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Una de las imágenes de la exposición Ausencia de sujeto, que puede verse en la sala municipal de exposiciones de la iglesia de las Francesas. (Foto: Die Photographische)
C iudad Juárez, Chihuahua, 19 de marzo 2012. (RanchoNEWS).- Ahora está, ahora no está. Como en un juego de magia, los seres retratados por el fotógrafo alemán August Sander (1876-1974) desaparecen en la reinterpretación de esas imágenes obra de Michael Somoroff (Nueva York, 1957) y cuyo resultado, titulado Ausencia de sujeto, puede verse en la sala municipal de exposiciones de la iglesia de las Francesas, en Valladolid. Ahí está la pequeña hija del agricultor, el soldado, el cocinero... todos formaron parte del libro Rostro de nuestro tiempo, de 1929, que pretendía ser el primer volumen de un gran proyecto llamado Gente del siglo XX en el que Sander mostraría la Alemania de la República de Weimar, con todos sus oficios y gentes. Julian Sander, bisnieto del fotógrafo y uno de los dos comisarios de la exposición, dice que su bisabuelo «siempre resaltó que era un fotógrafo, no un artista. En su tiempo, el arte mostraba a las personas como quería que se vieran, él las mostraba como eran. Él afrontaba el mundo». Una nota de Manuel Morales y Cristina Esguerra para El País:
Sin embargo, la barbarie nazi se encargó de cortar las alas al monumental sueño del fotógrafo y prohibió su libro en 1934. Aquella fotografía documental realista no era de su gusto. Julian Sander señala que cuando los nazis impidieron la distribución de Rostro de nuestro tiempo, el retratista inculcó a su hijo «el mismo mensaje que transmiten sus fotografías: todos los hombres valen lo mismo. Él nunca lo dudó. Estaba seguro de que aunque su mensaje cayera en aquel momento en oídos sordos, se entendería años después». Sander tuvo que dedicarse a la fotografía de paisaje.
En 1951, el propio Sander definía su trabajo en una carta: «Es como un mosaico que se convierte en una síntesis solo cuando es presentado en conjunto». Quería que sus retratos se vieran como una serie, «como una pieza de historia contemporánea, sin deseo de realizar una crítica o descripción».
De aquellas fotos en blanco y negro, Somoroff ha colocado a su lado la misma pero ha borrado a la persona que miraba a la cámara y ha dejado solo el fondo, que se convierte en un elemento esencial. ¿Qué queda de un retrato cuando se quita a la persona? Julian enfatiza que «el retrato tiene dos niveles, por un lado está el sujeto y por otro la naturaleza muerta. Lo que permanece cuando se elimina al sujeto es una hermosa fotografía de naturaleza muerta. Mi bisabuelo no solo veía al retratado dejando escapar el resto. Somoroff saca a relucir el talento que tenía mi bisabuelo para retratar naturaleza muerta. Además, al prescindir del sujeto resalta su ausencia, se hace patente el vacío, hay algo que falta», explica por teléfono desde Bonn.
Manipulación homenaje
¿Qué cara pondría Sander con esta manipulación homenaje que Somoroff ha hecho de su obra? «No sé qué hubiera dicho. Mi bisabuelo era un humanista pero no se puede dejar de lado que en los últimos años el concepto de arte ha cambiado bastante, su lenguaje y aspiraciones se han modificado. Yo creo que entendería lo que lo que se ha querido hacer con la exposición y lo aprobaría, pero estoy especulando».
Somoroff, cuya carrera lanzó Cornell Capa –hermano del mítico fotógrafo– ha colaborado con revistas como Vogue, Harper's Bazaar y Life. Ahora ha traído por primera vez a España Ausencia de sujeto, que fue adquirida por el museo de Bellas Artes de Houston (Texas). Son medio centenar de copias y 10 vídeos que permanecerán en Valladolid hasta el 13 de mayo.
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