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The Birthday, 1915. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de abril de 2015. (RanchoNEWS).- Marc Chagall decía que el arte es un estado del alma. Y así se observa en sus pinturas, todas ellas relacionadas con las inquietudes de su mundo interior. Fantasiosa. Así se podría definir la manera de entender el arte del artista judeo-francés que durante más de 80 años se dedicó a pintar con colores vívidos la tradición, los recuerdos y las costumbres rusas y judías así como la religión. Con motivo del 30 aniversario de su muerte los Royal Museums of Fine Arts of Belgium acogen una retrospectiva del artista con más de 200 obras, procedentes de colecciones de diferentes museos internacionales, ordenadas temáticamente. Una nota de Saioa Camarzana para El Cultural.
Las tensiones políticas de la época hicieron que Chagall itinerara de un país a otro de manera frecuente. Fue testigo, en primera persona, de múltiples culturas y tradiciones que se pueden observar a través del poético lenguaje que desprenden sus obras mediante el uso del color. En esta retrospectiva se hace especial hincapié en su etapa rusa, escena que estuvo liderada por los movimientos del avant-garde.
A estos artistas los conoció cuando viajó por primera vez a París en 1910 a la edad de 20 años e inspirado por el folklore ruso, los iconos y la tradición hebrea crea su particular universo influenciado por las tres culturas. De este modo, comienza a erigir su manera de entender la vida a través de un mundo de fantasía edificado sobre la representación popular de la cultura con animales volando. Así, el artista se convierte tanto en el sujeto que emite un mensaje a través de su pintura como el intérprete de esa cultura. Durante esta época la influencia cubista y fauvista, incluso orfista influenciado por Delaunay, se observa en obras como El poeta y El padre.
Pero para 1914 vuelve a su país natal a las puertas del inicio de la Primera Guerra Mundial donde recuperó el imaginario familiar y personal en sus obras. Además, en 1915 se casó con Bella y su figura se convertiría en una de las protagonistas a las que retornaría una y otra vez representando a amantes (en tejados, en la calle, a través de las puertas). Incluso arrancó su ideario de figuras judías, tradición a la que pertenecía, con retratos de gran tamaño con algunas alusiones a versos bíblicos y cartas hebreas.
Claro que todo ello sigue los patrones del fauvismo y del cubismo. Aunque en apariencia sus obras parezcan anárquicas (mezcla la tradición y modernidad, realidad y fantasía), su uso del color bebe de la paleta cromática del fauvismo y las líneas del cubismo. A pesar de que los planos y las superposiciones tratan de manera ilógica el espacio, en realidad es un tratamiento muy cubista que relaciona los elementos representados en primer plano con los del fondo. Muchos de sus cuadros son como las conversaciones, espontáneos y que derivan de un tema a otro, muchas veces sin saber muy bien cómo se ha acabado ahí. También el mundo onírico cobra fuerza para Chagall.
Puso empeño en renovar el arte de su país cuando en el encuentro con artistas más extremistas sus ideales colisionaron con la radicalidad del suprematista Malevich. Este hecho hizo que en 1922 abandonara Rusia con rumbo a Berlín, donde se inició en el arte gráfico mientras continuaba su labor en el teatro y la escritura de su autobiografía, Mi vida, publicada en 1931. Año en el que vuelve a París invitado por el poeta Blaise Cendrars y comienza a centrarse en los paisajes incidiendo en la luz y en la vegetación. Sus monumentales piezas comienzan a entablar diálogo con los pintores clásicos como Rembrandt.
También La Fontaine tuvo su repercusión en la obra del artista. En Las fábulas se mide con los clásicos de la literatura francesa al tiempo que aborda un tema apreciado por la cultura rusa. El uso del gouache para las imágenes metafóricas le imprimen a las fábulas un efecto surrealista que hace que las historias cobren una verdadera atmósfera y su consiguiente plausibilidad poética.
Pero a partir de finales de los años 20 y hasta 1947 Chagall muestra un cambio al comenzar a pintar con colores más oscuros recalcando las sombras y mostrando efigies de Jesucristo. Debido a la guerra tuvo que exiliarse a los Estados Unidos dejando atrás toda su vida, incluso a su mujer Bella. Bajo estas premisas su salvación de las garras de la devastación fueron los encuentros con los ballets Aleko y The Firebird con los que se bautizó en el mundo de la música.
Cuando acaba la guerra vuelve a Francia con su nueva mujer y su hijo y se centra en las flores, su luz y su color. Pero sobre dijo: «El arte es el esfuerzo incesante por competir con la belleza de las flores... sin triunfar jamás». Aunque ese no haya sido su caso...
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