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El poeta a sus 91 años. (Foto: Gentileza Marisa Negri)
Ciudad Juárez, Chihuahua, 11 de julio 2011. (RanchoNEWS).- El viento balbucea que todo es posible. Acicateado por el eco de un hambre eterna, ese tesoro apodado Chiquito es uno de los más grandes buscadores de la poesía argentina. Un gigante sencillo y humilde que no ceja en su afán de dar con la palabra «absoluta». A los jugadores que pueblan sus mejores páginas, «le mataron la flor con el macho de espadas». Aunque no sea ésa la ley del truco. Poco importa: juegan a fondo las cartas de la vida sin que la seguidilla de pérdidas erosione las ilusiones, sin que la rueda se detenga. La ruleta avanza, obligando a perder eternamente. Como los mineros, esos compañeros de ruta que evoca, sigue sendereando tras el oro que lo haga rico «endeveras». Sus poemas invitan a afinar el oído y enhebran un sutil filosofar. Chiquito da en el blanco: «el juego es hermoso, pero el camino es triste». Su voz no renuncia al arma afilada de la ironía, siempre lista para rebajar las penas que lo acechan. «Si fuéramos monos/ le pediría a un amigo me despioje las cejas;/ pero lo hago yo mismo buscando de ver claro/ y pensar de otro modo con entusiasmo vivo». Chiquito, el poeta sanjuanino Jorge Leónidas Escudero, hace tiempo que tiene las espaldas a cubierto para que el olvido no lo dañe. La publicación de su esperada Poesía completa (Ediciones en Danza) confirma la radical originalidad de una obra poética que se niega a ser encorsetada en una línea estética y que es tan intensa como la leyenda que se tejió en torno de este alquimista capaz de transformar en oro todas las palabras. Una nota de Silvina Friera para Página/12:
Esa piedra sensible –título de su tercer poemario–, su obra completa, tiene 749 páginas. Incluye desde el primer poemario que Escudero publicó, La raíz en la roca (1970), cuando tenía 50 años, hasta el último Aún ir a unir; veinte libros que llegan, además, con una yapa: siete poemas inéditos. La formación de este poeta no echó raíces en la «ciudad letrada», a pesar de que cursó estudios de agronomía. Pronto abandonó las aulas para cuerpearle a la vida y entregarse a la travesía de hallar oro en las montañas de su provincia. Pero en ese andar queriendo encontrar las piedras para hacerse rico con el mineral, el tesoro nunca apareció. Chiquito rumbeó con sus manos, sus oídos y su mirada para otros pagos, sin moverse de su terruño. Se empleó como oficinista y dio rienda suelta a otra de sus grandes pasiones, el juego en la ruleta, «tratando de arrancarle algún numerito al futuro». La edición de la Poesía completa de Escudero (San Juan, 1920) era un viejo anhelo. Cuando Javier Cófreces, poeta y editor de Ediciones en Danza, tuvo los poemas de Chiquito frente a sus ojos, asombrado por el hallazgo, decidió publicar algunos en las páginas de la revista La danza del ratón, antecesora de la editorial.
Una pieza imprescindible de esta maravillosa historia es Rogelio Ramos Signes, poeta y narrador nacido en San Juan pero radicado en Tucumán. Allá por 1985, ansioso por descubrir un autor que le llamara la atención, entró en la librería sanjuanina Palma. Entonces se cruzó con un ejemplar de modesto porte, Le dije y me dijo (1978), de un tal Jorge Leónidas Escudero. Ramos Signes comenzó a hojearlo y tuvo la certeza inmediata de que estaba ante algo diferente. Y lo asaltó un presentimiento, algo relacionado con el olfato o con las «vecindades afectivas», cuando entre poetas media la amistad. Compró otro ejemplar para regalárselo a su amigo Cófreces. Y no se equivocó. Cófreces supo detectar el lenguaje despojado de gravedades de Chiquito, esa persistente demolición de estereotipos, golpeando palabras y silencios de espaldas a las modas poéticas y a una Buenos Aires que se cree el ombligo del país. A partir de 2001, Cófreces se convertiría en el editor de Escudero. Poco a poco, con el correr de los años y los libros publicados, la obra del poeta sanjuanino circuló en medios del exterior, americanos y europeos. Ayudaron a elevar la espuma del interés las antologías editadas acá –también por Ediciones en Danza– y en México, y el documental sobre la vida y obra de Chiquito, Oro nestas piedras (2008), dirigido por Cristian Costantini, Leandro Listorti y Claudia Prado.
Mayor información: Jorge Leónidas Escudero
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