El músico, en 1987. (Foto: Alfredo García Francés)
C iudad Juárez, Chihuahua. 12 de diciembre 2009. (RanchoNEWS).- Un grupo musical que no actuó en directo y que vendió casi 50 millones de discos materiales y palpables es algo que a muchos ahora les sonará a la época de los dinosaurios. Y de hecho, Alan Parsons Project dejó de tener tanto éxito cuando su fórmula empezó a ser calificada por los críticos y el público de los iconoclastas años ochenta del siglo XX como «música de dinosaurios». Eric Woolfson, autor y cantante de la mayoría de los temas estrella del producto que inventó junto a Alan Parsons, falleció el 4 de diciembre en Londres, a los 64 años, a causa de un cáncer. Una nota de El País:
Nació en la ciudad escocesa de Glasgow el 18 de marzo de 1945, en el seno de una familia judía. Un tío suyo le inició en el aprendizaje del piano, que completó él mismo de forma autodidacta. Nunca aprendió bien las normas del pentagrama y tocaba y componía de oído. Soportó un tiempo como contable, pero pronto se fue a Londres, donde encontró trabajo como pianista de acompañamiento, como recuerdan varios diarios británicos, además del estadounidense The New York Times.
Trabajó entonces con dos músicos que más tarde formarían el grupo Led Zeppelin, Jimmy Page y John Paul Jones, ni más ni menos. Se las arregló para conocer al manager de los Rolling Stones, Andrew Loog Oldham, que al oírlo tocar exclamó: «Pero, ¡si eres un jodido genio!», y le ofreció grabar con su sello recién fundado, Inmediate Records.
Así, las canciones compuestas por Woolfson tomaron forma en las voces de Frank Ifield o Marianne Faithfull. Al final de los años sesenta y en los setenta, prefirió trabajar como productor independiente para diversas compañías discográficas y con artistas y grupos como los Equals, los Tremeloes o Dave Berry. Tampoco estuvo contento con esto, y se decantó por la representación de artistas.
Sus dos primeros clientes fueron el cantante Carl Douglas y el productor Alan Parsons, que había hecho las mezclas de discos como The year of the cat, de Al Stewart, y The dark side of the moon, de Pink Floyd –otro grupo que en los ochenta sufrió el descalificativo de «dinosaurio»–. A Parsons lo conoció en los estudios londinenses Abbey Road, de la EMI. Precisamente, Parsons había producido el Abbey Road de los Beatles, el disco donde cruzan un paso de cebra en la portada.
La mejor calidad
Pronto estuvieron de acuerdo en hacer un grupo en el que, alrededor de ellos dos, rotarían buenos músicos y cantantes, en busca de la mejor calidad. Era 1975. «Nunca fue un grupo convencional», dijo Woolfson en una ocasión, «la idea era grabar como filmaban sus películas Kubrick o Hitchcock, donde la producción era más importante que los actores. Pensamos que otros seguirían nuestro camino, pero no ha sido así».
Lo que sí es cierto es que sus canciones, sencillas, pero impecablemente instrumentadas y producidas, con un sonido envolvente y grandioso, inspiraron el rock progresivo e incluso el trance actual. Y, aunque él sólo las entonó para que después cantantes «mejores» las grabaran, finalmente es su voz la que se escucha en las inolvidables Eye in the sky, Don't answer me o Time, incluidas en los 10 álbumes que publicaron, comenzando por el inquietante Tales of mistery and imagination, basado en la obra de Edgar Allan Poe.
En 1985, sus caminos se dividieron. Woolfson, siempre inspirado por grandes escritores o artistas (I Robot, en la obra homónima de Isaac Asimov), comenzó a componer para musicales. El primero fue Freudiana, seguido por Gaudí. El último, Edgar Allan Poe, se estrenó este año en Alemania dentro de las celebraciones del 200º aniversario del nacimiento del escritor.
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