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En Montevideo jóvenes lectores expresan su pesar por la muerte del escritor. (Foto: Ap)
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de mayo 2009. (RanchoNEWS).- Los restos del poeta reposan, junto a los de su esposa Luz, en el Cementerio del Buceo. Decenas de niños acompañaron el cortejo fúnebre con rosas y claveles. Con información de Reuters, Notimex y Afp:
Con flores y aplausos, arropado por cientos de personas que lo sentían más un amigo, un familiar y un confidente que como un escritor, Mario Benedetti fue enterrado este martes en el Cementerio del Buceo, en la capital uruguaya, al lado de la tumba de su esposa, Luz López Alegría, en una ceremonia llena de tristeza, remembranzas y elogios a su obra literaria.
Puntual a las 10 de la mañana, el féretro del poeta salió del Palacio Legislativo, donde sus restos fueron velados durante todo el lunes, y se trasladó primero hasta el Panteón Nacional. Ahí se rindió un homenaje de Estado al autor de La tregua, con la presencia de varios de sus amigos más cercanos, entre ellos el cantante Daniel Viglietti y el escritor Eduardo Galeano.
Durante el recorrido entre el Congreso y el cementerio, se congregó de manera espontánea un torrente de personas que siguieron el ataúd sin formar aglomeraciones, tan sólo un acompañamiento cálido y silencioso de gente con algunos de los libros de Benedetti bajo el brazo y decenas de niños que acompañaron la procesión con rosas y claveles en la mano.
Dos emociones contradictorias se alternaban entre los presentes: mientras que algunos no podían contener las lágrimas por la muerte del autor de Gracias por el fuego, ocurrida el pasado domingo, al mismo tiempo se formó al paso de su cuerpo una lluvia de aplausos y de flores.
Pervive el niño que siempre fue
Una vez en el Panteón Nacional, el orador principal del acto fue el titular de la Dirección Nacional de Cultura, Hugo Achúgar.
«¿Qué se puede decir ante la muerte?, ¿qué frente a la desaparición física de Benedetti?», se preguntó.
«Hoy enterramos a un hombre bueno, al hombre de amplia sonrisa, al hombre que tuvo convicciones y peleó y sufrió por ellas. Hoy enterramos al oficinista, al enamorado, al militante, al actor de cine que hablaba alemán, al compañero de Luz, al uruguayo que rompió fronteras», dijo.
«Pero no enterramos al niño que siempre fue, que nunca dejó de ser, ese capaz de hacer el discurso político con el aire fresco de lo cotidiano. No, no enterramos al autor de Poemas de oficina, ni al novelista de La tregua, ni tampoco al ensayista, al polemista, al escritor. Enterramos su carne magra, su disnea, sus bigotes. Lo otro, su escritura, sus valores, ésos no los puede enterrar nadie.»
Por su parte, Viglietti señaló que el fallecido escritor representaba una «unidad dialéctica difícil de encontrar», por su valor tanto ético como estético, y afirmó que aunque Benedetti no tuvo hijos, «deja una gran descendencia, porque escribió 80 libros, y dedicó su vida a denunciar la injusticia».
Sin el poeta, dijo Viglietti, «nos quedamos más solos, huérfanos nos quedamos. No nos queda más que seguir haciendo la tarea sin Mario», quien «integra ya para siempre nuestra historia, nuestra identidad».
El presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, decretó duelo oficial hasta este martes y, luego de visitar la capilla ardiente el pasado domingo, manifestó que «una persona como Mario nunca muere».
De su lado, «el antipoeta» chileno Nicanor Parra también lamentó la muerte de Benedetti y le dedicó En la hora de su muerte:
«A lo más que puede aspirar/ Es a dejar dos o tres frases en órbita/ Que yo sepa don Mario dejó al menos una:/ la muerte y otras sorpresas/ ¡Señor mío, la frasecita!», es el texto que Parra dio a conocer la mañana de este martes.
La crónica de Efe
Unas 2 mil personas acompañaron hoy el último paseo del poeta uruguayo Mario Benedetti por Montevideo, que tuvo como destino final el Cementerio Central, donde sus restos mortales fueron sepultados en medio del respeto y la admiración.
Ariel Silva, quien fue el secretario y mano derecha de Benedetti hasta su muerte, ocurrida el pasado domingo, y amigos del alma como el escritor Eduardo Galeano y el cantautor Daniel Viglietti fueron algunos de los que cargaron el féretro con los restos del poeta a su salida del Palacio Legislativo, donde fueron velados todo el lunes.
Al pie de las escalinatas del imponente edificio el féretro fue subido hasta un vehículo, que lo trasladó, a paso humano, hacia el cementerio.
El paso del cortejo fúnebre por las calles del centro de Montevideo fue contemplado por centenares de personas, entre ellas muchos alumnos de escuelas públicas y colegios privados, congregadas en las aceras al igual que a la entrada en el Cementerio Central.
La caravana recorrió en medio de una lluvia de flores y de un silencio solo roto en ocasiones por los aplausos el kilómetro y medio que separa el Palacio Legislativo del Cementerio.
Montevideanos anónimos de toda clase y edad, y figuras de la política, la cultura, el sindicalismo y el deporte, así como diplomáticos de varios países, se acercaron hasta el Cementerio Central para despedir al autor de La tregua y Montevideanos, uno de los más importantes que ha dado la literatura en español en la segunda mitad del siglo XX.
El féretro, depositado en el Panteón Nacional, no lució símbolo religioso alguno pero fue cubierto por cientos de flores colocadas por la gente y por una pequeña bandera uruguaya, dejada por uno de los presentes.
En contraste con el día gris y lluvioso del velatorio, hoy el cielo de Montevideo lució azul, límpido y soleado.
«No tuvo hijos, pero nos deja una amplia descendencia. Nos quedamos huérfanos pero con un enorme legado, polémico y rico», afirmó el director de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, Hugo Achugar.
«Benedetti se jugó por sus ideas y su gente, y se fue cantando a la vida y denunciando las torceduras. Habría mucho para decir de su obra, que superó las barreras de las generaciones y vaya como muestra los aquí presentes, pero lo más importante es que hoy despedimos a un hombre bueno», agregó Achugar.
Para Daniel Viglietti, «Mario nos enseñó que la palabra ética entra dentro de la palabra estética».
«Benedetti fue un extremista del optimismo y la esperanza» , afirmó y «ello sin perder el ojo crítico. Hoy un río de gente lo acompaña en su despedida y está muy bien que así sea porque él creía en el prójimo sin demasiadas pruebas», agregó.
Viglietti destacó, además, el «firme apoyo» de Benedetti a la Revolución Cubana y su «compromiso de lucha por la libertad y la democracia, pero mucho más durante los años de plomo», en referencia a la dictadura uruguaya (1973-1985) durante la cual vivió exiliado en Argentina, Perú, Cuba y España.
«Querido Mario, te digo adiós pero no te lo digo, te despido pero no te despido, siempre estarás en mi y en el alma y el corazón de centenares de miles de personas que entraron a la poesía por la puerta grande de tus poemas. Hasta luego entonces, escribió su colega y amigo, el argentino Juan Gelman, a manera de saludo final.
Padres e hijos, abuelos y nietos se abrazaron emocionados y llorosos en el cementerio en un respetuoso adiós a Mario Benedetti.
El escritor nació en Paso de los Toros, en el centro de Uruguay, el 14 de septiembre de 1920 y murió en su casa de Montevideo el 17 de mayo de 2009.
Dejó casi tantas obras como los 88 años que vivió y en casi todos los géneros.
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