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Jacobo Martínez de Irujo, editor, conde de Siruela e hijo de la duquesa de Alba. (Foto: EFE / Kote Rodrigo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de febrero de 2010. (RanchoNEWS).- Desde la Ciudad de México, Yanet Aguilar Sosa de El Universal nos ofrece la siguiente conversación que sostuvo con el editor español Jacobo Siruela con motivo de su visita a nuestro país:
La editorial Atalanta comenzó y se mantiene, como un ejercicio de libertad a toda prueba. Esa empresa librera que fundó en 2005 el editor español Jacobo Siruela, tiene entre sus valores supremos hacer libros artesanales, de gran calidad. «Uno fabrica un objeto platónico que es el libro, pero tiene que cuidarlo en todos los detalles y tiene que unir al placer intelectual el placer sensual».
Ésa es regla de oro para el editor que en menos de cinco años y con tres colecciones perfectamente delineadas, se ha instalado de nueva cuenta –como lo hizo de 1982 a 2004 con la mítica Ediciones Siruela– en el gusto del lector exigente. Atalanta no publica más que 10 libros al año y sin embargo es sinónimo de calidad. «Esta editorial no tiene pretensión de ganar dinero, evidentemente tampoco tiene pretensión de perder; es una nueva andadura en la cual queremos hacer libros muy cuidados, libros que no tienen nada que ver con las pautas del mercado, por el contrario, intentamos que el mercado se adapte a nuestras propias pautas», comenta Siruela.
El editor, que junto con su esposa Inka Marti emprendió Atalanta desde su casa de campo, asegura que entre esta nueva editorial y Siruela hay muchas confluencias, pues ya desde los 80 perseguía los mismos temas; la diferencia es que ahora sólo publica 10 títulos al año, que se publican en las tres colecciones: Ars Brevis, Memoria Mundi e Imagirario Vera, y que salen de la investigación puntual que hace junto con su esposa. «Es una editorial que a pesar de la enorme diversidad y eclecticismo tiene una unidad y trata de decir algo», dice el editor que está de visita en México.
La segunda historia de éxito
Siruela reconoce que les ha ido bien, pues empezar una nueva editorial a los 50 años, después de haber dirigido otra casa que tuvo bastante éxito y que llegó a facturar mil millones de pesetas, es tremendo, sobre todo cuando Atalanta la hacen desde su casa de campo en Ampurdán, él, su mujer y una secretaria. «Es una editorial campestre y cibernética y es también un ejercicio de humildad enorme porque fue empezar de cero».
Esa convicción de ser un editor que se ha salido del juego que emprenden otros editores en su lucha por fichar al autor de moda, ha convertido a Jacobo Siruela en un editor rebelde. Él lo confirma: «Sí, desde luego soy un editor rebelde, no concibo la vida sin cierta rebeldía, pero hay que fundamentarla; la rebeldía tiene que ser de orden, tiene que estar cimentada en cierto pensamiento. La rebeldía juvenil no me interesa como tampoco me interesa la transgresión fácil».
Es un crítico severo de la industria editorial, de las luchas intestinas que generan los editores en su lucha constante por conseguir a tal autor, le recuerdan un poco los compañeros del colegio. Jacobo Siruela va a contracorriente. «Yo no voy a la feria de Franckfurt, no vengo a la feria de Guadalajara, acudo fuera de temporada, si tengo que contratar a un autor tomo un avión y voy a verlo. Vivo un poco al margen. Pero esa manera de vivir al margen crea un espacio de libertad importante que se refuerza con lo que quieres llevar a cabo y va en beneficio de la intensidad de lo que haces», dice el también diseñador de los libros.
Las virtudes de Siruela
Su punto de arranque como editor siempre ha sido encontrar un hueco en el mercado editorial. «Cuando un editor empieza debe encontrar ese hueco, es su única manera de pervivir ante un mundo que quiere volverse homogéneo, hacer algo que sea distinto. Luego hay tal oferta de libros que el lector y el librero agradecen que un editor tenga una idea clara, confían en que su olfato y su manera de ver las cosas los orienta», comenta.
A Jacobo Siruela no le gusta el libro que se usa y se tira, sino los que se quedan. Sus textos son un poco más caros del promedio, pero tienen un cuidado de artesano. Otra de las características del editor es su afán de huir de la superstición contemporánea y no porque no le guste el arte o la literatura contemporánea: «La cultura es una y cada vez más hay una especie de ignorancia de lo que es la cultura a partir del siglo XVIII para atrás; nosotros apostamos a eso, sin descuidar lo contemporáneo».
Editor libre
El editor asume en todo momento su pasión por la edición y por Atalanta como un ejercicio de libertad.
«Seguimos libres porque esto es lo que nosotros encarnamos, por eso podemos hacer libros más arriesgados, sobre todo en ensayo. Son libros que de alguna manera ya no están en la perspectiva moderna, sino en una perspectiva transmoderna. Atalanta es una editorial del siglo XXI que de alguna manera tanto en su composición pequeña y ágil, como en los planteamientos que ofrece, es ultramoderna, está más allá de la modernidad, no es que quiera desprenderme de la modernidad, pero hay que ir un paso más allá».
El hombre de 50 años y cabello platinado hizo un ejercicio de libertad al vender Siruela y retirarse al campo, entonces se dio cuenta que «en el siglo XXI podía hacer una editorial desde el campo». Jacobo Siruela se hizo editor por pasión: «Empecé a editar porque me gustaba leer y quería publicar lo que me gustaba, por eso dejé de publicar, ya no podía leer. Editar no es un oficio, es una pasión y creo que la pasión acabará conmigo».
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