Rancho Las Voces: Literatura / España: La nueva ola de la literatura japonesa
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

miércoles, agosto 31, 2011

Literatura / España: La nueva ola de la literatura japonesa

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La gran ola de Kanagawa es la obra más conocida del pintor y grabador Hokusai (1760-1849), de la escuela ukiyo-e del periodo Edo. (Foto: La Vanguardia)

C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de marzo de 2011. (RanchoNEWS).- La literatura japonesa vive un boom en España. Los títulos de autores japoneses se multiplican. Toda editorial que se precie debe tener el suyo. Y encima se venden bien. E incluso una, Satori, se dedica exclusivamente a publicar obras del imperio del Sol naciente. El boom tiene algunas explicaciones obvias. Por un lado, el nuevo niponismo, que se extiende por la comida, el cine, los manga, la moda o el arte, como muestra la exposición de Yayoi Kuzama en el Reina Sofía. Por otro lado, el increíble éxito global de las novelas de Haruki Murakami, que en España se ha repetido con otros autores contemporáneos japoneses como Kyoichi Katayama –Un grito de amor desde el centro del mundo (Alfaguara)– o Hiromi Kawakami: siete ediciones lleva El cielo es azul, la tierra blanca en Acantilado, que en noviembre editará los relatos de la autora Abandonarse a la pasión. Del éxito forman parte incluso clásicos como Natsume Soseki (1867- 1916), premio Llibreter por Botchan (Impedimenta), y del que se han recuperado numerosas obras: Kokoro (Gredos), Sanshiro (Impedimenta), Soy un gato (Impedimenta) o El caminante (Satori), escribe Justo Barranco para La Vanguardia.

Un espejo invertido. Sin embargo, profundizando en las explicaciones de este boom con profesores y editores, aparecen algunas ideas reveladoras: lo japonés «como espejo puesto al revés de nosotros mismos, como la figuración más exquisita del Otro para los occidentales», sugiere el profesor y traductor Carlos Rubio, autor del clarificador manual Claves y textos de la literatura japonesa (Cátedra) y del delicado El pájaro y la flor. Mil quinientos años de poesía clásica japonesa (Alianza). Un Japón que hoy es una sociedad industrial y avanzada como las occidentales pero con costumbres tan distintas que resultan fascinantes. Una fascinación que, sugiere Rubio, viene de lejos: ya en 1585, recuerda, se escribió el divertido Tratado de las contradicciones y diferencias de costumbre entre los europeos y japoneses. Por eso, Rubio señala que no cree que estemos viviendo un nuevo niponismo, sino que todavía continúa el que comenzó hace 140 años, cuando Europa descubrió el Japón que se abría durante la restauración Meiji.

Murakami, la punta del iceberg. Para Enrique Redel, de la editorial Impedimenta, una de las que ha apostado fuerte por la literatura japonesa –acaba de publicar Flores de verano, de Tamiki Hara, conmovedor relato sobre Hiroshima, y La bailarina, de Ogai Mori, sobre el amor y la renuncia– dice que «el fenómeno Murakami no ha sido casual, es la punta del iceberg. Los libros japoneses de nuestro catálogo son los más vendidos. Si publicas uno, estás abonado al éxito. Mucha gente ha crecido con cultura japonesa en la televisión, el cine, los mangas, y ahora le parece atractiva su literatura. Además, hay un extraordinario componente de rareza, diferente a la consabida, y un elemento mágico, fantástico, muy importante, sea en Murakami o Soseki. A la gente le engancha. Un mundo muy potente que trata de mitos que tenemos interiorizados de manera diferente, como el del guerrero, el perdedor o el que se ríe de sí mismo, muy japonés». En su editorial recuperan en octubre Y entonces, segunda parte de Sanshiro y el próximo año, la tercera, La puerta, ambas sobre el enfrentamiento individuo-sociedad.

Huir de la vorágine. María Fasce, editora de Alfaguara, que tras el éxito de Kyoichi Katayama con Un grito de amor desde el centro del mundo publicó otra novela del autor, El año de Saeko, y otra de Takuji Ichikawa, Sayonara, Mio, en vez de por los clásicos ha apostado por los autores actuales, escritores de «una ola llamada del amor puro, de amor y sentimientos». La novela de Katayama ha vendido en Japón más que Tokio blues (Tusquets / Empúries) de Murakami, siendo la novela más vendida de la historia japonesa con 3,5 millones de ejemplares. «Ellos, como Murakami, interesan a los lectores españoles porque tienen un tempo muy japonés al hablar de las relaciones humanas y el papel del hombre en el mundo, pero lo hacen en escenarios muy reconocibles para los occidentales. Todos muestran una especie de necesidad o de refugio frente al vértigo de la sociedad actual. Una reflexión sobre lo difícil que es la vida en una época de aceleración en la que parece no haber tiempo y sí falta de comunicación. Su salida es respetar los ciclos de la naturaleza, el paso de las estaciones. Muestran un tiempo diferente, hay un elogio de la lentitud, diálogos, paseos, su éxito no es casual».

