.
En la imagen, algunos de los participantes en la apertura de la muestra: Desde la izquierda, el anfitrión, Sebastián, Felguérez, Luis López, Gilberto Aceves, Gustavo Arias y Roger von Gunten. (Foto: Yazmín Ortega Cortés)
Ciudad Juárez, Chihuahua, 19 de marzo 2012. (RanchoNEWS).- Al contrario del lema «no hay más ruta que la nuestra», los artistas identificados con la Ruptura «nunca hemos sido un grupo estético», expresó Manuel Felguérez, quien habló en nombre de los nueve participantes en Las posibilidades de la forma: antología visual de entresiglos, exposición de medio centenar de obras, inaugurada el jueves 15, con la cual la Fundación Sebastián da inicio a los festejos de su 15 aniversario. El texto del catálogo es de Manuel Marín. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Felguérez aprovechó la ocasión para felicitar a Vicente Rojo, cuyo cumpleaños número 80 coincidió con la fecha de apertura. Aparte de Rojo, tampoco estuvo presente en el acto Francisco Toledo; José Luis Cuevas llegó terminada la ceremonia. Estuvieron Gilberto Aceves Navarro, Gustavo Arias Murueta, Luis López Loza, Roger von Gunten y el anfitrión, Sebastián.
El escultor también recordó que la generación era «un poco más grande. Extrañamos mucho a todos los que se fueron: Pedro Coronel, Alberto Gironella, Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, Francisco Corzas, Rodolfo Nieto y podría seguir. La generación ya está diezmada. Aquí hay un grupo de sobrevivientes».
Características del movimiento
«Una de las características que dieron vida a nuestra generación fue la intención de cada uno de ser original; o sea, cada quien tenía la obligación de crear su estilo; entonces, era exactamente lo contrario de la famosa: ‘no hay más ruta que la nuestra’. Se trató de un individualismo que llevó a cada artista a escoger su camino», indicó Manuel Felguérez.
La segunda característica de relevancia fue «el universalismo», que también contrastó con la tradición de la Escuela Mexicana, cuyas «raíces de partida, o de las cuales trataba de partir, eran básicamente nacionales. Nosotros fuimos la primera protesta que hubo; no quisimos seguir haciendo lo mismo. ¿Por qué? Porque la sociedad en que vivíamos había cambiado. ¿Cómo nos hicimos? Primero con mucha oposición del Estado, porque el arte oficial tenía el apoyo. Empezamos cada uno por su lado, no nos conocíamos, pero desde los años 50 empezamos a coincidir en exposiciones, salones, bienales y otras actividades. Cuando un pintor veía a otro, cuya obra admiraba, de inmediato nacía la necesidad de hablar, ser su amigo. Entonces, realmente fuimos un grupo de amigos que creció con personas que tenían los mismos ideales estéticos. La lucha era por la excelencia, por lograr la mejor obra posible, pero siempre admirando al amigo, que también era pintor. Nunca tuvimos manifiesto, ni hablamos de un camino en el arte; todo lo contrario: simplemente nos juntaba la calidad de la obra».
Encabezó el multitudinario acto inaugural Teresa Vicencio, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes, en representación de Felipe Calderón. Respecto de este «no grupo», la funcionaria externó que «todavía no hemos valorado en una perspectiva histórica su aportación, o no hemos valorado lo suficiente lo que han hecho por proyectar el talento de los mexicanos, por el desarrollo cultural de nuestro país, no sólo dentro del territorio mismo, sino lo que han aportado también a la internacionalización de nuestros artistas».
REGRESAR A LA REVISTA