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El maestro colombiano junto a sus cuadros sobre las torturas de Abu Ghraib, Irak. (Foto: AP)
M onterrey, 11 de enero, 2008. (Gerardo Ortega / Milenio).- El próximo 31 de enero se inaugurará, en el Centro de las Artes del Parque Fundidora de Monterrey, la exposición Abu Ghraib, una muestra donde el artista colombiano Fernando Botero retrata su concepción sobre las torturas infringidas a presuntos terroristas iraquíes por parte de soldados estadunidenses. Los abusos que se dieron a conocer en abril de 2004 provocaron en el escultor una ira que sólo pudo atenuar luego de 41 óleos, 39 dibujos y 14 meses de trabajo. El escultor habla para MILENIO, vía telefónica desde Ixtapa-Zihuatanejo, lugar donde acostumbra retirarse cada mes de enero desde hace más de 10 años.
Usted ha dicho que el arte es deformación. Ahora con la exposición Abu Ghraib vemos que refleja una parte de una realidad que a usted lo conmovió. ¿En qué sentido estaríamos hablando aquí de deformación?
El arte siempre ha sido deformación. Un artista nunca ve la realidad como es, como lo hacen las cámaras fotográficas. Hay quien deforma el color, o el diseño. Aun los que se consideran «realistas». Si uno saca una figura de Rafael del cuadro la encontrará deforme. Siempre el arte fue una exageración de la intención o de la forma. En el caso del Abu Ghraib el estilo sigue siendo el mismo de mis cuadros, con esa tendencia hacia el volumen. Aquí hay un tema distinto. Por convicción, cuando uno ve en panorámica la historia del arte se da cuenta de que la mayor parte de los cuadros eran «amables» porque ése era el objetivo, dar placer al espectador. En el impresionismo nunca se da un cuadro triste o dramático. En el arte moderno todo eso cambió.
Ha dicho, también, que hay una diferencia entre la belleza en la vida real y la belleza en el arte.
Eso que he dicho es lo más cierto. No hay nada tan banal que ver a una bella mujer pintada tal como es, como en un almanaque; en cambio, las más bellas figuras del arte de la historia, como el caso de Retrato de Battista Sforza, de Piero de la Francesca, son monstruos, feísimos. Pero eso es extraordinario en el arte. En cambio los que tratan de encontrar la belleza en la realidad, en un crepúsculo, por ejemplo, por lo general es mala pintura.
¿A usted le atormenta la belleza en el sentido estético?
Bueno, yo trato de encontrar la belleza dentro de mi concepción de la pintura. Yo no creo que la belleza se tenga que encontrar en la naturaleza, se encuentra en las ideas de un artista. Yo trato de crear la belleza dentro de mi manera de pensar.
¿En Washington, durante la exposición de Abu Gharib, alguna persona del gobierno estadunidense se acercó a usted para hablar sobre su muestra?
No, no. Allá puede uno decir o exhibir lo que quiera. No, no he tenido ese tipo de contacto. En cambio, en las opiniones de la gente, hay quien está a favor o en contra.
Ha dicho que piensa dejar una huella, un reflejo de esta realidad atroz de Abu Ghraib. ¿Qué puede esperar la gente que asista a su exposición?
Esta exposición se ha realizado en seis o siete sitios y sigue siendo un acto de protesta mío contra un hecho que considero inaceptable como es la tortura.
Usted pintó todos estos cuadros bajo el influjo de una emoción muy fuerte, como lo es la ira, el coraje.
Bueno, sí. En realidad es el resultado de… la ira. Mientras más leía sobre este asunto, más motivado me sentía de hacer algo y durante 14 meses me dediqué exclusivamente a esto.
¿Considera que ya terminó de decir lo que necesitaba sobre este tema?
Bueno, voy a decir que sí, pero después de que hice esa obra sentí cierta calma y ya no sentí esa ira. Como que tenía un veneno dentro de mí y ahora estoy en paz conmigo mismo… y bueno, ya me calmé.
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