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El filósofo español. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 14 de marzo 2012. (RanchoNEWS).- El malditismo, la bohemia, incluso el desprecio tan actual de los derechos de autor, la negativa, en resumen, a asumir el vínculo entre lo útil y lo bello, poseen un origen común: ese poderoso filtro que nace con el Romanticismo y ensalza la actividad espiritual del artista mientras repudia su necesidad de ganarse la vida. Bajo la premisa de que la particular especialización de oficio de escritores, músicos o pintores influye en sus creaciones, el filósofo Javier Gomá ha dirigido el libro Ganarse la vida en el arte, la literatura y la música (Galaxia Gutenberg, 2012) que se ha presentado esta mañana en Madrid. Y es que, si el carácter es el destino, la nómina bien puede ser el estilo. Una nota de Daniel Arjona para El Cultural:
«¿Por qué las necesidades de supervivencia del creador que hasta el Romanticismo se consideraron una oportunidad para su expresión, al servicio de mecenas, príncipes, etc., de pronto pasan a convertirse en algo corruptor? ¿Por qué se explica una determinada obra sólo como resultado de las influencias y ansiedades estéticas del artista y no se atiende a cómo su forma de ganarse la vida condicionó el mundo interior que se refleja en ella?». Para recuperar tan importante y minusvalorada herramienta hermenéutica, Gomá ha asumido un esclarecedor enfoque pluridisciplinar.
Así, el volumen recoge y amplía las conclusiones de unas jornadas desarrolladas en la Fundación Juan March en las que su director Javier Gomá convocó a especialistas del Arte –como Francisco Calvo Serraller o Alejandro Vergara–, la Música –como Antonio Gallego y Juan José Carreras– o la Literatura –como José Carlos Mainer o Joan Oleza–, para iluminar la labor creadora dentro del marco de sus obligaciones pecuniarias. Y son tres ejemplos paradigmáticos los que lo ejemplifican: Rubens y la producción en taller, Beethoven y el tránsito a la emancipación del mecenazgo y Blasco Ibáñez y el nacimiento del bestseller.
El enfoque de Ganarse la vida va más allá del arte para apelarnos a todos. Porque «la relación que el artista tiene con los límites que le impone la necesidad de ganarse la vida puede conducirle al resentimiento o el cinismo –cuando se dice que lo importante es su obra más allá del trabajo–, o a la afirmación –cuando defiende vivir de su trabajo». Pero tales son también los dilemas de todos los ciudadanos, más o menos contentos con su trabajo, cuando lo separan de sus vidas o lo sitúan en el centro de las mismas. Y pocas cosas, concluye Gomá, configuran con tal fuerza nuestra identidad.
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