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lunes, enero 21, 2013

Música / España: Ópera de Philip Glass devela a un Walt Disney racista y megalómano

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Bocetos realizados para el montaje El americano perfecto, Walt en el hospital y Lucy. (Foto: Cortesía del Teatro Real)

C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de enero de 2013. (RanchoNEWS).- Walt Disney fue un hombre de su tiempo, y como tal representó lo mejor y lo peor de una época de su país, Estados Unidos. Una nota de Armando G. Tejeda para La Jornada:

El músico minimalista y atonal Philip Glass asumió esta máxima para componer la primera ópera sobre el creador de Mickey Mouse y el Pato Donald, basándose en un ensayo biográfico no autorizado sobre el mítico empresario del entretenimiento, en el que aparece sin caretas como hombre severo, con ideas racistas y ultraconservadoras, con actitudes megalómanas y en muchas ocasiones angustiado por su propia finitud, porque la proximidad de su muerte suponga también el olvido de su nombre.

La ópera El americano perfecto está basada en el libro homónimo del escritor austriaco Peter Stephan Jungk. Su origen se remonta a la época en la que Gerard Mortier era director de la ópera de París, donde reside Jungk, quien le entregó en su día un ejemplar de su libro sobre la vida de Walt Disney. Mortier, un agitador cultural con una mirada singular sobre la ópera contemporánea, vio de inmediato una trama ideal para una nueva producción. En un viaje a Nueva York entregó un ejemplar a Philip Glass, músico especialmente interesado en escribir óperas sobre personajes históricos, como hizo con Gandhi, Cristóbal Colón, Albert Einstein o Johanes Kepler. Después de leer el libro, Glass aceptó el encargo, pero con el traslado de Mortier a Madrid la producción corrió a cargo del Teatro Real, que acogerá el próximo martes uno de los estrenos mundiales que más expectación ha causado en esta ciudad.

En un encuentro con medios de comunicación de varios países, Glass explicó: «Walt Disney es uno de los personajes más importantes de la cultura de mi país. Es un hombre que abrió el sur, con todo el bagaje cultural de su época. Pero también era un hombre de su tiempo, con ideas muy conservadoras, y a la vez un visionario. Quiero aclarar que la ópera no es un documental, sino poesía, y lo que se representa no son los hechos, sino los sentimientos».

Glass hace referencia a uno de los pasajes más polémicos y crudos del libro y, por tanto, de la ópera, que es precisamente cuando Disney, ya un tanto enfermo de megalomanía, entabla un diálogo con una escultura de Abraham Lincoln, al que le reprocha sus ideas en contra de la segregación racial. El punto álgido del diálogo es cuando Lincoln, en una grabación, asegura que «la esclavitud es la fuente de todos los males». Y Disney contesta airado: «Siente usted una llamativa simpatía por los negros; ahí sí que no estamos de acuerdo. ¿Martin Luther King? ¿Eldridge Cleaver? ¿Era eso lo que usted quería? ¿No le parece que lo que estos tipos reclaman va un poquito demasiado lejos?»

Pero en otros pasajes del diálogo –que ocurrió y que fue recogido en una grabación sonora–, Disney también arremete contra los «jóvenes que se dejan el pelo largo», contra los sindicatos y sus «ideas socialistas» y hasta se enorgullece de que en sus centros de entretenimiento, en Los Ángeles y Orlando, no permitan trabajar a personas de raza negra, «salvo a las mujeres que hacen la limpieza».

Todos estos aspectos polémicos saltaron las alarmas del gran emporio Disney, que según relató el propio Glass intentaron hacerse con el libreto para conocer los detalles, a lo que se negó de forma rotunda el compositor y, a cambio, los invitó a asistir al estreno para conocer de manera directa el contenido de la obra.

Pero Glass, en su ópera, más allá de asumir esta polémica faceta de Disney también recorre con su música la complejidad de una personalidad atormentada y visionaria. «Una de las cosas que sabemos sobre la cultura de Estados Unidos es que el aspecto elevado de la cultura está muy cercano a la cultura popular; precisamente en eso trabajó Walt Disney. Siempre tenía la vista puesta en el gusto y las actitudes de la gente ordinaria; hay que recordar que fue quien introdujo la música elevada en las películas. Ahí está la película Fantasía; Stokowski dirigió la música de esta película. Es importante saber que en ella mucha gente escuchó música clásica por primera vez», explicó Glass.

El compositor también reconoció que Disney y su gran obra de entretenimiento son uno de los mejores argumentos para hacer una ópera, que también es la fusión de arte y entretenimiento de masas.

«Una de las cosas innovadoras de la vida de Disney fue también la introducción de una nueva forma de trabajo en la creación de arte. Hoy día tenemos la idea de los artistas contemporáneos como si tuvieran fábricas, como Andy Warhol o un ejemplo más actual, Jeff Koons. Disney adoptó la idea de utilizar el trabajo de los dibujantes para hacer un producto artístico destinado a las grandes masas. Un aspecto de la ópera es esta forma de trabajar», explicó Glass.

De hecho en la ópera hay una escena muy afectiva, cuando Disney está en su lecho de muerte y un niño se acerca a él y le pregunta cómo ha hecho para dibujar todas las imágenes que se han necesitado para hacer sus películas. Él responde que no ha hecho ninguna, pero que sin él no hubiera habido película.

«La ópera también es sobre la muerte de Disney, y esto me lleva a pensar en otros muchos artistas contemporáneos. Precisamente cuando ese ser mortal se tiene que enfrentar con la inmortalidad en los términos de su propia muerte. En un momento dice que en 50 años nadie se acordará de quién fue él, pero sí sabrán quiénes son Donald y Mickey Mouse. En cierto sentido parece que tiene envidia de sus creaciones y que le puedan sobrevivir. Eso se asemeja a la actitud de Jean Cocteau con relación a su filmografía».

En cuanto al aspecto estrictamente musical de la ópera, Glass explicó que «es importante que cada ópera tenga un lenguaje propio. Warhol es una persona muy importante, y a pesar de que la escena en la ópera es muy breve, en ésta se ve cómo la figura de Disney quedará en manos de personas como Andy Warhol. Por eso recurrí precisamente a Warhol y no a la música popular para escribir la ópera; entonces, busqué un lenguaje armónico muy contundente, con colores primarios, pero con características disonantes. Pensé que si encontraba un lenguaje musical para describir a Warhol sería el mismo que utilizaría para Disney. Y, como ustedes saben, mi música es atonal, así que utilicé los colores primarios de Andy Warhol para guiarme durante la ópera».

Explicó que «en la ópera, como género, tenemos un espíritu de colaboración entre todos los elementos. Tenemos texto, imagen, movimiento y música. Son cuatro, al igual que tierra, agua, aire y fuego. Los elementos pueden ser menos, pero no pueden ser más. La ópera es el rey, la reina, el príncipe y la princesa del arte. Es un mundo en sí mismo. Cuando trabajamos en una ópera hacemos alquimia. Es un medio en el que utilizamos cosas ordinarias y las transformamos en oro. Al menos a eso aspiramos».

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