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Yo-Ello, en contraste, es la típica relación sujeto-objeto en la que
uno conoce y usa a otras personas y cosas sin permitirles que
existan por ellas mismas en su singularidad...
– Martin Buber, Yo y Tú
Estados Unidos le ha dicho al mundo
que son malos, los peores de los peores.
Les ha dicho a ellos que estarán en Guantánamo
para siempre,
sin ningún derecho,
ni siquiera el de morir.
Cuando se deprimen, se burla de ellos.
Cuando intentan suicidarse,
lo toma como una afrenta personal.
Cuando se ponen en huelga de hambre,
los sienta en una silla de metal,
les amarra los tobillos, la cintura, las muñecas, los hombros, la cabeza.
Les mete por las fosas nasales un tubo de plástico flexible
que baja por la garganta
hasta el estómago.
El doctor William Winkenwerder, Jr.,
arquitecto de la política de la alimentación
por la fuerza, dice,
Nuestras intenciones son buenas. Buscamos preservar la vida.
Preservar la vida sumisa tras el alambrado de púas,
la vida encadenada a una silla de alimentación por la fuerza.
Preservar la vida como cuando un hombre golpea a su mujer
y luego la lleva a la sala de emergencias,
ella no tiene el derecho de morir, es suya y él la necesita.
Preservar la vida porque el carcelero necesita
el pedazo de carne abyecta que golpea todos los días
para sentir su propio ser.
Preservar la vida como en el arte de preservar una mariposa,
atrapando el ejemplar en una red,
inmovilizándolo con un suave pellizco en el tórax,
colocándolo en la botella del exterminio
hasta que deja de revolotear,
transportándolo en una caja relajante
(la mariposa no debe estar tensa para que sea fácil manipularla)
al lugar donde se va a fijar,
clavándole la cabeza y el tórax en un tablero,
extendiéndole las alas, las piernas, la antena,
pegando sus alas al tablero,
secándola,
etiquetándola,
guardándola,
sentándose en una silla cómoda a disfrutar
el ser dueño de una mariposa preservada.
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