El escritor Ray Loriga, fotografiado en Matadero Madrid. (Foto: José Aymá)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 4 de marzo de 2025. (RanchoNEWS).- Hay dos cosas que Ray Loriga hace constantemente, que son fumar y reír. Lo de reír no es plan ji, ji, es que el tío se descojona todo el rato, y disculpen la palabrota, pero no hay otra forma de explicarlo. Incluso cuando dice cosas un poco solemnes, fuma y se descojona, o, bueno, se troncha, vale. Está hablando sobre su nueva novela, que se llama Tim (Alfaguara) y que sale hoy a la venta, y dice «Siento una extrañeza total ante el mero hecho de existir, todo me parece bastante absurdo», da una calada y jo, jo, o dice también «Ya que este viaje parece que no va a ninguna parte, por lo menos que sea lo más llevadero posible», calada, jo, jo, y sobre todo dice varias veces «Esto de vivir es un gran ¿para qué?», dicho ¿pa qué?, y todas, todas las veces acaba la frase entre grandes carcajadas y una pequeña nube de humo, escribe
Pablo Gil en El Mundo.
Tim comienza con una persona que al despertar no quiere salir de la cama, en realidad no tiene claro si quiere salir o no, de pronto no tiene nada claro. Es una sensación que seguro que han tenido alguna vez, pero a diferencia de ustedes el narrador no sale de la cama, sino que divaga y recuerda, y se lo plantea todo, y disocia entre todas las personas que ha sido, se multiplica entre todas las posibilidades de su ser difuso. «La verdad es que el libro es raro de contar», dice nada más empezar la conversación Ray Loriga, con su jo, jo correspondiente, «porque lo que estoy haciendo es invitar al lector a un desconcierto, y llevarle con la escritura a la escritura, que es lo que realmente me importa, el mecanismo de la escritura». Calada. «Espero que no me lo tiren a la cabeza». Jo, jo. «En la editorial están entusiasmados, curiosamente. La editora me dijo: 'No sé exactamente qué es, pero me gusta'».
Algunas frases del narrador de Tim: «Soy un salvaje sin domesticar en una sociedad extraña»; «Despertar del todo sería enfrentarse a la ciénaga de lo real»; «La esperanza quedaba prohibida»; «El mundo es una emboscada»; «Debo bajar donde empiezan todas las escaleras». Sí, este es un libro para los que se sienten forasteros en cualquier situación, los que encuentran que la vida es caótica y el mundo amenazante y creen que la memoria, más que un refugio, es una trampa.