Rancho Las Voces: Teatro / México: Catastróficas secuelas dejó la crisis sanitaria al teatro independiente
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lunes, junio 01, 2009

Teatro / México: Catastróficas secuelas dejó la crisis sanitaria al teatro independiente

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El actor Eduardo Candás en El corazón a gas, obra de Tristán Tzara. (Foto: Archivo)


C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de junio 2009. (RanchoNEWS).- Trabajadores escénicos hablan sobre el impacto que causó el cierre de foros en el DF. Evidenció la enorme desprotección en la que desarrollamos proyectos, indican. Se apoya a empresarios de distintas formas, pero respecto del sector cultural no se escucha nada, lamentan. Una nota de Carlos Paul para La Jornada:

El ámbito teatral independiente atraviesa una situación «catastrófica» tras la contingencia sanitaria que vivió la ciudad de México debido al virus de la influenza A/H1N1.

El impacto repercutió no sólo en el ámbito económico –afirmaron diversos creadores escénicos–, sino en todo el proceso productivo teatral, y evidenció, de nueva cuenta, las precarias condiciones y la enorme desprotección en la que deben desarrollarse los proyectos teatrales independientes.

A diferencia de los productores privados, «cuya pelea durante la alerta sanitaria fue por lo que dejó de entrar en taquilla del denominado ‘teatro comercial’»; en el ámbito independiente la situación va más allá, pues además de lo monetario, las pérdidas afectaron también el trabajo creativo, éste sin posibilidad de que se recupere posteriormente.

Actores, directores, escenógrafos y productores independientes, consultados por La Jornada, deploraron que las autoridades culturales federales y locales no apoyen económicamente al sector cultural tras la contingencia sanitaria, como sí lo han hecho, por ejemplo, con los productores de carne de puerco o el sector turístico, para los cuales han destinado un presupuesto millonario que será utilizado en campañas de radio, televisión y medios impresos, con el propósito de reactivarlos.

En el caso de la actividad turística, el presidente Felipe Calderón anunció, el pasado 25 de mayo, una inversión de mil 200 millones de pesos para labores de promoción.

Entre las secuelas que la contingencia dejó al teatro independiente, destaca que las obras no lograran concluir sus temporadas, ya que las últimas funciones no pudieron ser pospuestas porque otras piezas ya estaban programadas para esas fechas, y éstas también sufrieron las consecuencias de la recalendarización.

El impacto en los estrenos derivó en gastos inútiles, por ejemplo, en carteles y volantes de difusión, los cuales se mandaron a imprimir con anticipación, y que informaban sobre las fechas que luego tuvieron que reprogramarse.

El cierre de teatros afectó la economía de aquellos actores, escenógrafos y directores cuyo sueldo no es fijo, sino de acuerdo a lo que se recaude en taquilla; también impactó de manera negativa a las compañías, ya que deben pagar renta por el espacio escénico que ocupan.

Ejemplo de ello es el de la Compañía Los Endebles, que tiene su sede en el teatro La Capilla, de Coyoacán, y que debe pagar renta, luz e impuestos, entre otras obligaciones, «aun cuando se cancelen las funciones».

La Capilla es un espacio alternativo en el que de lunes a domingo se ofrece una obra distinta cada día, es decir, siete obras y grupos con distintas propuestas.

Para dicho foro las mermas se encadenaron. «Significó perder dos semanas de ingresos, contemplados para pagar la renta. Para los actores, representó dejar de recibir –según lo que se recauda en taquilla– un mínimo sueldo que les permite vivir al día; asimismo, se perdió lo que se gastó en carteles para la difusión», destacó Mariana Tejeda, actriz e integrante de Los Endebles.

Similar impacto sufrió el pequeño foro teatral La Madriguera, de acuerdo con su director de producción, Diego Brun. En este espacio, que también da oportunidad a proyectos independientes, no hubo ingresos por taquilla.

El actor y director Juan Carlos Vives, quien en estos momentos presenta su trabajo en el Teatro Arlequín, opinó: «El impacto de la contingencia fue determinante. La cuestión es que restauranteros, meseros, productores de carne de puerco, por ejemplo, van a recibir apoyo, y parece que los trabajadores culturales no existimos».

Como acto simbólico para reanudar las funciones teatrales, «se tomaron la foto y dieron la tercera llamada en el Ángel de la Independencia, pero la tercera llamada se da todos los días que hay función. Las autoridades han olvidado su responsabilidad».

