.
Hugo Gutiérrez Vega, Eduardo Lizalde, Marco Antonio Campos, Alí Chumacero y Juan Gelman ayer en Bellas Artes, durante la presentación del libro El forastero en la tierra. (Foto: Yazmín Ortega Cortés)
C iudad Juárez, Chihuahua, 3 de marzo, 2008. (RanchoNEWS).- El volumen reúne trabajos de los 34 años de poeta del autor de Viernes en Jerusalén, el libro maneja temas como la infancia, el amor, la política, el tiempo, los viajes y a partir de eso es como «se va corrigiendo uno mismo, porque al fin de cuentas la autocrítica formal es también una autocrítica del alma» explicó él mismo, una nota de la redacción de La Jornada con información de Luís Reyes:
«Hay grandes poetas que son pésimos críticos y casi todos los críticos son pésimos poetas, pero en el caso de Marco Antonio Campos es distinto porque sabe escribir en prosa, lo que es difícil de explicar», afirmó Alí Chumacero al término de la presentación de la antología poética El forastero en la tierra (1970-2004), preparada por ese autor.
Hay dos aspectos importantes en la obra de Campos: poeta y crítico, prosiguió Chumacero. Con eso se ve que es un hombre que, además de sensible, es un espíritu crítico capaz de calcular, de estudiar, de comprender y sentir lo que debe escribirse», indicó el poeta nayarita, quien no formaba parte de la mesa de presentadores, pero fue invitado a subir al estrado.
Durante la presentación de El forastero en la tierra (1970-2004) –coedición de El Tucán de Virginia y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes–, el autor estuvo acompañado de los escritores Juan Gelman, Hugo Gutiérrez Vega, Eduardo Lizalde y Víctor Manuel Mendiola, quienes se reunieron en la sala Manual M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para leer algunos poemas de su autoría.
En su oportunidad el poeta jalisciense Hugo Gutiérrez Vega, director de La Jornada Semanal, resaltó que El forastero en la tierra concreta esa comunicación entre el lector y el autor «porque si no se logra entonces la poesía se frustra, porque una poesía hermética es mala y es peor si el autor no la entiende».
Gutiérrez Vega explicó que la creación de Campos es transparente, ya que logra ese dominio, forma y se convierte en un desahogo para los lectores. Además, agregó, su poesía es clara y muy fácil de comprender.
Por su parte, el autor del libro Tan oro y ogro, Víctor Manuel Mendiola, dijo que su colega desdeña los artificios verbales creando una poesía vital, refinada, incluso en contra de sí mismo.
En su turno Marco Antonio Campos leyó Viernes en Jerusalén, galardonada en 2005 con el Premio Casa de América de Poesía Americana: «Oh Jerusalén, color de arena y miel /ciudad de Dios convertida en un infierno/ donde los hijos caen a filo de cuchillo /y los niños lloran al padre (…) ¿Por qué el catolicismo se basa en el dolor?/ ¿Por qué Cristo permanece en la cruz y no lo vemos de pie en la Galilea (...) Ésta es Jerusalén, a quien Dios puso en medio de las naciones y a la tierra alrededor de ella».
Al término de la presentación, Marco Antonio explicó que en el libro maneja temas como la infancia, el amor, la política, el tiempo, los viajes y a partir de eso es como «se va corrigiendo uno mismo, porque al fin de cuentas la autocrítica formal es también una autocrítica del alma».
Por ello el también galardonado con la medalla Pablo Neruda, en 2004, externó: «Debe haber una correspondencia entre música y fondo, entre sonido y sentido. Pero es más importante que haya música porque ésta puede crear los sentidos y sin música no hay poesía. La poesía mexicana son varias a través de los siglos».
Concluyó que la importancia de la poesía radica en que es la formadora de pueblos, como la Biblia, que tiene 10 o 12 libros poéticos, «y ahí se nos explica la base de la cultura occidental. Sirvió a los judíos como una forma de unión en el exilio, es un libro que reúne poemas y en el cual se nos explica un pueblo».
Al final, Marco Antonio Campos agradeció a cada uno de quienes lo acompañaron en el recinto de Bellas Artes. A Juan Gelman lo definió como un vanguardista, creador de nuevas estructuras, y a Alí Chumacero lo consideró «inmortal».
REGRESAR A LA REVISTA