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martes, mayo 19, 2009

Noticias / España: Umberto Eco recibe la Medalla de Honor del Círculo de Bellas Artes

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El escritor y semiólogo. (Foto: Óscar Monzón)

C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de mayo 2009. (RanchoNEWS).- Umberto Eco «Si quiero dejar un mensaje para la posteridad, prefiero hacerlo en forma de libro». Una nota de Alberto Ojeda/Ivana Saccone para El Cultural:

Umberto se ha presentado hoy en el Círculo de Bellas Artes ante la prensa con su característica barba rasurada. Los calores del verano que se acerca quizá hayan influido en esta decisión sobre su imagen. Pero parece que hay algo más detrás de ello. Algo que tiene que ver con su concepto del intelectual: «Esta figura es un mito ideado por la izquierda, que solía ser más culta que la derecha, y por eso lo ha magnificado». El semiólogo intentaba quitarse importancia.

Lo hacía ante el bombardeo de preguntas variadas y dispares que le planteaban los periodistas con los que se ha citado en el Círculo de Bellas Artes, institución que le concederá su Medalla de Honor. A Eco le preguntaban por muchos futuros: el de los periódicos, el del terrorismo, el de la televisión, el de la novela, el de la economía... Llegados a este punto el autor de El nombre de la rosa advirtió a los presentes: «Es un error pensar que intelectuales tienen capacidades proféticas. No sé cuánto va a durar esta crisis. No sé si durará lo suficiente para que la gente cambie sus hábitos, como por ejemplo pasar del coche a la bici». Y remachó con retranca: «También puede suceder que surja un grupo de revolucionarios que se dediquen a quemar los edificios y ello su suponga mayor contaminación».

Umberto Eco sólo se permitió proyectar sus teorías en el tiempo sobre un asunto. Tiene claro que no nos libraremos de los libros tradicionales. Los soportes digitales, a su juicio, no los desplazarán por completo. Y contó que acababa de visitar la Biblioteca Nacional, donde había visto volúmenes de 1.000 años de antigöedad, lo que comparó con la corta vida de los disquetes flexibles, que ahora ya no sirven de nada porque no los leen los ordenadores. «Si quiero dejar un mensaje a la posteridad, prefiero hacerlo en forma de libro», concluyó.

El escritor italiano, de 77 años, no estaba por labor de ponerse serio. Por eso cuando le pidieron que valorase el galardón recibido se limitó a reflexionar lo siguiente: «Cuando a uno le dan un premio, si es un poco inteligente, sabe que no se lo conceden por méritos propios. A mí me lo han dado porque caigo bien a unas determinadas personas, y si estas son simpáticas pues es una alegría».

El novelista pausado

El profesor de semiótica siguió con el tono humorístico cuando le intentaron sonsacar si tenía previstos publicar una novela en breve. «Sólo hablaré en presencia de mi abogado», dijo. Apagadas las risas en la sala, explicó que el necesita mucho tiempo para escribir ficción: «Entre El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault transcurrieron ocho años, y mi última novela [La misteriosa llama de la reina Loana] apareció hace cuatro». Y el profesor de semiótica despachó la cuestión con un lapidario «estoy pensando».

Su gesto, ahora imberbe, si adoptó cierta seriedad cuando el nombre de Berlusconi salió a relucir en la conversación. Eso sí, en ningún momento se le crispó. Alguien se planteaba que está sucediendo en Italia para que un personaje tan excéntrico como Il cavalieri haya llegado al poder a través de las urnas. «No pasa nada. Los italianos son así. Primero respaldaron el fascismo y sólo lo abandonaron cuando murieron un millón en ello en Rusia. Luego mantuvieron en el poder 50 años a la democracia cristiana. Y ahora les gusta un tipo bajito que cuenta chistes. Hará falta esperar que haga morir a otro millón de italianos para que dejen de apoyarlo».

No dejó pasar la ocasión Eco para lanzar más ataques al controvertido primer ministro milanés. El siguiente lo desencadenó, con sarcasmo refinado, cuando le planteaban qué libro le regalaría. «Creo que no le daría ninguno, porque él mismo ha reconocido que no se lee ninguno desde hace 20 años». Aunque acto seguido lo pensó mejor: «Creo que le regalaría Lolita». El autor de Baudolino pensaba en las últimas noticias publicadas sobre Berlusconi, que figuraba entre los invitados de una modelo de 18 años.

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