Japón nos rodea. Para Alfonso García, de Satori, «manga, anime, cine, sushi, ikebana o bonsáis son factores que han atrapado a la gente de diferentes formas. Yo empecé con la historia y las artes marciales y acabé creando la editorial», sonríe. Una editorial que, dice, quiere profundizar en los maestros japoneses, de los cuáles en breve publicarán El salto del Monte Koya, de Izumi Kyoka, el Poe japonés, historias cortas llenas de misterio y exotismo, El precepto roto, de Shimazaki Toson, una de las mejores novelas sociales de Japón, o La vida de un idiota y otros relatos de Rynosuke Akutagawa, la mente de un artista al borde de la locura.

Más allá de Mishima y Oé. Para el profesor Carlos Rubio, que ahora traduce una novela de Yukio Mishima –«las que escribía en revistas femeninas y que más vendía»– hay mucho aún por traducir. Y lo bueno, señala, es que se están dando a conocer autores más allá de Mishima o de los Nobel Kawabata y Oé, de quien Anagrama edita en noviembre Cuadernos de Hiroshima. En su opinión, «el fenómeno de Murakami –Tusquets publica en octubre el libro tercero de su 1Q84– o Banana Yoshimoto –también Tusquets ha publicado sus Recuerdos de un callejón sin salida– se inserta en el deseo por lo japonés, no es tanto conocimiento como afición por una sociedad moderna y avanzada, pero lejana, de estética exquisita y comportamientos distintos. Una imagen igual, pero invertida. De hecho, Japón rompió desde el principio el molde de país colonizado al que se le venden espejitos. Incluso agredió y colonizó a sus vecinos», recuerda Rubio.

La literatura del agua. Además, Rubio ofrece algunas claves de la literatura japonesa. Para empezar, la metáfora del agua, omnipresente, por ejemplo en Murakami. «Es el elemento purificador, que lava. Es muy fuerte en Japón porque el sintoísmo se basa en ritos de purificación no en dogmas». Luego, la espuma de las olas o el rocío hablan del mujo, de la fugacidad de la vida humana. Los personajes piden continuamente perdón, quieren quedar siempre bien: es la limpieza moral del buen nombre, no permitir que el otro tenga un recuerdo ensuciado de ti. la moralidad japonesa es siempre social, no de conciencia. Luego, el aspecto visual y sensorial de la literatura frente a lo cognitivo. Hay una gran plasticidad del lenguaje, que tiene que ver con sus ideogramas. Y siempre es muy importante la naturaleza para sugerir estados de ánimo. «El sintoísmo es una relación personal con la naturaleza, entre tú y lo que te rodea, no es dualista, con creador y criatura, como en Occidente, sino que eres parte de esa naturaleza y tienes una deuda con ella, así que se lo agradeces».

Contra el efecto kimono. El peligro, dice Rubio, es el efecto kimono, que se valoren las obras por ser exóticas. Sobre todo porque en realidad es un mundo que tiene que ver con el nuestro. No sólo Murakami, que, dice Rubio, tiene envoltorio occidental pero es enormemente japonés y cuyo gran tema «es la orfandad de los personajes, una profunda crisis de valores, de referencias, de autoridad». «Son también muy interesantes para hoy las novelas de la época Meiji, de 1868 a 1912, como las de Soseki, una época de búsqueda angustiosa de la identidad por los escritores japoneses una vez que lo occidental ha convulsionado sus valores. Hay aislamiento, incomunicación, se plantean hacia dónde van».

Satori, una editorial para Japón

Alfonso García era aficionado a la cultura japonesa y, dado el hueco que veía en el mundo editorial, donde faltaban muchos autores nipones importantes, creó en Gijón la editorial Satori (Iluminación) con el apoyo de traductores y profesores como Carlos Rubio. «Hay un auge de la literatura japonesa impulsado por las pequeñas editoriales», dice García, Editoriales de tamaño pequeño y medio como Impedimenta, Acantilado, Hiperión, Atalanta o Siruela. Incluso las editoriales más jóvenes, como Alfabia o el Ático de los libros se han sumado con Teru Miyamoto y su novela sobre la culpa y la redención Kinshu. Tapiz de otoño y con los experimentos médicos en la Segunda Guerra Mundial de El mar y el veneno, de Shusaku Endo, de quien Edhasa ha publicado Escándalo y Silencio. Pero la apuesta de García es más radical: todas las obras de Satori son novelas japonesas o libros sobre Japón. Acaba de publicar Namiko, novela de amor y guerra de Tokutomi Roka, y El caminante, de Soseki. En ensayo, Sombras del gaijin (extranjero) Lafcadio Hearn –del que Acantilado publicó En el país de los dioses– o El teatro japonés y las artes plásticas.

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