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La danza (1910), de Henri Matisse. (Foto: EFE)
L ondres, 15 de enero, 2008. (EFE).- Una exposición que se inaugura el próximo 26 de enero en la Royal Academy of Arts muestra obras maestras del impresionismo y las vanguardias francesas que fueron ocultadas al mundo durante el estalinismo por las mismas razones que los nazis confiscaron o destruyeron lo que calificaron de arte degenerado.
Se trata del fruto de la pasión coleccionista de dos ricos industriales de aquel país, Seguéi Shchukin e Ivan Morosov, que demostraron un certero instinto para descubrir casi antes que nadie el valor extraordinario de pintores como Matisse, Picasso, Van Gogh o Gauguin.
Shchukin era un comerciante textil que hizo una fortuna comprando ropa muy barata durante la revolución de 1905 y vendiéndola más cara al volver la estabilidad al país, mientras que Morosov se enriqueció gracias a una planta dedicada a la tintura de textiles durante la guerra ruso-japonesa.
Shchukin compró casi toda la obra de Matisse entre 1904 y 1914. Además, fue prácticamente el único cliente que tenía el famoso marchante Daniel Kahnweiler para los cuadros cubistas de Picasso.
Para 1914, cuando estallo la Primera Guerra Mundial tuvo que dejar de comprar arte en la capital francesa, el industrial ruso había logrado reunir la mayor colección de arte francés contemporáneo.
Incluía la colección 37 obras de Matisse, 16 de Derain, otras tantas de Gauguin, cuatro de Van Gogh, ocho de Cézanne y nada menos que medio centenar de Picassos.
Morosov conoció a Matisse gracias a Shchukin, aunque su favorito era Cézanne. Su colección, integrada por casi tres centenares de piezas, incluía obras de Monet, Bonnard y Gauguin, entre otros.
Enviadas a Siberia
La historia de sus colecciones es apasionante: confiscadas por el Estado, obras hoy famosas como La danza, de Matisse, fueron enviadas a Siberia, donde se salvaron de milagro.
En 1948 Stalin, que había heredado la mayor colección de arte moderno del mundo, confiscada a sus propietarios, pidió consejo al mariscal Voroshilov sobre qué hacer con aquellos cuadros.
El militar pidió que le mostraran las obras y, al ver las figuras femeninas desnudas de La danza, de Matisse, simplemente soltó una sonora carcajada.
En los primeros años de la revolución rusa las colecciones de ambos industriales fueron exhibidas en la gran mansión de Morosov, rebautizada como Museo Estatal de Arte Moderno de Occidente.
Una vez terminada la guerra, Stalin ordenó la disolución del museo. Su contenido se repartió entre los depósitos del Museo Pushkin, de Moscú, y el Ermitage, de San Petersburgo .
El viaje de esas obras maestras a Londres ha estado precedido de arduas negociaciones destinadas a evitar una confiscación en caso de que alguien las reclamara, aunque el propio Shchukin, dijo que había creado su colección para el pueblo ruso.
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