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Un momento de la obra Mujeres y criados. (Foto: Santi Burgos)
C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de abril de 2015. (RanchoNEWS).- «No tengo por hombre cuerdo/ quien del oro no se guarda:/ no hay petardo, no hay bombarda,/ ni de istrumento me acuerdo/ que más brevemente rompa/ la puerta a la voluntad,/ ni la casta honestidad/ más fácilmente corrompa». Los versos son de Lope de Vega, aunque es normal que el lector no los conozca. Hace 400 años que nadie los recita sobre escena. El miércoles volvieron a sonar en el Teatro Español. Mujeres y criados, comedia escrita en los años de madurez del autor, perdida y encontrada azarosamente en la Biblioteca Nacional en 2010, ha recuperado su lugar en la historia, reporta Clara Morales Fernández para El País desde Madrid.
Cuatro siglos hacía que el Conde Próspero, sus criados Teodoro y Claridán, y las brillantes hermanas Luciana y Violante no encontraban un cuerpo que habitar. Su historia de amores y enredos, en la que ellas manejan a los hombres de su entorno (ya sean condes, padres o pretendientes) para evitar casarse por la fuerza, reposaba sobre el papel desde 1631, fecha de la copia que se conserva, y nadie la había levantado de allí. Ahora, la Fundación Siglo de Oro (en colaboración con el grupo académico PROLOPE y en coproducción con el Teatro Español y Pentación) la sube a escena hasta el 24 de mayo bajo la dirección de Rodrigo Arribas y Laurence Boswell, uno de los directores más importantes de Reino Unido y asociado a la Royal Shakespeare Company.
Fue Alejandro García-Reidy, investigador de PROLOPE quien dio con el manuscrito, siguiendo la pista de la nota de compra de Mujeres y criados por una compañía de la época. En 2013, una vez analizado el documento, el equipo dedicado a la figura del escritor se puso en contacto con la compañía Fundación Siglo de Oro. Serían ellos los encargados de representarla. «Me hizo mucha ilusión, pero al principio pensé que si era un texto que no había trascendido en el tiempo, no sería de la mayor calidad», confesaba Arribas poco antes del primer ensayo general el pasado martes, con todo el peso de la compañía tras el regreso de Boswell a Londres. Se equivocaba: «En cuanto lo leí vi que estaba ante un gran texto que pasará pronto a ser parte del repertorio clásico estable, como La vida es sueño, El caballero de Olmedo o El perro del hortelano». Tras el anuncio de su descubrimiento, en enero de 2014, Javier Calvo, director del Instituto de Teatro de Madrid, la definió como «una divertida comedia de enredo, de ambiente urbano, poderosa de imaginación y de naturalidad lopesca».
La acción, explica Arribas, se sustenta sobre los tres pistones utilizados habitualmente por Lope de Vega: «El amor, el ingenio y el poder». La obra recoge, además, dos de sus temas favoritos. Mujeres y criados es un retrato de «una sociedad muy poco permeable», en la que las clases populares (entre las que se crió el autor) se caracterizan por «unos valores más humanos, una inteligencia natural» que se corrompen conforme se va subiendo en la escala jerárquica. En ella, además, los personajes motores de la obra son femeninos. Violante y Luciana no son las prometidas de los protagonistas, sino las que ponen en funcionamiento la máquina de enredos, sirviéndose del resto de los personajes para escapar de los matrimonios que la sociedad (su padre y los señores) les impone. «Que mujeres y criados/ pueden revolver a España», proclama uno de los personajes. «No podemos tener la certeza histórica, pero es consecuente pensar que algunas ampollas levantaría en su momento», reflexiona el director.
La obra llega al público madrileño casi completa, con unos 2.900 versos representados de los 3.200 totales y solo una escena eliminada «por cuestiones de elenco»: con ella, debían añadirse cuatro actores a los 12 actuales (Pablo Vázquez, Javier Collado, Emilio Buale, Julio Hidalgo, Jorge Gurpegui, Lucía Quintana, Jesús Fuente, José Ramón Iglesias, Alejandra Mayo, Ana Villa, Mario Vedoya y Jesús Teyssiere). El montaje, defiende Arribas, es «al servicio del texto» imponiéndose «lo mínimo posible como creadores». «Nuestro mayor reto es cuidar una narrativa con la que el público no está familiarizada. Pero sabemos que está abierta a muchas posibilidades de puesta en escena», afirma Arribas.
El primer biógrafo de Lope de Vega le atribuyó 1.800 obras. En la actualidad hay catalogadas algo más de 400. Aún hay espacio para que académicos, directores y público sueñen con manuscritos perdidos y versos que ningún ser humano vivo haya escuchado nunca.
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