Rancho Las Voces: Arquitectura / México: Teodoro González de León impartió una clase magistral en el CaSa de San Agustín Etla
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

jueves, marzo 29, 2012

Arquitectura / México: Teodoro González de León impartió una clase magistral en el CaSa de San Agustín Etla

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Teodoro González de León, en el Centro de las Artes de San Agustín, durante la charla que sostuvo con jóvenes estudiantes de arquitectura, quienes se desplazaron de la ciudad de Oaxaca a Etla para aprender del maestro. (Foto: Alondra Flores)

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iudad Juárez, Chihuahua, 29 de marzo 2012. (RanchoNEWS).- «Cuando la arquitectura emociona, se convierte en una obra de arte», aseveró el arquitecto Teodoro González de León durante una clase magistral que impartió ante más de 400 estudiantes que se trasladaron desde la ciudad de Oaxaca para escuchar en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) al autor de paraísos de concreto, quien compartió: «fui un estudiante bárbaramente rebelde». Una nota de Alondra Flores para La Jornada:

Y así como abren los espacios al visitante, sus croquis y maquetas exhibidas en la galería de ese centro cultural, fundado hace seis años por el artista y mecenas Francisco Toledo, la conversación permitió conocer y recorrer el proceso creativo del arquitecto nacido en el Distrito Federal en 1926.


«Después de 60 años de práctica estoy convencido de que este proceso es abrupto, discontinuo y resultado de mucho trabajo. Es una secuencia reiterada y angustiosa de ensayos de prueba y error, en la que se confronta la forma, la composición del volumen y el espacio, una y otra vez, con los requerimientos».

A esa aproximación contribuyeron sus compañeros de mesa: Miquel Adriá, director de la revista Arquine; el curador Miguel Cervantes, y el artista Jan Hendrix.

Aunque los jóvenes acudieron para escuchar las enseñanzas de González de León, éste admitió que nunca ha impartido clases. Llegó un momento en que pensé: el maestro habla mucho. La construcción se hace en silencio. En contraste, fue una inspiración ver trabajar así, en silencio, al gran arquitecto de la modernidad, Le Corbusier, en París, en los años 40 del siglo pasado.

«¡Qué amables de subir hasta el paraíso. Estábamos esperándolos!», dijo González de León a los estudiantes y comenzó a departir con sus jóvenes colegas en formación, a quienes afirmó que el profesional de la arquitectura es un individuo ávido de cultura. Es el hacedor y el responsable de los objetos más duraderos de la cultura. Cuando todo desaparece, queda la arquitectura, permanecen las ruinas ».

Agregó: «la arquitectura tiene que ver con todo. La creación científica es sorprendentemente parecida a la artística, su conocimiento nos alienta y enriquece. Por otro lado, la historia nos sitúa como seres humanos en el presente y en nuestro espacio, lugar y nación. La literatura, sobre todo la poesía, nos comunica directo con un conocimiento profundo y cercano a los momentos intensos que provoca la arquitectura. Y, por su puesto, no concibo la arquitectura sin una vasta y actualizada cultura plástica».

Y, contundente, hizo un llamado: «debemos decir ¡no! a la vieja frase ‘No hay más ruta que la nuestra’ de nuestros muralistas, que siempre terminan en descalificaciones ideológicas. No hay reglas para ser mexicano» y pidió evitar el falso dilema de la búsqueda de identidad, porque delimitar la arquitectura a una sola expresión nacional tendría que partir de una imposible definición del mexicano.

«La identidad es un fenómeno vital y cambiante. Mi obra, la que hice con Serrano y Zabludovsky, la de Alberto Kalach, Mauricio Rocha, Ricardo Legorreta, todas son de aquí y son indistintas. Todos cabemos y no tenemos ningún derecho a descalificar a nadie por falta de identidad, sólo cuenta la calidad, valen todas las tendencias y expresiones. Lo único que sí debemos exigir es libertad de creación y tolerancia del otro».

Casi al medio día, un sonido de lluvia producido por el sistema de reciclaje de agua invadía la planta alta de la ex fábrica de textiles, mientras el calor se imponía en el espacio atestado de público y la luz se filtraba por los ventanales.

«Teodoro pintaba en secreto», reveló el curador y pintor Miguel Cervantes. El trabajo como pintor y escultor se inició en los años 60 y nadie, ni sus amigos conocíamos su pintura, fue uno de los aspectos que expuso sobre el hombre sentado a su lado y con el que comparte amistad, de quien dijo es un gran caminante de ciudades, como una forma de descubrirlas y apropiarse de ellas.

Creaciones monumentalesMiquel Adriá, en su intervención, invitó a descubrir en la exposición Croquis y maquetas, de Teodoro González de León, un proceso arquitectónico que se ha caracterizado por su monumentalidad, el uso de elementos como lo cóncavo, la construcción de vacíos, la deformación de la perspectiva (como en la plaza Rufino Tamayo, ubicada en Insurgentes y Eje 10, en la ciudad de México), la persistencia del uso del concreto para resolver los elementos adyacentes, como escaleras, pisos y barandales en una unidad.

«Las maquetas no son un mecanismo de proceso, son un punto final y el croquis es el inicio del proceso creativo». Es mejor observar dos buenos croquis a fondo que palomear cientos de dibujitos, expresó Adriá, quien reflexionó alrededor de estas herramientas del constructor, que instaladas en CaSa se transforman en una pasarela de monumentos e iconos de una ciudad, flotando sobre un eje, así como la Calzada de los Muertos en Teotihuacán, que genera una nueva visión, «una fiesta donde sólo quedan ideas en un nuevo paisaje.»

El artista Jan Hendrix coincidió en el dibujo de la biografía de González de León escrita con muros y geometrías, pues caminar entre sus maquetas es recorrer su vida, cómo evolucionó, así como su desarrollo arquitectónico y sus conocimientos.

Los estudiantes escuchaban atentos, rendidos y sudorosos cuestionaban al autor de edificios representativos.

El maestro fue rodeado por sus jóvenes admiradores, quienes deseaban seguir el aprendizaje. Por ejemplo, sobre la utilización de tecnologías en tercera dimensión por computadora que ha puesto en desuso la construcción de maquetas y croquis.

«Perder la ductibilidad de la mano para construir una idea es malo». Te estás amputando algo básico para transmitir tu idea original, manifestó González de León.


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