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Una fotografía de Robert Capa, incluida en la exposición que se monta en el recinto de Justo Sierra 16, Centro Histórico. (Foto: Archivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 13 de septiembre de 2013. (RanchoNEWS).- Poco importa que la mayoría de las personas desconozca que Robert Capa es el autor de la fotografía Muerte de un miliciano o El soldado caído, porque esta dramática imagen –su autenticidad siempre se cuestionó– tomada durante la Guerra Civil española (1936-1938), pertenece al imaginario popular desde hace mucho. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Capa, cuyo nombre real fue Endre Ernö Friedmann, nació el 22 de octubre de 1913 en Budapest, Hungría, país que ha producido grandes fotógrafos. A México llegaron a vivir dos de ellos: Kati Horna e Imri Chiki Weiss. Considerado «el mejor fotógrafo de la guerra» –retrató cinco conflictos armados–, Capa murió en Thai Bin, Vietnam, en 1954, al pisar una mina. El personaje «Robert Capa», fotógrafo estadunidense muy solicitado, fue inventado por Friedmann y Gerta Pohorylle (Gerda Taro) para vender sus fotos.
El centenario del nacimiento de Capa no fue pasado por alto por los organizadores de FotoSeptiembre, ya que la muy esperada exposición itinerante La maleta mexicana, auspiciada por el neoyorquino Centro Internacional de Fotografía (ICP, por sus siglas en inglés), se exhibirá del 8 de octubre al 9 de febrero de 2014 en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico). La muestra reúne 100 hojas de contactos, 70 fotos enmarcadas, 60 revistas y dos películas.
Vicisitudes de un maletín
Será la segunda vez que el «maletín» ingresa a México, porque se trata de una selección de las imágenes sacadas de la famosa colección de negativos recuperados aquí mismo. En diciembre de 2007, tres cajitas de cartón, conocidas como «la maleta mexicana,» llenas de rollos de película, que resguardaban 4 mil 500 negativos de 35 milímetros casi todos de la Guerra Civil española de la autoría de Capa, Gerda Taro (1910-1937) y David Chim Seymour (1911-1956) –considerados perdidos desde 1939– arribaron al ICP en Nueva York para su resguardo y catalogación.
Este trío, que vivió en París, trabajó en España y publicó internacionalmente, sentó las bases para la fotografía moderna de guerra. También los tres perecieron en el ejercicio de su profesión. Las tomas fueron hechas entre mayo de 1936 y la primavera de 1939, pero hay dos excepciones. Una, dos rollos de Fred Stein expuestos en París a finales de 1935, con la conocida imagen de Taro escribiendo a máquina y la de Taro y Capa en un café; la otra, dos rollos del viaje a Bélgica de Capa en mayo de 1939.
No se sabe a ciencia cierta cómo llegaron los negativos a la ciudad de México. Se ha dicho que Capa los había dejado todos en París para ser salvaguardados por su amigo y colega Chiki Weiss (1911-2006). Antes de ser arrestado e internado en un campo de prisioneros en Marruecos, Weiss logró entregar las cajas a alguien que prometió hacerlas llegar al consulado mexicano. Weiss vino exiliado a México en 1941 y aquí se casó con la pintora Leonora Carrington.
Sin embargo, la cineasta y curadora Trisha Ziff, quien negoció la llegada de las cajas al ICP, en su texto La maleta mexicana cita una entrevista de 1979 con Cornell Capa, hermano de Robert: «En 1940, ante el avance de los ejércitos alemanes, mi hermano dio a uno de sus amigos un maletín lleno de negativos y documentos. Entonces, en camino a Marsella, fueron confiados a un ex combatiente de la guerra civil española que debía ocultarlo en el sótano de un asesor latinoamericano. La historia termina aquí. El maletín nunca fue encontrado, a pesar de una intensa búsqueda.»
Lo que sí se sabe es que Ben Traver heredó las cajas de su tía, viuda del general Francisco Aguilar González, quien las había llevado a Francia cuando fue embajador ante el gobierno de Vichy en 1941, escribe Ziff, quien hizo el documental La maleta mexicana (2011).
Seis meses en México
En septiembre de 1937 Capa realizó su primer viaje a Estados Unidos para visitar a su madre y su hermano Cornell, en Nueva York, y negociar un contrato con la revista Life. El año siguiente pasó siete meses en China con el cineasta Joris Ivens para documentar la resistencia a la invasión japonesa. En 1939 cubrió la caída de Barcelona y tras el final de la Guerra Civil, fotografió a los soldados republicanos vencidos y exiliados en campos de concentración franceses. Con la irrupción de la Segunda Guerra Mundial, zarpó para Nueva York, donde empezó a trabajar en varios reportajes para Life.
Lo que tal vez pocas personas recuerdan es que en 1940 Capa pasó seis meses en México, adonde llegó con el propósito de cumplir un trámite migratorio: renovar su permiso de residencia en Estados Unidos, para lo cual debía abandonar el vecino país durante medio año. Life aprovechó su estancia para encargarle la cobertura de la violenta elección presidencial del 7 de julio, de la que resultó triunfador Manuel Ávila Camacho. Capa había llegado a México en abril y se estableció en el desaparecido hotel Montejo, en Paseo de la Reforma 240.
Allí también se hospedó el agente español Ramón Mercader, quien el 20 de agosto atentó contra la vida del revolucionario ruso exiliado en México, León Trotsky, quien murió el día siguiente. Curiosamente, «Capa no consiguió reportear el asesinato de Trotsky, ni en la casa de Coyoacán ni en la Cruz Verde de México, tema abordado ampliamente por los Casasola, el Gordo Díaz y los Mayo», señala el curador e investigador español Manuel García.
El 27 de agosto, en lo que el cuerpo de Trotsky desaparecía en las llamas de un horno crematorio, Capa logró retratar a su viuda, Natalia Sedova, «mientras la llevaban desmayada a un coche cercano, escribe Alex Kershaw en Sangre y champán: la vida y la época de Robert Capa. El primer reportaje de Capa, todavía un asistente de laboratorio, fue de una conferencia que Trotsky impartió a estudiantes daneses sobre la Revolucion rusa, el 27 de noviembre de 1932 en Copenhague.
Nada contento con la manera en que Life presentó su material anterior a las elecciones mexicanas, tal vez aquí fue donde empezó a gestarse la idea de un novel proyecto: la fundación en 1947, junto con Henri Cartier-Bresson, Seymour y George Rodger, de Magnum, la primera agencia de fotógrafos independientes.
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