Gabriel Pascal, escenógrafo, manifestó: «Sin duda, la contingencia nos deshizo. Va a costar mucho reponerse. Además, existe la visión equivocada de que el sector cultural no es importante para la economía. Se apoya a los empresarios de distintas formas; se dice que se va a salvar a tal o cual sector, pero respecto del teatro no se escucha nada.

«De acuerdo con el estudio titulado ¿Cuánto cuesta la cultura?, el aporte total de este sector al producto interno bruto (PIB) es de 6.7 por ciento, por lo que es fundamental para la economía del país», recordó Pascal.

El teatro El Milagro es un foro que se inauguró hace poco más de un año. Aquí, «el impacto fue catastrófico en toda la programación. Incluso, uno de sus proyectos prácticamente se cayó; se trataba de un ciclo de apoyo a dramaturgos y directores jóvenes», expresó el director escénico y editor David Olguín, quien al igual que la actriz y productora Ana Graham, considera importante distinguir entre el denominado teatro comercial y los creadores escénicos independientes.

«Nosotros peleamos por público, a diferencia de los productores privados, cuya batalla durante la contingencia sanitaria fue por la taquilla», indicó Olguín, y complementó Graham: «hacemos teatro porque lo consideramos fundamental para la vida cultural del país».

Por ejemplo, «varias obras estaban a tres semanas de concluir temporada, y cuando la obra es buena –por extrañas razones– la gente asiste sólo a las últimas funciones. En el caso de Los Baños, que se realizó precisamente en los sanitarios del Palacio de Bellas Artes, los boletos de las últimas tres semanas estaban agotados. Se devolvió el dinero y la gente ya no regresó a ver la obra».

Durante la contingencia sanitaria, «los primeros teatros que tuvieron que cerrar fueron los del Estado, donde se presenta la mayor parte del teatro independiente», es decir, los que dependen del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA); o sea, el Centro Cultural del Bosque, el Helénico y el Centro Nacional de las Artes.

Sale a relucir la falta de interés

También se cerraron los teatros –incluso los destinados para la danza– del Centro Cultural Universitario, de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como el teatro Casa de la Paz, de la Universidad Autónoma Metropolitana, y diversos espacios independientes, como el Foro Shakespeare, el Centro Cultural El Foco y el Círculo Teatral, entre otros.

«Con los teatros comerciales fue diferente –siguió Graham–, pues, tras anunciarse la contingencia, pudieron dar funciones un fin de semana más».

Habrá que puntualizar, dijo la actriz, «que algunas producciones independientes tienen apoyo del INBA, con lo que pagan parte de los sueldos, pero la otra proviene de la taquilla. Otras tienen apoyo completo para la nómina, y unas más dependen totalmente de las entradas que se vendan. En ese caso, los proyectos teatrales se encuentran muy desprotegidos. Los actores que dependen por completo de la taquilla se quedaron sin nada. De nueva cuenta salió a relucir la enorme desprotección hacia los trabajadores de la cultura, pues a diferencia de los productores privados, que pierden bastante dinero, nosotros perdemos nuestra subsistencia diaria, lo cual es un poco más grave. Para nosotros y otros proyectos fue realmente catastrófico, pues hay que pensar también en que se tuvieron que cancelar presentaciones en festivales».

Luego de la apertura de los teatros «tenemos que recuperar –una vez más– la confianza de la gente para que asista», continuó David Olguín.

«No somos un proyecto que en estricto viva de la taquilla, sino que también representamos una alternativa cultural y teatral para el público, que creemos fundamental para el entorno cultural del país».

También fueron unánimes las críticas a las restricciones emitidas en su momento –y que no fructificaron–, entre ellas la que dictaba que sólo se podrían dar funciones si los espectadores se encontraban a 2.5 metros de distancia entre uno y otro, lo cual implicaba dejar dos filas de butacas vacías, delante y detrás del espectador, lo que hubiera provocado una audiencia aún más escasa.

Para Olguín «fueron totalmente absurdas y ridículas esas disposiciones, ya que para el Metro, el microbús y el Metrobús no se establecieron».

Una de las cuestiones más importantes, y sobre la que hasta el momento no ha habido respuesta, «es la falta de compromiso de las autoridades correspondientes, de todos los niveles, sobre la importancia de la cultura en momentos como los que se vivieron».

La cultura –concluyó David Olguín– «también es una industria que aporta un porcentaje significativo al PIB del país; no hay que olvidar que mucha gente vive de la cultura».

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