Rancho Las Voces: Música / España: Roberto Fonseca produce el póstumo disco de Ibrahim Ferrer
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

miércoles, abril 25, 2007

Música / España: Roberto Fonseca produce el póstumo disco de Ibrahim Ferrer

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El pianista cubano (Foto: archivo)

M adrid, 25 de abril, 2007 (Carlos Galilea / El País).- Más de 400 conciertos acompañando a Ibrahim Ferrer, con quien se dio a conocer y a quien echa «muchísimo de menos». El pianista Roberto Fonseca (La Habana, 1975) –que gusta del funk, el soul, la clásica, el pop, la tradición afrocubana o el jazz– ha producido, con Nick Gold, Mi sueño, el disco póstumo de boleros de Ferrer. «Nos sentábamos a conversar en su habitación de hotel. Él, en camiseta. Y hablábamos de cualquier cosa. Y cada vez que tocábamos me estaba mirando y riéndose conmigo. Y jodiendo», recuerda.

Fonseca no viene de la escuela del jazz. Ni se siente heredero de la tradición pianística cubana. Si se le pregunta por alguna referencia su respuesta es rápida: «Lilí Martínez». Y lo justifica: «Yo estaba mezclando uno de mis discos en el estudio en La Habana y vinieron a buscarme porque necesitaban un pianista arriba para la grabación del Guajiro Mirabal. Abro la puerta, veo a todos esos monstruos del Buena Vista, y yo cagao. Estaban escuchando No me llores más, cantado por Arsenio Rodrigues. Y de pronto se oye 'dale Lilí' y arranca el Lilí ése un solo. Aquello era como un estudio de Rachmaninov, pero a lo cubano».

Aunque escuchaba a Peruchín y a Bebo Valdés, prefería a Stevie Wonder o Earth Wind & Fire. Quizá por eso no está dispuesto a que le encasillen como pianista de jazz y, menos, de jazz latino: «El problema muchas veces es la agresividad. Hay que tocar rápido. Muchas notas y bloques. A ver quién hace más notas. Yo no quiero eso».

Fonseca se ha convertido en uno de los pianistas esenciales de nuestro tiempo. Es célebre y desmitificador. En julio pasado estuvo tocando en el desfile de la diseñadora francesa Agnès B. en el Men's Fashion Show de París. «Ves modelos por televisión y de pronto estás ahí usando su ropa. Todo el mundo se imagina a un músico cubano con tabaco, sombrero guajiro, camisa de guayabera o de flores, y un mojito. Yo no tomo ni fumo. Quiero que la gente sepa que en Cuba hay quien viste con traje o usa ropa igual que en otro lugar de Occidente. No sólo es playa con sol, palmera y maracas. También tenemos días lluviosos».

Fonseca, además de producir el disco de Ibrahim Ferrer, edita ahora su nuevo trabajo, el refinado Zamazu, en el que participan Omara Portuondo, Carlinhos Brown y Vicente Amigo. Y en producción, el brasileño Alê Siqueira, responsable de discos como el de los Tribalistas. Sin dejar de ser cubano suena distinto. Hay una pieza del surafricano Abdullah Ibrahim: «Cuando lo escuché me sacó de mi mundo y me puso en África"».

El disco empieza con el fragmento de una misa popular que canta la madre de Robertico. «Desde chiquito me fascina la dulzura que tienen los cantos a los orichas y la energía del toque de los tambores batás. Me impresiona cómo se concentra la gente, y la fe cuando piden que se aleje lo malo». Un camino espiritual que a Fonseca le interesa particularmente: hay batás en el intenso Clandestino y tambores abakuá en la bellísima Suspiro.

Llegó Cachaíto es su homenaje «a un músico que se expresa con el bajo. Tú le pones música clásica a Cachaíto y él te sigue; le pones a tocar jazz y lo hace bien; le pones a tocar hip-hop y también. Lo hace fácil porque se lo plantea fácil. Si tienes todo el conocimiento y el dominio del instrumento deja que el cuerpo te lleve».

Fonseca tocó con Herbie Hancock en Tokio en 2002. «Al final del concierto hacía una jam con ordenadores y dj's. Le oigo decir: 'Quiero invitar a fulano, mengano y sultano, y a Roberto Fonseca'. Me quedé petrificado. Empieza a tocar el piano conmigo y se levanta para dirigir. Yo pensaba 'no me puedo creer que yo esté aquí'. Con Wayne Shorter, Michael Brecker... La gente se volvió loca».


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