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El cantante durante un concierto. (Foto: El Mundo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 24 de agosto 2011. (RanchoNEWS).- Vuelve el coco. Vuelve Tom Waits. Lo hace tras siete años sin canciones nuevas. Su criatura, recién cocinada, responde al nombre de Bad as me. Una fumata de veneno, un cóctel ponzoñoso de blues, country, gospel, rock and roll primitivo y jazz desdentado en el que repasa su historia, mitos y obsesiones con el sable en la boca. Los violinistas del coro, los mandarines del cementerio, hace siglos que le otorgaron el certificado de buena conducta. Fue admitido en el Rock and Roll Hall of Fame; apadrinado, ojo, por Neil Young, otro francotirador. Pero la mula vieja y sabia, la voz que profana versos, que incendia paraísos de opio y lodo, esa flor podrida, hija de Baudelaire y Charley Patton, sigue a su bola. Ajena a modas, intereses, banderías y marketing. Una nota de Julio Valdeón Blanco para El Mundo:
El disco, que saldrá a la venta el 25 de octubre, ha sido presentado hoy en su web con una fiesta privada muy particular. Vean el vídeo. Disfruten del Waits más gamberro, afeando a los que no tienen conducta. Arreglando con un coche desvencijado el puzzle de la piratería. «Imáginate que tu mujer está embarazada», dice al poco de pinchar el primer tema, y cortarlo, «¿te gustaría que yo te diera la noticia, que le estropeara la sorpresa?». «Jesús», añade, «un par de manzanas podridas y lo arruinan, pero voy a resolverlo». Le importa un bledo granjearse el odio de los profetas del libre intercambio. El artesano meticuloso, vocalista genial, viene haciendo lo que quiere desde que debutó en los setenta con sus cantos beatniks y sus poemas de amor a ese fondo invernal, sucio, triste, de las calles desguazadas, los mendigos a pleno sol, las palomas enfermas, los marineros borrachos y los acordeones rotos.
Ya no fuma, que son 62 tacos. Abandonó el whisky por una vida ordenada junto a su esposa, Kathleen Brennan, inspiradora de su reinvención en los ochenta (Swordfishtrombones, etc.). La conoció durante el rodaje de Corazonada. «Es la persona con la que irías al bosque», ha comentado en alguna entrevista. Brennan coproduce Bad as me. Han trabajado, y coescrito canciones, en Orphans, Real gone, Alice, Blood money, Big Time... A un paso de la autocaricatura, sin ocultar que lo suyo bebe tanto de Merle Haggard como del vodevil, del espíritu de Nueva Orleans como de Screamin' Jay Hawkins, Kurt Weill y el cabaret alemán, despieza el repertorio con la dañina precisión de quien conquistó un estilo y sabe defenderlo. Imposible copiarlo sin resultar impostado. Inimaginable una impostación tan visceral, auténtica y sentida como la suya. Sólo al alcance del que ha revuelto el canon para llevarse el fuego.
Si en Orphans recuperó canciones olvidadas, si en su última gira, luego resumida en disco, recuperaba temas de todas las épocas, con Bad as me parece decidido a percutir en lo de siempre. Más de lo mismo, sí, porque el motor aún carbura. El dodecafonismo que algunos odian, los raps primitivos, las esencias folk, pervertidas, conviven con los baladones fronterizos, los coros fantasmagóricos y las habitaciones por las que pasea, aullando, el lobo con garganta de hacha que sueña alcantarillas.
Bad as me. 100% Tom Waits. 100% música adulterada por el gran mago. El hombre de los mil rostros. Prestidigitador. Ventrílocuo. Enlutado rey de purgatorio. Actor supremo. Capaz de vender mil veces el mismo coche y repintarlo siempre para que corra nuevo, furioso. Mientras las radios comerciales languidecen empapadas de melaza insufrible, mientras esperamos más información, más singles (el primero ya puede comprarse), saber quien ha tocado, ponerle rostro, músculo, viento, a canciones como Chicago, Raised right men, Get lost, Back in the crowd, Hell broke Luce o New Year's Eve, mientras ANTI, su estupenda discográfica (Solomon Burke, Neko Case, etc.), saca pecho, un terremoto 5,9 saluda el regreso del hombre que escribió Downtown train, Hold on, Whistle down the wind o No one knows I'm gone.
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