El Fronterizo
Episodios Históricos Juarenses
Episodio 414
Serán contratados 226 mil en 1954
Quieren ser braceros 10 mil trabajadores
Rubén Moreno Valenzuela (publicado el 22 IX 2003 en El Mexicano)
El viernes 24 de septiembre de 1954, El Fronterizo informa que 10 mil trabajadores mexicanos estaban concentrados en la ciudad de Chihuahua aguardando la oportunidad de convertirse en braceros.
Este programa del gobierno de Estados Unidos, que permitía la entrada de conacionales como trabajadores agrícolas temporales, contemplaba la ocupación de más de 225 mil paisanos en 1954.
La producción agrícola mexicana se veía perjudicada por el éxodo de mano de obra.
He aquí la noticia.
Los braceros
Más de 10 mil trabajadores inmigrantes estaban concentrados ayer en la ciudad de Chihuahua, esperando una oportunidad para ir a trabajar en las granjas agrícolas de los Estados Unidos, en tanto que en El Paso, el movimiento de braceros llegaba a su máxima en virtud de las “pizcas de algodón”.
Hasta la fecha, este año, aproximadamente 46 mil braceros han sido “procesados”en el centro de concentración de braceros que hay en El Paso para que trabajen en los ranchos del sudoeste de los Estados Unidos, principalmente como “pizcadores de algodón”.
El señor C H. Rhoades, director del Centro para Reclutación de Braceros, dependiente del Departamento de Trabajo, establecido en Río Vista -en el Valle inferior de El Paso- dijo que el número total de braceros que llegará a El Paso este año será de 76 mil.
Rhoades dijo que hay gran demanda de pizcadores de algodón, ene l oeste de Texas, todos los braceros documentados en El Paso proceden de Centro de Reclutamiento que hay en la ciudad de Chihuahua. Varios agricultores mexicanos se han quejado de la falta de mano de obra para levantar sus cosechas.
Los contingentes de braceros que llegaron ayer a El Paso sumaron 2 mil 400 individuos; el martes llegaron 3 mil hombres. Los funcionarios de Inmigración afirmaron ayer que en adelante el número de braceros que sea contratado para trabajar en las granjas de Texas será menor.
El señor Harold Clinte, supervisor de operaciones de braceros a lo largo de la frontera méxico-estadounidense regresó a El Paso después de realizar un viaje de inspección e informó que el movimiento de trabajadores se desarrolla sin contratiempos.
Calculó Clinte que este año serán contratados 225 mil braceros en Estados Unidos. Las ciudades de Hidalgo, El Paso y Mexicali son los principales centros para la contratación de braceros.
Falta de brazos
El problema de la falta de “brazos” para pizcar las cosechas de algodón, vuelve a presentarse esta vez con perfiles más alarmantes.
La falta de jornaleros en el valle de Juárez puede acarrear trastornos a la agricultura regional, dado que las cosechas del presente ciclo superaron ampliamente a las de años anteriores.
Informó de lo anterior el Ing. Armando Guerrero Zárate, jefe de zona del Banco Ejidal, quien agregó que en cuanto se reciban los reportes correspondientes de las sociedades dando a conocer el número de “pizcadores”, dicha institución se avocará inmediatamente a resolver el problema con el fin de que las “Pizcas” no sufran algún retraso.
Los sueldos
El investigador Óscar J. Martínez, en su libro “Ciudad Juárez: el auge de una ciudad fronterzia a partir de 1848” (FCE: 1982), dice respecto a las condiciones laborales de los trabajadores mexicanos agríciolas en Estados Unidos, lo siguiente:
La abundancia de trabajadores ilegales hizo bajar el mercado de trabajo en la frontera. Los salarios de los recolectores de algodón descendieron más debajo de los niveles anteriores. Antes de 1948, los recolectores recibían dos dólares por cada 100 libras que recogían, pero con el superávit de mano de obra este precio declinó a 1.50 dólares en promedio. En algunos casos, los braceros trabajaban 84 horas a la semana por sólo 5 dólares. La mayoría de los recolectores se la pasaba todo el día en el campo, desde el amanecer hasta la puesta de sol, y a menudo las mujeres y los niños trabajaban además de los hombres. Los trabajadores vivían en tiendas de campaña, en chozas, debajo de cobertizos en los campos, o dentro de vagones, y con frecuencia carecían de los servicios sanitarios adecuados. Muchos granjeros tenían tiendas de raya donde vendían productos muy caros. Comentando la situación de los trabajadores ilegales en la región de El Paso, el ayudante del inspector principal de la Patrulla Fronteriza del Servicio de Naturalización y de Migración de los Estados Unidos observó: “Los esclavos son tratados mejor que estos hombres en algunas granjas que hemso visitado. Las condiciones de servidumbre en que los espaldas mojadas con frecuencia viven, comen y duermen son horribles”. Los peores infractores de la ley a menudo eran prominentes dueños de granjas, “entre los que había un juez, un banquero y un legislador”. La disponibilidad de braceros y trabajadores ilegales “les permitía a los granjeros del valle de El Paso cultivar tres veces más algodón que el promedio nacional y tener un nivel de vida que en 1950 se encontraba entre los cinco niveles más elevados que gozaban los granjeros en la nación”.
Los salarios permanecieron durante años en el miserable nivel que les pagaban a los emigrantes mojados. En 1953 un bracero, que evidentemente hablaba por sí mismo y por otros, se quejó en una carta a El Fronterizo de que los granjeros de El Paso continuaban pagando el antiguo nivel de emigrante mojado de 1.50 dólares por cada cien libras de algodón recogido, y que los braceros recibían una paga de peón de 50 centavo de dólar por hora por conducir los tractores. En 1956, las condiciones mejoraron un poco: los braceros podían esperar ganar de siete a ocho dólares al día.