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El escritor, captado durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, de 2008. (Foto: Arturo Campos Cedillo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de mayo 2009. (RanchoNEWS).- El narrador participó en conferencia madrileña para promover la FIL de Guadalajara. «Pensaba que los escritores eran gente fascinante, pero la mayoría son una desilusión». Las grandes revoluciones ocurren dentro de las personas, expresó en la Casa de América. Una nota de Armando G. Tejeda corresponsal de La Jornada:
El escritor portugués António Lobo Antunes se reconoce a sí mismo, a sus casi 67 años, como aquel niño solitario que con candor observaba los acontecimientos que iban marcando su vida.
Así, con esa mirada infantil se vio de pronto inmerso en lo que llama «el mundo editorial» –ese conglomerado en el cual editores, empresarios, escritores y periodistas «trituran» al creador–, convirtiéndose de pronto en un autor de prestigio.
Detrás de esa perspectiva inocente había una convicción honda, que mantiene viva: «la literatura y los libros, como los cuadros y la pintura, o como la música y el cine, son la única manera que tenemos de vencer a la muerte».
Lobo Antunes, nacido en Lisboa en 1942, es uno de los narradores más heterodoxos y sui generis del panorama literario iberoamericano. Su obra, escrita incluso desde las trincheras de la guerra de Angola, donde perdió a más de 150 compañeros de su batallón, habla en primera persona de la infancia, del desamor, del desarraigo, de la soledad extrema y de la muerte.
Triturado por el mundo editorial
En la Casa de América de Madrid, en una conferencia organizada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para promocionar la cita anual, Lobo Antunes, reconocido con el Premio FIL de Literatura de Lenguas Romances de 2008, narró sus primeras incursiones literarias, pero también hechos más recientes que le han dejado una huella indeleble: el cáncer que le diagnosticaron hace sólo dos años y medio, después de un viaje a México, cuando pensó que le había dado «la venganza de Moctezuma», y que superó gracias a la quimioterapia, la radioterapia y a que no hubo metástasis.
«El mundo de la literatura y de los libros es muy raro para mí. Nunca pensé en publicar; escribía los libros y los rompía después. Lo que me interesaba era escribir, porque era una actividad secreta, pero cuando tenía unos 30 años un amigo mío vio una cosa que escribí y la llevó a la editorial, que la rechazó, por supuesto. Sin embargo, fue publicada dos o tres años después, por otra editorial pequeñita y en pleno verano, justo cuando las personas en Portugal no compran libros porque se van a la playa. Me fui de vacaciones y cuando volví me di cuenta de que el libro estaba en todas partes. Fue una sorpresa enorme. Aquí en España fui rechazado por casi todas las editoriales».
Pero la decepción se hizo presente poco después en el creador de obras como Mi nombre es legión o Memoria de elefante: «Yo pensaba que los escritores eran gente fascinante, pero debo decir que la mayor parte han sido una gran desilusión. Después de que entré en ese mundo editorial y de los periodistas, me sentí triturado. En Francia, por ejemplo, me hicieron firmar para cuatro libros que no había escrito. Y eso me sorprendió muchísimo. En este tiempo he conocido gente muy buena y grandes periodistas, pero también cosas como la competición, la envidia y los celos. Y me sorprende, porque yo pienso que los buenos libros y, por tanto, los escritores, son como los tigres, que no se devoran entre ellos».
En cuanto a su visión de la literatura y la razón última por la que escribe, Lobo Antunes explicó que «la literatura y los libros, como los cuadros y la pintura, o como la música y el cine, son la única manera que tenemos de vencer a la muerte. De vencer al tiempo. De volver a nosotros una dignidad que las mujeres y los hombres merecemos y que tantas veces no tenemos».
El escritor portugués, cuyo nombre suena cada año para obtener el Premio Nobel de Literatura, recordó que él mismo vivió una revolución, pero que cuando acabó, en 1974, «la gente lo que tenía era miedo, porque de repente todo era posible. Las personas estaban habituadas a no hablar de política, porque no se sabía quiénes eran los soplones de la policía política, y la gente tenía miedo de las prisiones y de los campos de concentración. Sin embargo, las grandes revoluciones son las interiores. Nosotros somos como casas muy grandes y vivimos solamente en dos o tres habitaciones.»
Innovador en la narrativa
La obra de António Lobo Antunes se caracteriza, entre otras cosas, por su capacidad para crear nuevas formas narrativas, llegando incluso a tensar hasta la extenuación las normas ortográficas y de sintaxis.
Al respecto, el narrador manifestó: «lo que yo quería hacer con los libros no era contar historias, intrigas o personajes. Lo que yo quería era muy sencillo y modesto: cambiar el arte de escribir, cambiar la literatura y a través de ésta cambiar la manera de ver las cosas frente a la vida», señaló.
«Para ser sincero, sólo merece la pena escribir si estás seguro de que eres el mejor. Pues tienes que escribir contra los autores importantes, contra Tolstoi, Gogol y contra todos los que te gustan y han sido importantes para ti. Y esa es la única revolución posible, pues tienes que hacerlo al mismo tiempo con mucha humildad, porque no sabes nada de escribir. Así que escribir es muy difícil, por eso me sorprende muchísimo que se publique tanto», subrayó António Lobo Antunes.
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