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lunes, septiembre 01, 2003

Teatro

El retorno de Alborde Teatro

Cuando la luna se convirtió en pinole

Dotados con su propia carpa, los teatristas juarenses regresaron a casa con una obra de la mejor calidad, que ganó el primer lugar en el festival de teatro local y que representará a México en el Festival Cervantino

Rubén Moreno Valenzuela

TEXTO (Publicado en la edición 642 de la revista Semanario)
Ciudad Juárez.- La compañía Alborde Teatro regresó a Chihuahua con la producción Una luna de pinole, de Antonio Zúñiga y con la dirección de Rodolfo Guerrero, en un proyecto de teatro escolar para nuestra entidad, auspiciado por el Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes (CONACULTA).
Alborde Teatro cumplió con este compromiso, hizo una breve temporada en esta frontera, donde participó en el Festival de Teatro en el que obtuvo el primer lugar.
Una luna de pinole es la versión teatralizada de una leyenda rarámuri. La anécdota narra la historia de una niña llamada Margarita que sigue la misma suerte de la Liebre Tripolona, quien una noche que estaba viendo el reflejo de la luna llena en un lago, sucumbió ante su encanto y se ahogó.
El amigo de Margarita, Panalachi, emprende su búsqueda con su abuela Justina y el brujo Mulaka, hasta por fin encontrar al reflejo de Margarita que le dice: «Así pasa cuando pasa».
La calidad del montaje de Una luna de pinole le ha merecido una invitación a participar en el próximo Festival Cervantino y a un festival de marionetas en la Habana, Cuba, que se realizará este año.
Los personajes de Panalachi y Margarita son dos muñecos de madera, que mediante una técnica japonesa, son animados por las actrices Rocío Linares Fonseca y Verónica Rocco, en un trabajo escénico sobresaliente.
El montaje es en sí una proeza de habilidades técnicas y de destreza actoral (en particular de Yolanda Abbud), labor que se ve reforzada con el trabajo de quienes son tal vez los mejores profesionales en México en las especialidades de escenografía e iluminación, así como de escenofonía.
El costo de la producción es cercano a los 600 mil pesos que incluye la carpa donde se representa (que mide 15 metros de largo por 6 de ancho y 4 de altura, y que requiere dos días para la instalación), la cual es ya propiedad de Alborde Teatro.
La posesión de su propio espacio escénico constituye una inteligente medida de independencia, que es probable que sea imitada por otros grupos teatrales de México.
«Lo más fantástico es que podemos decir: tenemos nuestro propio espacio, tenemos nuestro teatro, podamos montar lo que nos dé la gana», dice la actriz Yolanda Abbud.
La obra tuvo una corta temporada para el público en general en esta frontera, de alrededor de 9 funciones, que comenzó con el estreno el sábado 21 de junio. Al siguiente mes ganó el primer lugar del Festival de Teatro de la localidad.

Yolanda y Gilberto
Los actores Yolanda Abbud y Gilberto Barraza –pareja sentimental y viejos amigos de Semanario y de quien esto escribe (incluso le hicieron la distinción de presentar la obra en Juárez)– acuden a la redacción de la revista a conversar sobre la experiencia que han vivido con Una luna de pinole.
El gozo de estar en casa con una obra de esta calidad es evidente. La emoción también.
«Regresar a Juárez con este proyecto es algo que me llena de orgullo», dice Gilberto.
«Tú sales de tu hogar con toda la angustia, la nostalgia a cuestas y te vas lejos de tu tierra, pero siempre añorando regresar, traer cosas mejores, y siempre estar creciendo, estudiando, para mantenerte vigente y regresar con tu gente a mostrarle: miren, éste es mi nuevo niño, esto es lo que he gestado durante el tiempo que estuve fuera, les presento a mi niño maravilloso», dice Yolanda.
«Este teatro es de Juárez, porque este teatro es de Alborde Teatro, que no está muerto, porque estamos aquí: Yolanda Abbud, Antonio Zúñiga, Rodolfo Guerrero y Gilberto Barraza, que somos algunos de los fundadores de Alborde Teatro», expresa Gilberto.
Los teatristas dicen que la idea de Una luna de pinole la concibió Rodolfo Guerrero, quien le encargó la dramaturgia a Toño Zúñiga,

