Julio Bocca (Foto: Fabrizo Ferri)
M éxico, 8 de Noviembre 2006. (Sonia Sierra/El Universal).- Despedirse en el mejor momento de su carrera tiene un propósito claro para el bailarín argentino Julio Bocca: "Quiero dejar los escenarios bailando, no caminando". El artista, que en marzo cumplirá 40 años y a quien la crítica internacional no ha dudado en comparar con el más grande de la danza clásica, Rudolph Nureyev, llega a México dentro del periplo de despedida para presentarse a las 20:30 horas, hoy y mañana en el Teatro Metropólitan.
En junio pasado, al iniciar su despedida, el público neoyorquino le regaló al que fuera por 20 años primer bailarín del American Ballet Theatre, una ovación de 25 minutos.
Bocca comenzó a estudiar danza a los seis años, bajo la tutela de su madre. Ha sido ganador del Concurso Internacional de Moscú, donde obtuvo la medalla de Oro, y fue nombrado por The New York Times en 1987 como "Mejor bailarín del año".
En México -donde además se presentará en Guadalajara y San Luis Potosí-, ofrecerá su espectáculo Bocca tango que, ha dicho, "no es tango puro, es otro tipo de tango". Incluye orquesta en vivo.
¿Cómo ha resultado este tour de despedida; cómo se ha sentido artística y emocionalmente?
Con una felicidad y alivio que supera todo, sin tristezas y con muchas alegrías.
¿Qué le ha dejado el público en esta despedida?
Todo, el enorme y constante cariño que recojo en cada función, me lo hacen más fácil.
¿Qué vislumbra para usted más adelante?
Primero que nada descansaré y luego programaré.
¿Quién o qué han ido formando este espíritu que defiende la creación y la dignidad del creador?
Mi consciencia y mi cuerpo. Desde hace tiempo decidí que el "hasta aquí" será cuando cumpla 40 años, quiero dejar los escenarios bailando no caminando y siento que es un buen momento.
¿Cómo cree que puede enriquecerse la relación entre el bailarín con su público?
Siendo uno generoso y feliz arriba del escenario, así el público te devuelve exactamente lo mismo.
La pausa, la necesidad de detener el movimiento constante, el viaje, el día a día en distintos escenarios, ¿tiene esto algo que ver con la decisión de despedirse?
Sí, un poco de cada cosa, hace 25 años que no paro de bailar, de ensayar, tomar clases y viajar, y quiero ser yo el que deje la carrera y no que la carrera me deje a mí.
¿Cómo se ve en una década?
Disfrutando, comiendo las milanesas que tanto me gustan, compartiendo con amigos y mi familia.
REGRESAR A LA REVISTA
