Rancho Las Voces: Obituario / Dorothy Podber
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lunes, marzo 03, 2008

Obituario / Dorothy Podber

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La artista. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua, 3 de marzo, 2008. (RanchoNEWS).- Falleció el 9 de febrero 2008, Dorothy Podber, terrorista del arte, amiga de Andy Warhol, sufría esquizofrenia, una nota de David Alandete para El País.

Dorothy Podber, la artista excéntrica por excelencia, falleció en su apartamento del East Village neoyorquino el pasado 9 de febrero, a los 75 años. Miembro ocasional de la famosa Factoría de Andy Warhol, se definía a sí misma como una «mala persona». «Jugarle malas pasadas a la gente es mi especialidad», dijo. Su confidente y amiga durante sus últimos 20 años de vida, Herndon Ely, dice de ella que cuando la conoció «era una gánster», pero que cuando murió «era toda una terrorista».

A Podber se la recuerda por sus locuras artísticas transitorias. En el otoño de 1964 acudió a la Factoría Warhol en la calle 47, con su perro gran danés. «La fiesta le aburrió soberanamente», recuerda Ely. «Estaba tan aburrida que le preguntó al artista si podía disparar a los lienzos de Marilyn Monroe. Era un momento muy delicado, porque Marilyn había muerto dos años antes». Warhol pensó que su amiga quería disparar unas fotos, y le dio permiso. Podber le obligó a decir en alto ante todos los asistentes: «Le doy permiso a Dorothy Podber para disparar a mis cuatro Marilyn».

Podber se fue a casa y volvió con sus «de disparar», de piel blanca. Sacó una pistola y les plantó cuatro tiros a otros tantos cuadros. Fue demasiado, incluso para el rey de la provocación, que dijo que Podber «le ponía los pelos de punta». Claro que la Marilyn sobre fondo rojo con un balazo en la frente se vendió en 1989 por cuatro millones de dólares.

Ella se consideraba artista total, una reina del happening. Así, bajo las órdenes del artista Ray Johnson, representó en las calles de Manhattan y en pleno día la escena de desnudo en la ducha de la película Psicosis, de Alfred Hitchcock. Otras de sus actuaciones son difíciles de clasificar. Durante una temporada dirigió un servicio de limpieza doméstica que era una tapadera para que sus empleadas acudieran a las clínicas y consiguieran las llaves de los armarios donde los médicos guardaban medicamentos y drogas.

Podber nació en el Bronx en 1932, casi de casualidad. Su madre intentó, sin éxito, tener un aborto tirándose por las escaleras del metro. Su padre regentaba un bar ilegal a las órdenes del gánster Dan Schultz. Al quedarse ciego, sobrevivieron de un quiosco.

Desde pequeña, Podber quiso ser psiquiatra, aunque nunca estudió nada. «Nunca me ha gustado trabajar», dijo en 2006 durante una entrevista con el escritor Joy Bergmann (http://joybergmann.wordpress.com). Se dio a las drogas y al alcohol y trabajó en la galería de arte Nonagon. Bisexual declarada, se casó tres veces –una para conseguir la residencia para un mexicano, por 1.000 dólares– y fue amante de políticos, banqueros y artistas. El gran amor de su vida fue Lester Schwartz, también bisexual. A su muerte, en 1986, Podber se hundió en la tristeza. «Sufría de esquizofrenia, y su enfermedad se apoderó de ella» comenta su amiga Herndon Ely, que se mudó con ella «para cuidarla». Estuvo a su lado hasta el último día.

Podber llegó a ser detenida por un aborto practicado en su casa. Se declaró culpable y dijo haber permitido el aborto por ser budista. El juez entró en cólera y la condenó a «aprender a ser una señorita». Por unos meses sólo salió a la calle con guantes largos, gorro enorme, blusa de volantes y peinado impecable.

En estos últimos años, Podber sobrevivía con una ayuda de menos de 700 dólares (490 euros) de la Seguridad Social. «Nunca fue una persona muy política», añade Ely, pero «cuando se enteró de que habían intentado estrellar un avión contra la Casa Blanca en 2001, simplemente dijo: «Por lo menos lo han intentado».

Una de sus últimas obsesiones artísticas fue un paraguas que le regaló Ely con un Pato Donald, de Disney. Su último gran deseo, según Ely, fue viajar a Washington «para demostrarle al presidente George W. Bush lo que se podía hacer con un paraguas del Pato Donald».

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