Rancho Las Voces: Literatura / México: Descubren poemas inéditos de Rafael Solana
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martes, abril 28, 2015

Literatura / México: Descubren poemas inéditos de Rafael Solana

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En las páginas de los cuadernos de apuntes de Efraín Huerta fueron hallados tres poemas inéditos del dramaturgo, poeta y periodista, de quien se celebra el centenario de su natalicio. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de abril de 2015. (RanchoNEWS).- Descubren tres poemas inéditos del dramaturgo, narrador, poeta y periodista Rafael Solana Salcedo (1915-1992), plasmados de su puño y letra en las páginas de las Damas Negras (cuadernos de apuntes) de Efraín Huerta, con quien sostuvo una amistad de seis décadas. Reporta desde la ciudad de México para Excélsior Juan Carlos Talavera.

El hallazgo fue realizado por la poeta Raquel Huerta-Nava, hija de El Gran Cocodrilo, quien comparte con Excélsior un fragmento de la versión facsimilar de uno de estos hallazgos, titulado Tardes de lluvia, a casi cuatro meses del centenario del nacimiento del autor de obras como Pellizque en otras partes y Debiera haber obispas.

Al respecto, Claudio R. Delgado, investigador y estudioso de la obra de Solana comentó que este poema nunca ha sido publicado y de acuerdo a la fecha de la libreta donde fue encontrado, se ubica entre 1935 y 1939.

 «Solana es un personaje que se inició en el periodismo y que continuó su trabajo en la literatura a través de la poesía, el cuento, la novela y el teatro… y hasta el final de sus días se mantuvo en el periodismo», explicó el investigador.

Además, este hallazgo muestra la firme amistad que sostuvieron ambos escritores desde la preparatoria. «Ellos se conocieron en San Ildefonso y junto con José Revueltas, Enrique Ramírez y Ramírez, Tránsito López, entre otros, pegaban el periódico El Machete en el viejo barrio estudiantil», dijo.

Cabe recordar que la cercanía de Solana Salcedo con la poesía no fue azarosa ni fortuita, pues en 1936 se convirtió en el fundador del Taller Poético, apuntó Claudio R. Delgado, «pues él fundó el llamado Taller poético, donde invitó a colaborar a Alberto Quintero Álvarez y Efraín Huerta», explicó.

Posteriormente abandonó la revista Taller, la cual recibió su nombre gracias a Carmen Toscano.  «Y aunque se ha repetido innumerables veces que la revista fue fundada por Octavio Paz, debo decirte que sólo los últimos ocho números fueron de Paz, pues Solana hizo los primeros cuatro».

Después de esos cuatro números, Solana Salcedo salió de viaje a Italia y dejó la revista en manos de Paz, quien invitó a los exiliados españoles y don Rafael fue un tanto cruel al decir que Taller murió de  «influenza española», lo cual nos deja entrever que no estuvo muy de acuerdo.

 «Lo que sí puedo decir contundentemente es que Solana fue el escritor que impulsó y creó la revista Taller y el Taller poético, que es el tercer grupo más importante, sólo después del Ateneo de la Juventud y de los Contemporáneos», añadió.

 «Es más, fue el único dentro de la generación de Taller que abordó todos los géneros literarios, desde poesía y cuento hasta novela, teatro, ensayo literario, crónica taurina, crónica literaria y teatral; fue un hombre extremadamente diverso y culto, dotado de una cultura renacentista».

Las caras de Solana

Por otro lado, Excélsior entrevistó a las tres sobrinas y herederas de Rafael Solana Salcedo (Pilar, Dolores y Lily Colín Solana), hijas de Virginia Solana, quien fuera hermana del dramaturgo, narrador y poeta.

Puesto que no tuvo hijos, el narrador dedicó su tiempo y su vida a sus tres sobrinas con quienes convivió activamente y ahora lo recuerdan como un hombre sensible y culto, un gran viajero y amante de los toros que las inspiró a andar por los caminos de la narrativa, la dramaturgia, la poesía… y la cocina; un renovador del teatro mexicano y excelso cuentista que está en olvido a unos meses de que se celebre el centenario de su nacimiento.

«Solana fue un tío amoroso, un políglota que hablaba seis idiomas con fluidez: francés, alemán, inglés, italiano, portugués y español, un hombre preocupado por mantener unida a la familia, así que cada Navidad organizaba comidas y reuniones en su casa y desde muy chicas nos llevaba al teatro, al ballet, la ópera… siempre inculcándonos el amor por la cultura», recuerda Dolores.

En cambio, Lily lo evoca como un amante de los toros que tenía la capacidad de escribir grandísimas crónicas. «Me acuerdo que una vez hizo una crónica en verso. Eso nos lo contó mi mamá, pero nunca la vi. Además, él también era torero aficionado y en una ocasión participó en una corrida de cronistas taurinos con Cantinflas».

En cierta ocasión, Solana llegó a casa de doña Virginia Solana para escribir su crónica taurina. Eran las siete de la noche. De pronto las horas pasaron y cuando las tres niñas lo buscaron ya estaba escribiendo el segundo acto de una obra de teatro.  «Era una maravilla verlo escribir porque lo hacía con dos dedos tiki-tiki-tiki, con una rapidez increíble», recuerda Dolores.

Un detalle que a Pilar se le quedó grabado en la memoria fue cuando en una ocasión acompañó a su tío a la representación de su obra El día del juicio en el teatro Xola. Ahí encontró a Magdalena, una amiga suya que sostenía una compañía de teatro que se presentaba los domingos en el Teatro Orientación.

Entonces Rafael Solana bajó a saludarla y ella le dijo: «Don Rafael, me da mucha pena, pero quiero pedirle un favor. Fíjese que no tengo dinero para pagar la nómina de mi teatro». Entonces él se quitó el reloj y le dijo: «Vaya y empéñelo, salga de sus deudas y luego me lo devuelve».

Entre los múltiples recuerdos, las sobrinas y herederas del escritor nacido en Veracruz, también recuerdan su modestia franciscana, las recetas de cocina que ilustraba o las críticas teatrales que le dedicó a Pilar, sus 21 cuentos, pero también su inagotable imaginación.

Pero sobre todo, coincidieron en que instituciones como el INBA y el Conaculta lo mantienen en el olvido a pesar de que este es el año de su centenario. «Si no fuera por Claudio habría un olvido total. Sí vemos una cierta apatía, pero sí creemos que sería bueno que en algún momento nos reuniéramos con los descendientes de Efraín Huerta, Rodolfo Usigli y con autores mexicanos olvidados», aseveró Dolores.

Lo cierto es que hoy leer a Solana enriquecería a los nuevos lectores porque su cultura impresionante y su modo filosófico de ver la vida, lo puede enriquecer muchísimo.


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