Rancho Las Voces: Carnaval de Olinda: "¡Folia, folia!"
LA QUINCENA RETORNARÁ CON LA EDICIÓN 21 EL 19 DE ENERO DEL 2025 Las cinco ediciones más leídas del 2024 / 20

jueves, marzo 16, 2006

Carnaval de Olinda: "¡Folia, folia!"


JOSÉ RIBAS

B arcelona, España. 15/03/2006 . (La Vanguardia) "¡Oh Linda!", exclamó Duarte Cohelo en 1537, tres años después de haber desembarcado en las costas de Pernambuco, en el nordeste de Brasil. Acababa de descubrir los cerros frondosos que presiden un territorio sin fin tras los arrecifes que protegen las costas de los temporales atlánticos y de los tiburones. Cohelo envió una misiva al rey Juan III de Portugal anunciándole que había encontrado "una linda situación para fundar una ciudad". Los carmelitas, los jesuitas, los franciscanos y los benedictinos llegaron junto a los aventureros, construyeron iglesias que son joyas arquitectónicas y cristianizaron a los indios caetes. Los caetes se mezclaron con los portugueses y así nacieron los mamelucos. Tres millones de esclavos africanos fueron conducidos a la fuerza durante los dos siglos siguientes para cultivar los campos de caña de azúcar de los colonos portugueses que caetes y mamelucos se negaron a trabajar.

La bellísima ciudad de Olinda, incendiada por los holandeses en 1630 y reconstruida por los hispano-portugueses tras la reconquista de 1654, ha sido declarada en la actualidad la primera capital cultural de Brasil y joya de la humanadad protegida por la Unesco. Su centro histórico, con barrios bohemios llenos de artistas, callejuelas retorcidas, antiguas casas y palacios coloniales de colores y más de treinta iglesias y conventos del XVI y XVII, acoge desde principios del siglo XX el carnaval callejero y multicultural más grande del mundo.



Durante once días, la ciudad vieja soporta a un millón de personas de toda condición que bailan entre grandes muñecos de cartón, que comen, beben y se besan en la calle al ritmo del Frevo, la Samba Preto Vello, el Maracatu afrobrasileño y las músicas de los Caboclinhos, los restos de la cultura de los indios del lugar. "El carnaval brasileño es una ilusión popular multicultural en la que los pobres se sienten reyes y pueden ser lujuriosos porque gobierna el rey Momo. Los ricos hacendados y los franciscanos y benedictinos de la ciudad se retiran a conventos alejados a orar por los pecadores", me cuenta Marcelo, relaciones publicas del ron Montilla, en la puerta de la mejor posada de esta ciudad de trescientos mil habitantes, la de los Cuatro Cantos, en la rua Prudente dos Morais, centro neurálgico de la parte histórica.

Minutos después, entre miles de personas disfrazadas con fantasías que mezclan todas las culturas, desfila por la calle un bloco - peña- de Maracatu. Cualquier bloco, hay más de cincuenta, tiene su estandarte, bordado a mano. Los maracatus son afrobrasileños que aún trabajan en los campos de caña de azúcar. En sus ratos libres construyen con lentejuelas unos trajes impresionantes que lucen en carnaval con un orgullo casi ritual. La corte esta presidida por un rey con espada y una reina con un muñeco de niño que no se sabe si representa aun orixa africano o al niño Jesús. Rey y reina van bajo palio y el brujo, tras ellos, lleva un sombrero con cientos de plumas de avestruz de más de dos metros. Los cabocos o guerreros que los envuelven bailan con unas espadas llenas de plumeros que mueven con exageración para espantar a los malos espíritus. Unos extraños hombres enganchados a unos caballos de cartón dan latigazos contra el suelo para limpiar el ambiente de adversidades, mientras los transeúntes dan saltos, beben cerveza y siguen sobándose con ese calor humano que define al pueblo brasileño.

Los blocos más celebres de Olinda son los que tocan Frevo, la música más popular del estado de Pernambuco, aunque sin el componente electrónico que la ha hecho famosa en todo Brasil. Cada grupo de Frevo tradicional desfila con su estandarte y cuando toca la orquesta de este ritmo, compuesta por trompetas, trombones y tambores, la multitud grita entusiasmada, saltando y levantando unas pequeñas sombrillas verdes y amarillas. Es curioso, pero este tipo de música recuerda al de la jotas menorquinas de las fiestas de los caballos. Los grupos de Frevo suelen ir acompañados de Bonecos - muñecos gigantes- otra de las peculiaridades del carnaval de Olinda.



Silvio Botelho es el más famoso constructor de estos gigantes que han sido creados por influencia de los piraras españoles, según cuenta. El gigante o muñeco más famoso es el hombre de la medianoche, que sale el sábado de carnaval y es un hombre serio, con corbata, que va de negro, verde y blanco. "Mis muñecos representan a personajes famosos; cantantes, actores, tipos populares o políticos. Este año he construido diputados y senadores con maletas llenas de dólares que caricaturizan la corrupción del partido de los Trabajadores de Lula. Nuestro carnaval siempre muestra una crítica cargada de contenido social."

Unos payasos bailan en corro, corren entre la multitud y guían a la gente, como si fueran el buen gobierno durante la época de carnaval, para que todo vaya bien y no haya corrupción de ningún tipo. Es curioso porque su danza recuerda a la sardana. El dueño de la posada de los Cuatro Cantos me cuenta que esa danza, la Lia de Itamaracá, es la música de los pescadores y se llama ciranda. Casi todos los instrumentos de la ciranda son de viento.

La multitud enloquece, las mujeres se dejan besar por hombres sin camiseta, crecen los empujones: "¡Folia, folia!", exclaman al unísono. Y es que llegan los blocos de la samba de Pernambuco, el Preto. El retumbe de tambores es ensordecedor. Anochece. El Preto, a diferencia del Frevo que es a saltitos y se baila moviendo las sombrillas, se baila con las piernas de forma desenfrenada. Entre el tumulto aparece la Perfecta - alcaldesa- de Olinda. Luciana Santos es comunista y me cuenta que su gran desafío es acabar con el analfabetismo y mejorar el nivel de las tres universidades de la ciudad. "En el carnaval de la capital brasileña de la cultura todos los espectáculos son gratuitos y este año la escenografía que adorna la ciudad creada por Fernando Augusto Gonçalves, director do Mamulengo Só-Riso, es un homenaje a la diversidad cultural de los 27 estados del Brasil." El que fue ministro de Salud del gobierno de Lula hasta julio es de Pernambuco y se llama Humberto Costa. Es un hombre joven que trabaja para la reelección de Lula en el estado de Pernambuco. Humberto no quiere hablar de corrupción y explica que durante el primer mandato, Lula ha hecho los deberes económicos y ha dado estabilidad social al país preocupándose de los más desfavorecidos. Enel segundo mandato, Lula afrontara el problema de las diferencias sociales y la educación.

El bullicio y la imaginación desbordante crecen con el paso de los días y todos son protagonistas. Las razas, los colores, los rasgos, los atuendos, las músicas se mezclan democráticamente mientras la sensualidad evita las agresiones. Los chiringuitos de comida están repletos y se ven pocos borrachos. El carnaval de Olinda es la fiesta popular más gigantesca que he conocido en el que la multiculturalidad no es ningún discurso, es la pura realidad.