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La conservera, del centro de Arte Contemporáneo de Murcia. (Foto: EFE)
C iudad Juárez, Chihuahua. 18 de febrero 2010. (RanchoNEWS).- Los calificativos para definir la nueva edición de Arco amanecieron ayer instalados en el terreno de lo «algo gris» para terminar en el de lo «rematadamente desangelado». Las caras de los galeristas se antojaban demudadas al principio del sarao, cansadas por los días previos de montaje, sí, pero sobre todo, por el pulso que han mantenido con Ifema acerca del porvenir de la cita, su «excesiva mercantilización» y ciertas declaraciones «ofensivas» de su director Luis Eduardo Cortés (a quien no se le esperaba ayer). Una nota de A. García / I. Seisdedos para El País:
Los coleccionistas (era su gran día) recibieron más atenciones de las habituales (aunque a Norman Foster y Elena Ochoa les negaran un café en la sala VIP), los compradores institucionales se paseaban con gesto un tanto desganado, quién sabe si porque tanto recorte lo hace todo menos divertido, y las páginas de economía de los diarios y los periódicos salmón aterrizaron en la feria con el habitual cargamento de malas noticias para las cuentas españolas. Y esto del arte contemporáneo, ya se sabe, es en buena parte una cuestión de números.
Unos y otros, es cierto, anduvieron a sus anchas. La caída del número de galeristas (50 expositores menos en dos años hasta una cifra de 207) daba una sensación de amplitud algo incómoda, por más que Lourdes Fernández, directora de la feria, negara la mayor. «No ha aumentado el espacio», decía ella, mientras Juana de Aizpuru, inventora de todo esto, se preguntaba si con «un pabellón y medio no habría sido suficiente». «Tampoco ha habido galerías que se hayan borrado a última hora», añadía Fernández, a lo que un participante respondía: «En el primer plano que recibimos daba la sensación de haber muchas más». Lo cierto es que algunos espacios entre expositores parecían más aptos para la práctica del fútbol sala que para un paseo a la caza de las obras más interesantes, sorprendentes o provocadoras que verá el público general desde mañana (hoy es el día de la inauguración de los príncipes). Lo que sigue es un recorrido por algunos puntos calientes de un Arco en la encrucijada.
- Sexo, drogas y comisarios (de arte). Desagradablemente hiperrealista por vocación, el grupo escultórico de figuras de poliuretano pintadas al óleo que Enrique Marty, artista madrileño, expone en la galería Espacio Mínimo, presenta en plan viejos rockeros depravados a Harald Szeemann, Robert Storr, Jan Hoet y Benjamín Buchloh. Comisarios, historiadores o directores de museo son algo así como los cuatro jinetes del Apocalipsis del arte contemporáneo. ¿Un chiste para iniciados? «Curatadeus [así se llama la obra] es mi homenaje a estos cuatro tipos, que son los dioses de este negocio», afirmó ayer el artista.
- «Delicatessen» latinoamericanas. La galería de Jorge Mara, llegada de Buenos Aires, presenta una de las selecciones más conjuntadas y sorprendentes de este Arco, basada en el arte latinoamericano de vanguardia, tan reivindicado últimamente. Entre las piezas, sobresalen dos series: las pinturas vagamente constructivistas que en los años treinta la uruguaya Amalia Nieto dedicó a propósito de «Petruchka, de Stravinski» a su marido Felisberto Hernández, pianista nómada y escritor extraordinario y un diálogo entre los exquisitos garabatos del argentino León Ferrari y los trazos del poeta y pintor Henri Michaux.
- ¿Y si...? Shoshana Wayne es una de las 17 galerías de la delegación de la ciudad de Los Ángeles, ciudad invitada a Arco. Un vídeo firmado por Dinh Q Le y titulado South China Sea Pishkun (2009) plantea desde una pantalla de plasma una peculiar distopía, un final alternativo para la guerra de Vietnam. Destartalados helicópteros despegan escasos de combustible y uno tras otro van cayendo sobre el mar. Está realizado con animación digital.
- La milla de oro. La concentración de maestros y millones es apabullante en Edward Tyler Nahem (Nueva York), . Aquí está una de las candidatas a pieza más valiosa de la feria: un inquietante autorretrato de Francis Bacon de 1987 que se vende por 1,63 millones de euros y que quizá no sea tan caro si se piensa que, hace sólo dos años, la estrella de Arco fue otro bacon... pero de 23,2 millones. A su lado, un lienzo del pintor alemán Gerhard Richter, valorado en 750.000 euros y, entre dos importantes piezas de los Tàpies y Saura, un andy warhol de 1979 (210.000 euros).
- Feminismo y poder. La galería milanesa Prometeo di Ida Pisan es sinónimo de arte político y de denuncia. En su espacio se combinan grandes fotografías de la artista guatemalteca Regina José Galindo (tratan de las violaciones que suceden impunemente en su país) con un vídeo estrenado en la bienal de Venecia de 2006 que carga contra la indiferencia de la población ante la violencia contra las mujeres. En la pantalla se ve a la artista desnudarse junto al Arsenale. Nadie la mira. Ni siquiera cuando procede a afeitarse el pubis entre los viandantes.
- Fantasmal Santiago Sierra. Era el acontecimiento del día. Una performance en la que se esperaba a este artista abonado a los titulares de prensa. Se titula No y es la propuesta de Helga de Alvear (compartida con Ida Pisan) para ese espacio de galerías comisariadas (un único artista con un proyecto) llamada Solo Projects. La obra, que se dejará ver por todo el recinto ferial, partió de Lucca, en el Norte industrial de Italia y ha seguido por Berlín, Bruselas y varias ciudades de Estados Unidos. Ayer entró en el recinto ferial pasadas las cinco de la tarde por la puerta principal del Pabellón 10. Lo hizo sobre un carrito de ruedas en medio de una multitud formada por periodistas, artistas y galeristas, que buscaron a Sierra. Estaba de incógnito.
- Viaje a un planeta desconocido. Es lo que propone Jennifer Steinkamp en el vídeo presentado en Solo Projects por Soledad Lorenzo, galerista que también acude a Arco con un stand en el progama general.
- Hockney 3.0. L. A. Louver ofrece cuatro grandes serigrafías de David Hockney. Pertenecen a la nueva etapa del artista, en la que el pintor de la desolación californiana ha dejado los pinceles y la paleta por los píxeles y el ratón de ordenador. La emoción, por suerte, no se ha perdido en la traducción informática.
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