Portada de la edición. (Foto: Internet)
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iudad Juárez, Chihuahua. 7 de noviembre de 2022. (RanchoNEWS).- El periodismo suele considerarse un género menor, pero lo cierto es que un buen escritor puede convertir un artículo en una obra maestra. Es el caso de Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936), que ha firmado magníficas piezas sobre infinidad de temas, mostrando la misma lucidez al hablar de Azorín, Nelson Mandela, una momia inca o el cine de Buñuel. El fuego de la imaginación, primera entrega de su obra periodística completa, recoge artículos, notas y pequeños ensayos dedicados a la literatura, el teatro, el cine, el arte y la arquitectura, escribe Rafael Narbona para El Cultural.
Con los años, Vargas Llosa ha cambiado de perspectiva ideológica, transitando del marxismo al liberalismo, lo cual le ha costado muchas críticas, pero conserva la insatisfacción que siempre ha movido su pluma. Su inquietud no afecta solo al orden político y social, sino que adquiere su dimensión más profunda en el campo de la ontología. Al igual que Faulkner o Joyce, el Nobel peruano anhela trascender los límites del ser y, tras descartar la experiencia mística, no percibe otro camino que los prodigios de la imaginación.
La imaginación inventa mundos, pulveriza barreras, rebasa lo puramente fáctico. Los grandes novelistas son demiurgos que usurpan el poder creador de los dioses. A veces alumbran territorios imaginarios, como García Márquez o Juan Rulfo, artífices de Macondo y Comala. Otras, deforman los hechos para llegar hasta sus entrañas, como el propio Vargas Llosa en La ciudad y los perros o La tía Julia y el escribidor.