Caballos del panel 89 de Siega Verde. (Foto: Internet)
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iudad Juárez, Chihuahua. 15 de noviembre de 2022. (RanchoNEWS).- En 1991, en el valle del Côa, investigadores portugueses empezaron a documentar decenas de yacimientos prehistóricos al aire libre y a contabilizar cientos de grabados que se remontaban hasta el Paleolítico Superior, entre 30.000 y 12.000 años antes de nuestra era. No se informó de su hallazgo hasta 1994, tras un concienzudo estudio liderado por los mejores prehistoriadores y especialistas de la UNESCO. Pero entonces estalló una gran y doble polémica, reporta David Barreira para El Cultural.
Primero, como ya había ocurrido un siglo antes con las pinturas de la cueva de Altamira, parte de la comunidad científica puso en duda que esas imágenes pudiesen ser tan antiguas. A nivel nacional, el descubrimiento de este patrimonio amenazó con frenar la construcción de una presa cuyos contratos ya habían sido firmados y que iba a sumergir la mayoría de los grabados. Fue el actual secretario general de la ONU António Guterres, entonces primer ministro portugués, el que decidió proteger el tesoro artístico a pesar de la elevada compensación que supuso abandonar el proyecto hidroeléctrico.
Los yacimientos del valle del Côa, sumados al salmantino de Siega Verde, forman, tanto por cantidad como por calidad, uno de los sitios más importantes a nivel mundial de arte rupestre paleolítico. Su descubrimiento provocó una revolución en la interpretación de las manifestaciones artísticas humanas y desde 2010 están protegidos como parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En ese carácter revolucionario incide Arte sin límites: Côa y Siega Verde, una exposición temporal organizada por la Fundación Côa Parque y la Junta de Castilla y León y que aterriza ahora en el Museo Arqueológico Nacional –entre julio y octubre la muestra ya se pudo ver en el Museo de Arte Popular de Lisboa–.