El estreno
Yolanda relata las incidencias del estreno de la obra, que se llevó a cabo en la Ciudad de México. Su relato denota la pasión y profesionalismo de estos teatristas.
Yolanda dice:
Llegamos a las nueve dela mañana del viernes. Nosotros íbamos a estrenar el sábado siguiente a las 2 de la tarde. Ya teníamos varios días ahí ruñéndole a todas horas. Esa vez ensayamos todo el día, se iba a montar el guión de luces con el propio Philipe Ammand. Ese trabajo es muy cansado porque a cada paso que das debe ir marcando sus luces. Nos dieron las 10 de la mañana del día siguiente sin dormir, 25 horas seguidas de trabajo. Nos acostamos así como sardinitas, todos en filita arriba del escenario empinado que tú ya conoces. Dormimos tres horas. Nos despertamos nos lavamos la cara y el océano pacífico, nos pusimos el vestuario, nos maquillamos y dimos función. Al terminar entra Toño Zúñiga corriendo y dice: la mitad de la gente se quedó afuera, en 20 minutos otra función. Así estuvo. Todas las veces que dimos función en la Ciudad de México, la mitad de la gente se quedaba afuera y a los 20 minutos, otra función. Aquella vez, en la segunda función ya traíamos las patitas como de pollo, nos temblaban. Yo me sentía extenuadísima. Una cosa relevante de ese estreno fue que Luis de Tavira fue a vernos. Ver ahí a una de las vacas sagradas del teatro de México, aunque yo digo que es un dragón sagrado, porque el buey se encabrona y escupe fuego, entonces para mí más que vaca es un dragón... Verlo ahí se siente calientito en el corazón, porque el señor nos respeta y nos quiere.

La recepción en Chihuahua
Una luna de pinole cumplió con su cometido de hacer 100 representaciones en Chihuahua para escuelas y centros comunitarios, aunque fue en las pequeñas comunidades donde mejor y con más dignidad fue recibido este gran esfuerzo escénico.
Cuenta Yolanda Abbud:
«En todas partes nos han recibido muy bien, pero en Meoqui, que fue nuestra primera experiencia, inclusive tuvimos una comunidad Rarámuri que fue a vernos. Creo que estábamos muy nerviosos porque, como ya te había dicho antes, es todo un reto, ¿verdad?, interpretar a estas personas que te las topas en cualquier esquina y luego te da miedo que te vayan a reclamar: oye, si yo no habló así y por qué te vistes así o por qué te maquillaste de esta manea. Ellos los rarámuris salieron mucho muy contentos, salieron muy satisfechos de la función, muy divertidos. Las escuelas que iban también, tuvimos una muy buena respuesta y también por parte de las autoridades de quienes recibimos carteles y programas de mano, perifonearon, nos publicaron en el periódico, nos invitaron a la televisión, nos grabó en video, bueno ¡qué no hizo la directora de Cultura de Meoqui, de Desarrollo Social, la Lic. Muela! Excelente.
En Aldama nos trataron muy bien, el Lic. Franco, director de la Casa de la Cultura. En Delicias también, la Lic. Tarango. Todas esas personas nos trataron muy bien. Cuando llegamos a Chihuahua, capital, fue cuando empezamos a tener problemas, porque no estaban muy bien enterados desde el tamaño, la magnitud del espectáculo, nos ven llegar con un camión de tres toneladas y media y dicen ¿qué es esto? Porque ahí uno de los funcionarios menores comentó que había pensado que era unos tubos de aluminio con una lonita encima. Siendo que tú mandas un dosier con un plano con toda la información con las medidas y todo y el funcionario expresa que «no, pues quién sabe, pero no estaba muy enterado».

Falta de apoyo en Juárez
En esta ciudad la obra llegó en el momento en que había un cambio en la Dirección de Cultura y no hubo un funcionario responsable de apoyar a los teatristas juarenses.
Gilberto se queja:
«Nos estamos partiendo la mami allá en México para traer este espectáculo a Ciudad Juárez, al estado de Chihuahua, y es lamentable que no se nos respete como debe de ser, nosotros no estamos pidiendo las grandes cosas, ni lujos, sino un respeto para el actor que trae un proyecto de esta magnitud, de esta envergadura».
Del coordinador estatal de teatro del ICHICULT, Nacho Medrano, Gilberto tiene una muy pobre opinión:
«Es una persona nefasta, es una persona que no sabe ni madre, no sabe dónde está sentado y no tiene visión».

