.
Grand Central Station, en una imagen de enero de 1930. (Foto: Hal Morey )
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de abril de 2015. (RanchoNEWS).-En 1963, la antigua Pennsylvania Station de Nueva York fue demolida para construir en su lugar una gran cancha deportiva, el Madison Square Garden. La estación de tren era un símbolo del art déco de la ciudad, uno de sus edificios más emblemáticos que nadie imaginó podría ser destruido alguna vez. The New York Times, en su editorial de entonces, lo definió como «un acto de vandalismo» de la ciudad que se merecía lo que le pasaba por ese afán por la «arquitectura en lata». Reporta desde Nueva York para El País Irene Crespo.
Dos años después, ante la indignación de gran parte de la sociedad por la pérdida de la Pennsylvania Station, el alcalde Robert F. Wagner creó la New York City Landmark Preservation Commission, un comité que designaría, protegería y conservaría los edificios, lugares o vecindarios emblemáticos de Nueva York por su valor arquitectónico, histórico y cultural.
Ayer, 19 de abril, se cumplieron 50 años de la aprobación de aquella ley que marcó un antes y un después en el renacimiento de la ciudad. En 1978, por ejemplo, con la ayuda de Jacqueline Kennedy Onassis y la Commission, Grand Central Station se salvó del mismo destino que sufrió su vecina del lado oeste. Desde entonces «hay 134 distritos históricos, y más de 32.000 propiedades protegidas», explica Barbaralee Diamonstein-Spielvogel, presidenta de la NYC Landmarks 50 Alliance, creada para la celebración de este cincuenta aniversario y formada por 177 organizaciones. «¿Parecen muchos edificios?», pregunta ella, autora del libro The Landmarks of New York, del que ahora está terminando la sexta edición. «¿Y si digo que representan menos del 3,2% de las propiedades inmobiliarias y comerciales de Nueva York? Ya no parece tanto, ¿verdad?».
La designación de nuevos landmarks o lugares emblemáticos de la ciudad son los grandes logros de todas las organizaciones asociadas a la Comisión principal. Los distritos históricos han pasado de «dos docenas a 134», confirma Simeon Bankoff, director del Consejo de Distritos Históricos. En los 30 años desde la fundación de Landmark West, centrado en la preservación la arquitectura del Upper West Side, han aumentado la lista de edificios de «337 a más de 3.000», cuenta su presidenta Kate Wood. Más de 1.100 edificios ha añadido el Greenwich Village Society for Historic Preservation a su inventario, asegura su director ejecutivo Andrew Burman.
Sin embargo, y a pesar de los números, la conciencia sobre la preservación de los edificios y zonas emblemáticas de la ciudad aún no está tan asentada como debería. Todas las organizaciones coinciden en que los desafíos han crecido debido a la fuerte presión del desarrollo inmobiliario. «Siempre hay preguntas y desafíos», explica Diamonstein-Spielvogel, que empezó a trabajar en la Comisión en 1972. «Existe una tensión saludable entre la comunidad de desarrollo y la comunidad de preservación, y ha llegado la hora de un nuevo acercamiento. Por eso nos sentaremos juntos de nuevo para mantener un diálogo constructivo, para resolver los problemas que todos tenemos. Porque al final todos compartimos un mismo objetivo: preservar una ciudad que amamos».
Un mensaje que transmiten y comparten con las comunidades de vecinos en seminarios y charlas. «No podríamos ser efectivos sin ellos», dice Bankoff. Por eso, gran parte de su trabajo es formar a esos ciudadanos, que aprendan a reconocer el valor de los edificios emblemáticos en los que muchas veces viven, que sepan cuidarlos, protegerlos frente a los lobbies inmobiliarios y conservarlos para el turista que viene atraído por el skyline de la ciudad y, sobre todo, para el neoyorquino del futuro. «Necesitamos seguir inspirando al público que está siendo acosado por la industria inmobiliaria, que se lo está poniendo difícil al neoyorquino medio para arreglárselas», confirma Bankoff.
Encontrar el equilibrio entre la existencia de viviendas asequibles para los neoyorquinos y no perder zonas y edificios protegidos es otro de los desafíos de la comunidad de preservación, como apunta Tara Kelly, directora ejecutiva de los Amigos del Upper East Side. De hecho, una de sus luchas concretas ahora mismo es conseguir que el alcalde Bill de Blasio cambie su propuesta de ley reciente sobre la recalificación de zonas que, aunque promete «promover la creación de casas económicas y fomentar barrios diversos y habitables», será aprovechada por los constructores privados como una puerta trasera para justamente lo contrario: seguir edificando barrios de lujo.
Ante este presente y futuro todavía desafiantes, la NYC Landmarks 50 Alliance se ha fundado para recordar por qué se creó esta ley hace 50 años y reforzar la memoria histórica de una ciudad que no debería repetir errores como el que cometió en 1963 destruyendo uno de sus lugares más emblemáticos.
REGRESAR A LA REVISTA