismo, que tiene que ver con la ciudad y la incomunicación.
Dentro de la exhibición, los espectadores también podrán corroborar el hálito teatral de Fanny Rabel, heredado de sus padres, con los que viajaba en tren de un lugar a otro para ofrecer sus presentaciones.
Hay una pieza en particular que habla de su niñez, de la nostalgia que forma parte de su historia: es una pieza en la que se aprecian un par de maletas que aluden a su paso por las estaciones de ferrocarril. Es una de las obras más grandes de la muestra, un óleo que mide 80 centímetros por 1.20 metros.
Para la crítica Raquel Tibol, la pintura de Fanny Rabel revela un temperamento meditativo “a lo largo de muchas décadas Fanny ha desarrollado varias maneras en su quehacer plástico; pero las variaciones en su sintaxis visual no han sido arbitrarias. Los cambios en temas, texturas, cromatismo, composición están vertebrados por una coherencia espiritual y la necesidad de remecer los ánimos de quienes miran y pueden ver”.
"Pinta como vive", decía Frida
La crítica de arte Raquel Tibol escribe en el catálogo de la exposición Fanny Rabel: habitada por el arte que la creadora de origen polaco fortaleció su vocación al ingresar a la Escuela de Pintura y Escultura La esmeralda, y desarrollarse bajo el cobijo de José Chávez Morado, Feliciano Peña y Frida Kahlo.
Tibol recupera los textos que escribieron en su momento Leopoldo Méndez y Frida Kahlo en torno a la obra de Fanny Rabel. Al montar su primera exposición, la esposa de Diego Rivera escribió: “Fanny Rabinovich (ése era su apellido paterno) pinta como vive, con enorme valor, inteligencia y sensibilidad agudas, con todo el amor y la alegría que le dan sus 20 años (en verdad ya contaba con 23). Pero lo que yo juzgo más interesante en su pintura es la raíz profunda que la liga a la tradición y la fuerza de su pueblo (Frida se refiere al pueblo judío.) No es pintura personalista sino social. Le preocupan fundamentalmente los problemas de clase, y ha observado, con un a madurez excepcional, el carácter y el estilo de sus modelos, dándoles siempre una viva emoción. Todo esto sin pretensiones, y llena de feminidad y finura que la hacen tan completa”.
También otro de los grandes que escribió sobre la obra de Fanny Rabel fue Leopoldo Méndez. En una ocasión cuando la joven creadora iba a exponer en el Salón de la Plástica Mexicana le pidió su opinión al maestro del Taller de la Gráfica Popular.
La crítica de arte rescata el pensamiento del grabador, lo reconstruye y lo comparte con el lector: “Fanny tiene la propensión a pintar el dolor del hombre más que la alegría. No importa; son muchos los que colocados muy arriba se frotan las manos alegremente y con hipocresía inaudita pretenden detener las legítimas conquistas revolucionarias, acallando el justo anhelo de los pobres”.
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