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Su descubrimiento dio pie al proyecto del Templo Mayor. (Foto: Raúl Arana)
C iudad Juárez, Chihuahua, 30 de enero, 2008. (RanchoNEWS).- Uno de los más importantes hallazgos de la arqueología mexicana del siglo XX festeja su aniversario. Se trata de la hija de Coatlicue, un monolito descubierto por accidente en 1978, la nota de Leticia Sánchez para Milenio de hoy lo reporta.
El monolito de la diosa lunar mexica Coyolxauhqui, hija de Coatlicue, asesinada por su hermano Huitzilopochtli, localizada hace 30 años en las entrañas del corazón de la Ciudad de México, no sólo reveló parte de los mitos de la cultura mexica, sino que permitió el descubrimiento del Centro Ceremonial más importante de la antigua Tenochtitlan, ese que tanto impresionó a Bernal Díaz del Castillo durante la Conquista.
Cuando se informó a los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de este hallazgo, realizado el 21 de febrero de 1978 por una cuadrilla de trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza, en la intersección de las calles de Guatemala y Argentina, los expertos acudieron de inmediato al sitio.
Tras examinar la pieza de casi 8 toneladas, la primera hipótesis dada a conocer por Gerardo Cepeda fue que probablemente se trataba del dios Huitzilopochtli. Esa primera opinión la emitió con lo que pudo observar entre piedras y el fango que rodeaba a la monumental pieza, de hecho se realizó un bosquejo de la misma, reproduciendo un penacho, un cráneo y una de las extremidades.
Aseguraba que la gigantesca piedra se había desprendido del Templo Mayor hacía más de cuatro siglos, luego de que los conquistadores españoles arrasaran la capital del imperio mexica, no saldrían de la duda hasta la madrugada del 28 de febrero dos días antes de la visita programada del ex Presidente José López Portillo. Ese día, tras horas de intenso trabajo, pudieron dejarla al descubierto; fue en ese momento cuando el arqueólogo Felipe Solís y el propio Gerardo Cepeda identificaron la pieza que había permanecido oculta por siglos.
La anécdota cuenta que como Cepeda vivía a dos cuadras de donde se ubica actualmente el Templo Mayor, fue corriendo a su casa a atraer un libro para corroborar que el monolito descubierto sí correspondía a la imagen de la Coyolxauhqui. Y fue así que se aclararon todas las dudas sobre la identidad de esta piedra de 3.40 por 2.95 metros y 35 centímetros de espesos, que representa a la hija de Coatlicue.
Como todos las excavaciones arqueológicas, el hallazgo de la Coyolxauhqui se registró antes de su anuncio oficial, el 21 de febrero, sostiene el arqueólogo Raúl Arana, quien acudió al lugar, vio la dimensión de las excavaciones realizadas por la Compañía de Luz y corroboró que esos trabajos se habían hecho con semanas de antelación y no con días como pretendieron hacerlo creer.
Su presentación en sociedad
Esta espectacular piedra, considerada por los arqueólogos una de los máximas revelaciones arqueológicas del siglo XX, ha sido a lo largo de los años objeto de infinidad de estudios.
Al tercer día del gran anuncio, la gente se vio envuelta en lo que Cepeda llamó la «idolitis», ya que se contaban por miles los interesados en conocer a la deidad mexica. Las opiniones llovieron en torno al tema, hubo quien propuso derrumbar todos los edificios de las calles aledañas, Seminario, Guatemala, Argentina, San Ildefonso y Correo Mayor; incluso hubo quien fue más lejos y clamó por la demolición de la Catedral Metropolitana, por haberse construido sobre los templos mexicas.
Las crónicas periodísticas cuentan que el jefe del Ejecutivo llegó acompañado de Carlos Hank González, entonces regente de la Ciudad de México, la mañana del 28 de febrero de 1978; el reloj marcaba las 9:00 horas. Lo recibió Raúl Arana, quien junto con Ángel García Cook, coordinó los trabajos de salvamento arqueológico, y fue el encargado de explicarle la trascendencia del hallazgo, de plantearle los requerimientos para conservarlo y la necesidad de crear un museo.
Satisfecho con lo que vio, López Portillo ordenó que se gastara lo necesario en el proyecto arqueológico, único en el mundo. Su recomendación fue: «A reserva de que se resolviera la reestructuración de la zona, yo creo que la sacamos (la Coyolxauhqui) y en su oportunidad podremos volverla a poner aquí, pero en este momento hay que terminar la exploración y garantizar la conservación del monumento».
El descubrimiento de la diosa mexica daría pie a la expropiación de 40 mil metros cuadrados de terrenos, donde se desarrollaría el proyecto del Templo Mayor y la edificación de un museo, donde actualmente se resguardan alrededor de 7 mil 500 piezas prehispánicas.
Ubicación y mito
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El monolito azteca. (Foto: Archivo)
La Coyolxauhqui es un monolito tallado en andesita y colocado al pie del templo de Huitzilopochtli, en la época del tlatoani Axayácatl (1469-1481)
De acuerdo con el mito del Códice Florentino: en Coatépec, por el rumbo de Tula, habitaba una mujer de nombre Coatlicue, era madre de 400 surianos y de una hermana de éstos de nombre Coyolxauhqui.
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