.
Luis Felipe Ortega,Karla Jasso y Tania Candiani. (Foto: Daniel Betaznos)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 27 de noviembre de 2014. (RanchoNEWS).-En el presente en que la rapidez con la que fluye la información –sea cual sea su contenido– debilita un análisis mayor, el proyecto Possessing Nature, de los artistas mexicanos Tania Candiani (1975) y Luis Felipe Ortega (1966), propone una pausa para repensar en el pasado como un ejercicio de autorrevisión. Reporta desde la ciudad de México para Excélsior Sonia Ávila.
Por lo que, más allá de representar a México en un sentido literal, este proyecto –con el que participan en la 56 edición de la Bienal de Arte de Venecia– plantea un diálogo y un cuestionamiento sobre procesos históricos puntuales y simbolismos arquitectónicos que sirven de plataforma para entender el presente.
Bajo la curaduría de Karla Jasso, el proyecto se seleccionó de entre siete propuestas de más de 11 curadores para presentarse en la nueva sede del Pabellón de México, en la Sala de Armas del excomplejo militar de El Arsenal, del 9 de mayo al 22 de noviembre de 2015. La pieza in situ responde al planteamiento de Okwui Enwezor (Nigeria, 1963), curador general de la Bienal, con el título Todos los futuros del mundo.
«Creo que nuestra respuesta ha ido en una dirección de que no pretendemos representar. Lo que pretendemos y haremos es llevar una potencia de idea que se presenta en el Pabellón de México y, por lo tanto, dialoga con los planteamientos que están haciendo los otros países y con la misma propuesta curatorial de la Bienal. Enwezor propone la reflexión sobre que el arte contemporáneo ya no es ese espacio que siempre pensamos como inmediato, sino que para comprenderlo hay que remontarse hacia el pasado», explica Jasso en entrevista.
La pieza, que está en producción y en marzo próximo viajará en barco a Venecia, parte de dos ejes conceptuales: primero, una lectura comparativa del desarrollo arquitectónico y social de la Ciudad de México y de la de Venecia, a partir de su condición de urbes «anfibias»; segundo, un recorrido por las tres sedes del pabellón mexicano en la Bienal en las últimas ediciones que por azar puntualizan momentos históricos.
Aunque aclaran los artistas que no se trata de una obra sobre ecología o arquitectura, sino un ejercicio que le da la vuelta a la línea recta de la historia nacional y mundial para, entonces, preguntar qué futuro hay a nivel social y político, y en los lenguajes estéticos; qué depara para el arte contemporáneo.
«Pausemos con responsabilidad y digamos que el arte no tiene que ver solamente con lo inmediato, sino con el pasado, para entenderlo y no quedarnos en la lectura superficial. Hay proyectos de arte que tienen relación con la forma o los medios, pero también se pueden hacer reflexiones más profundas», añade la curadora.
El comparativo entre ciudades se plantea desde su condición como urbes enclavadas en el agua, cuyas venas son sus ríos y lagos. Pero mientras Venecia se desarrolló a partir de su entorno y entendió el potencial de la naturaleza, lo que le permitió tener el poder europeo durante cinco siglos; en la Ciudad de México se empeñó en desplazar el líquido y perder oportunidades de poder.
«En la historia del arte, los primeros artistas querían replicar con tanta precisión y eficacia la naturaleza hasta que se confundiera, era la idea de poseer la naturaleza, incluso los primeros museos eran una colección de pequeños objetos para poseer el mundo, la naturaleza. No es convivir con la naturaleza, no es asimilarla, es poseerla, tomarla, con arrogancia, y eso queda contenido en el título del proyecto», comenta Tania Candiani.
En paralelo, la lectura sobre los pabellones mexicanos permite focalizar momentos de la historia, para complementar la reflexión sobre la creación de la ciudad. Por mera coincidencia, las antiguas sedes mexicanas están vinculadas con algún periodo importante, por ejemplo el Palazzo Soranzo Van Axel, que ocupó Rafael Lozano Hemmer en 2007, refiere al momento de la nobleza; mientras el Palazzo Rota Ivancich, intervenido por Melanie Smith en 2011, habla del poderío de los mercaderes.
Para Ortega, esta lectura puntual traza un relato sobre los poderíos, la idea del progreso, de la globalización y hace tangible el simbolismo arquitectónico. «Se marcan estos momentos específicos que nos traen al presente y que nos ubican en el lugar donde estamos ahora parados».
Sin detallar la pieza físicamente, los entrevistados precisaron que es una instalación in situ dinámica «tensionada entre la naturaleza y la tecnología» en la que el espectador entrará y saldrá para interactuar con el espacio que, más allá de sus dimensiones, tiene la ventaja de estar junto a una treintena de pabellones.
REGRESAR A LA REVISTA