El arte sana
«Éste es un proyecto de la comunidad chihuahuense, de todo Juárez, que va más allá de las instancias culturales», dice Gilberto.
Mientras que Yolanda concibe el proyecto de Una luna de pinole como «una iniciación para ver teatro porque la gente no tiene la costumbre de ver teatro».
La entrevista transcurre a dos voces que van complementando y enriqueciendo las ideas expuestas.
«Ciudad Juárez se puede sanar con todos estos espectáculos de los artistas que le den un buen nombre, porque los artistas somos la sanación de una comunidad, de un pueblo. El artista es eso. Él es el sanador. Es el hechicero. Es el que cura a una comunidad y eso es magnífico. El artista cura el alma, cura las preocupaciones», dice Gilberto.
«En Juárez no sólo hay narcotráfico y asesinato de chavalillas, en Juárez sí hay cultura», dice Yolanda, quien concluye exponiendo la aspiración de la pareja:
«Queremos crecer desde el estado de Chihuahua hacia todo el mundo». S

RECUADRO 1

Ficha Técnica

Una luna de pinole
De Antonio Zúñiga
Dirección: Rodolfo Guerrero
Producción: Alborde Teatro

Reparto
Gilberto Barraza: Sol / Mulaka El Brujo.
Verónica Rocco: Margarita / Liebre Tripolona / Golondrina.
Rocío Linares Fonseca: Panalachi / Luna de Pinole / Margarita Reflejo.
Yolanda Abbud: Abuela Justina / Golondrinas Cantadoras.
Manuel Chávez Espinoza: Toro Cuernos de Luna / Kanoko El Gigante.

Créditos técnicos
Diseño de Escenografía e Iluminación: Phillipe Amand. Diseño de vestuario y telones: Edita Rzewuska. Esenofonía: Rodolfo Sánchez Alvarado. Composición y dirección musical: Alberto Rosas. Maquillaje: Mauricio Maqueda. Realización de títeres y máscaras: Tlacuache Títeres. Títeres de sombra: Rodolfo Guerrero. Realización de vestuario: Carmita Soria. Constructor de escenografía: Macedonio Cervantes. Pintura escénica: Paso de Gato. Asistente de escenografía: Jesús Hernández. Asistente de producción: Roberto Heredia. Producción ejecutiva: Antonio Zúñiga. Coordinación técnica: Gilberto Barraza.


RECUADRO 2
Una luna de pinole

Texto para la presentación en Ciudad Juárez

El pasado domingo 15 de junio Gilberto Barraza llegó al bazar cultural del Monumento a Benito Juárez. Como siempre me dio mucho gusto verlo de regreso.
«¿Cómo estás?», le pregunté después de abrazarlo.
Y Gilberto, muy emocionado, me contestó:
«Traemos un teatro».
Fue necesaria la ingestión de algunas cervezas para entender cabalmente lo que esto significaba, y que procedo a resumirles:
El grupo de teatristas de Alborde Teatro obtuvo los recursos para fabricar este teatro, en el que nos encontramos, con capacidad para 100 personas y 30 lámparas de iluminación, cuyo costo es de cerca de 200 mil pesos.
Alborde Teatro obtuvo tales recursos principalmente gracias a la obra que disfrutaremos esta noche, Una luna de pinole, escrita por Antonio Zúñiga y dirigida por Rodolfo Guerrero, con las actuaciones de Yolanda Abbud, Gilberto Barraza, Verónica Rocco, Rocío Linares Fonseca y Manuel Chávez Espinoza.
Esta obra, basada en una leyenda rarámuri y creada para un público infantil, ha sido invitada a participar en nuestro país en el próximo Festival Cervantino.
También viajará a Cuba, para asistir a un festival de teatro de marionetas; y a Tucson, Arizona, en Estados Unidos.
Una luna de pinole recorre el estado de Chihuahua, en un programa teatro escolar de CONACULTA, con funciones para estudiantes de escuelas primarias.
«Es un tesoro, cuídenlo», dijo el conocido teatrista mexicano Luis de Tavira cuando presenció el montaje que ustedes verán en esta función de estreno al público en general en nuestra frontera.
Quisiera que mis palabras transmitieran la emoción de estos teatristas que regresan a casa a mostrarnos el trofeo de sus desvelos y ayunos.
Juárez no sólo son mujeres muertas o el nombre de un cartel de drogas. Juárez es también su cultura y éste es uno de sus mejores y más recientes logros.
Es un honor para mi presentar a continuación: Una luna de pinole.

Rubén Moreno Valenzuela
21 de junio de 2003
Teatro ambulante de Alborde Teatro
Ciudad Juárez, Chihuahua