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El gran queso, 1956, óleo sobre tela. (Foto: Cortesía Museo Tamayo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 23 de abril, 2008. (RanchoNEWS).- Varias obras del artista que son consideradas –a pesar de él– dentro de la corriente que abanderara André Breton, están por ser expuestas en el país asiático. Una nota de Leticia Sánchez para MILENIO:
Rufino Tamayo (1899-1991) nunca se confesó como un pintor surrealista, pero su pintura cargada de imágenes insólitas, con escenas oníricas, llevó a los curadores del National Museum of Modern Arte de Korea, a elegirlo para que su obra forme parte de la exposición Surrealismo en América Latina, que se exhibirá a partir del mes de septiembre en aquella nación asiática.
La Fuente (1951), El gran queso (1956) y Bailarina en la noche (1946), son tres de las obras de Tamayo que se mostrarán en la magna exposición en Corea, adelantó Juan Carlos Pereda, especialista en la obra del pintor oaxaqueño y curador del Museo Tamayo Arte Contemporáneo.
Las obras no fueron solicitadas al Museo Tamayo Arte Contemporáneo, debido a que las 10 obras con que cuentan datan de los años 70 y 80, y la «época surrealista» del pintor se registró de los 20 a los 40.
Paradójico, además, resulta que las obras no las hallaron en México: En su tránsito por el Museo de Bellas Artes de Venezuela, los curadores coreanos encontraron lo que andaban buscando: obras de Tamayo con carácter surrealista.
¿Cómo llegaron esas obras hasta esa nación? La respuesta es sencilla: la producción de Tamayo fue tan vasta que los museos más importantes del mundo cuentan con algunas de sus obras.
En entrevista con MILENIO, Juan Carlos Pereda aclaró que Tamayo no se consideraba surrealista, incluso descartaba la posibilidad de pertenecer a esta corriente; sin embargo, muchos de los analistas, teóricos e historiadores del arte que han analizado su obra, coinciden en que él hacía una pintura tan poética, con recuperación de ciertas escenas oníricas, que resultan ser elementos propios del surrealismo.
En 1950, cuando Tamayo expuso su obra primero en París, Francia, luego en Bruselas, Bélgica, y posteriormente en Oslo, Noruega, André Breton le escribió el texto de introducción para el catálogo de la muestra, lo cual es muy significativo.
Lo que también llama la atención, refiere el curador mexicano, es que en la gran exposición surrealista de 1938, organizada por la Galería de Arte Mexicano, Tamayo no figuró porque no fue invitado. «Tamayo buscó expresar no situaciones, sino más bien ideas, fue un pintor que no hizo pintura anecdótica, o pintura donde pudiéramos encontrar una historia que se desarrollara dentro del cuadro, sino más bien resultan símbolos e imágenes que se transforman en poesía visual, sonora, rítmica y armónica».
Pereda expresa que, al lado de la obra de Tamayo, se exhibirán también obras de Jesús Guerrero Galván, Carlos Orozco Romero, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Frida Kahlo.
Momentos creativos de Tamayo
Las obras de Rufino Tamayo que se mostrarán en Corea, hablan de tres momentos distintos. El cuadro de La bailarina en la noche lo pinta el creador oaxaqueño en 1946, cuando estaba viviendo en Nueva York, en un momento álgido, marcado por el fin de la Segunda Guerra Mundial, es la época en que el pintor adquiere un enorme prestigio. «La bailarina en la noche se proyecta contra una galaxia y una enorme nopalera, es un personaje nocturno lleno de angustia, de emociones que busca expandirse hacia el universo», explica Pereda.
El gran queso es una obra que puede leerse desde una óptica más lúdica: es un personaje asombrado, abriendo los brazos en un gesto de gran gozo, pues se imagina que está disfrutando el sabor de ese queso rosado, de dimensiones descomunales. En cambio, La fuente es un cuadro muy analítico, donde Tamayo experimenta con el movimiento, muestra a tres personajes sentados alrededor de una fuente, donde cae un chorro de agua, al tiempo que se ven volando algunos pájaros.
En el extranjero
Hay una gran cantidad de museos en el mundo que tienen obra de Rufino Tamayo, la mayor cantidad de sus cuadros se puede encontrar en ciudades y museos de Estados Unidos porque vivió 15 años en Nueva York, de 1934 a 1949.
Durante todo ese tiempo, Tamayo tuvo un lugar privilegiado en el coleccionismo y en el mercado del arte contemporáneo y estos cuadros que inicialmente estaban en algunos acervos particulares pasaron como herencias, donaciones o compras a diversos recintos de la Unión Americana.
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