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Portada del libro. (Foto: Editorial Océano)
M éxico 17 de Marzo 2007. (Laura Cortés/Milenio).- Un mercado donde se venden productos exóticos, un automóvil forrado de pasto sintético y plomeros que anuncian el fin del mundo forman parte de una heterodoxa guía que retrata personajes y situaciones poco comunes de esta urbe.
Para quienes les gusta ir al baño con música, éste es el lugar. Se dice que el dueño es el Rey del WC, pues ya cuenta con una cadena de baños. La música varía según el día, pero cuando el DJ Carlos pone narcocorridos hay muy buen ambiente. También las mañanas del rock mexicano son buenas”.
Los baños públicos, WC DJ Carlos, ubicados en Tabaqueros 21, en la colonia Centro de la Ciudad de México, junto con otros cinco sanitarios –uno de ellos localizado en un edificio art decó y otro con decoración con motivos infantiles– son parte de un “delirante experimento humano y urbano” que dio como resultado Citámbulos. Guía de asombros de la Ciudad de México, libro editado por Océano y Conaculta.
Se trata de una propuesta literaria y visual conformada por 121 retratos de la vida contemporánea de la zona metropolitana del valle de México. Las estampas incluyen lo mismo situaciones que lugares, el énfasis está en las descripciones subjetivas de los personajes, espacios y leyendas que integran esta metrópoli, de ahí que en el libro se incluyan sitios como una fábrica de maniquíes, en la cual debido a los problemas de obesidad en México ya se elaboran maniquíes talla extragrande; un mercado donde lo mismo hay filete de jabalí que de león, que provienen de los excedentes de un criadero de animales para zoológico; y la falsa tumba de Isadora Duncan en la calle Panteón y Plaza de San Fernando, en Puente de Alvarado, que se ha convertido en lugar de encuentro de niños de la calle.
Destacan en estas imágenes los personajes urbanos, aquellos que de tanto mirarlos pasan casi inadvertidos, pero que al observarlos lindan en lo delirante, es el caso de “plomeros, albañiles, herreros y carpinteros que hace un par de años anunciaban la salvación de los problemas más mundanos junto a la reja de la Catedral metropolita –se hacen todo tipo de trabajos– y ahora deambulan por las calles del Centro advirtiendo el fin de todos los tiempos”.
Citámbulo: oficio de primera necesidad
Los creadores del concepto y la realización de esta heterodoxa guía son Ana Álvarez, Valentina Rojas Loa y Christian von Wissel, matemática, literata y arquitecto, respectivamente, quienes junto con una veintena de colaboradores de esta Guía de asombros se convirtieron en lo que ellos llaman: citámbulos, que en palabras de Von Wissel es alguien que “abre la mirada para maravillarse por lo cotidiano". Tiene que ver principalmente con “con la actitud de querer ver”.
En el libro se da la clave para ser un citámbulo: “Salir a la calle, afinar la mirada y abrir los sentidos para descubrir lo insólito entendido como lo inusual, misterioso, poético de la ciudad”.
Para el escritor Vicente Quirarte, autor del prólogo de esta guía, el de citámbulo “es un oficio de primera necesidad; para seguir creyendo en el milagro, mediante la pasión y el ejercicio de la urbe, haciendo de cada instante un asalto a la eternidad”.
Von Wissel relata la forma en la cual el proyecto fue creciendo. Luego de trabajar alrededor de tres años y de consultar la extensa bibliografía sobre la Ciudad de México, lo que en un principio era un trío se convirtió en un equipo de más de 20 personas (entre los que se encuentran Peter Krieger, Alfonso Morales y Onnis Luque, por mencionar sólo algunos), que se sumaron al asombro que produce vivir la ciudad y, sobre todo, mirarla con unos ojos diferentes. Al final contaban con una lista de 250 lugares “insólitos”, inicialmente pensaron reducirlos a 100, pero decidieron no limitar a un número tan cerrado un proyecto tan poco convencional.
El arquitecto alemán explica que durante la búsqueda de los retratos, además de divertirse, se encontraron con muchas sorpresas: un árbol que mide cuatro metros de diámetro, los cráteres volcánicos ideales para días de campo, paisajes y personajes de los cuales ignoraban su existencia a pesar de vivir también en esta ciudad.
El resultado final, en realidad, es que son tres guías en una: la primera es una convencional, seis zonas que cubren la mancha urbana del área metropolitana, cada una cuenta con itinerarios integrados por lugares geográficamente cercanos.
La segunda es la que sus autores llaman “guía rayuela”, la cual traza caminos que sorprenden por los vínculos entre zonas disímiles. Así, al final de cada lugar existen puertas que conducen a lugares conectados temáticamente, aunque no de forma geográfica, y la última es una metaguía, “una invitación a ir más allá de una relación intuitiva con la ciudad”.
De este modo los citámbulos llaman al habitante urbano a que “en lugar de sólo leer La región más transparente, visiten la colonia Novela Mexicana… abandone su coche en medio de un embotellamiento y emprenda el camino con la mirada a través de los cables de electricidad”.
Con una gran dosis de ironía, este “atlas, almanaque o manifiesto, que puede leerse al derecho o al revés, que no tiene principio ni final”, invita al lector a convertirse en un viajero que descubra o reencuentre lo que Octavio Paz llamó “el olvidado asombro de estar vivos”.
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