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El ingeniero y escritor británico. (Foto: Gorka Lejarcegi)
M adrid, 26 de junio, 2007. (Fernando Samaniego/El País).- El ingeniero Cecil Balmond, británico nacido en Sri Lanka en 1943, está unido a los grandes nombres de la arquitectura contemporánea por su colaboración en los proyectos más relevantes de Rem Koolhaas, Daniel Libeskind, Toyo Ito, Alvaro Siza, Ben van Berkel y otros, en un nuevo entendimiento entre ingenieros y arquitectos. Balmond está más cerca de «resolver los sueños de los arquitectos», como opina Lorenzo Fernández Ordóñez, que de la postura de «ya habrá algún ingeniero que me resuelva los problemas», ante un proyecto inestable de, por ejemplo, Zaha Hadid. «Me gusta la idea de que mi trabajo es crear sueños, tanto para el equipo como para mí mismo. Es más, lo que persigo es establecer mi propio sueño».
Balmond, ingeniero, diseñador, catedrático en la Universidad de Pensilvania, escritor y vicepresidente de la ingeniería Ove Arup, con sede en Londres, explicó sus proyectos a los estudiantes de arte y arquitectura de la Universidad Europea de Madrid. Entre otros edificios, presentó el pabellón de verano de la Serpentine Gallery de Londres, realizado en colaboración con Toyo Ito; la Casa de Música de Oporto y la torre de la televisión china en Pekín, ambas de Rem Koolhaas, así como el puente peatonal de Coimbra. Balmond conversó además con sus colegas de Arup, de cuya delegación en Madrid fue el impulsor en 1992, y que hoy, con más de cien ingenieros, está especializada en la ingeniería y la gestión de proyectos.
«Para mí, la arquitectura es un artefacto cultural. Mi trabajo intenta cambiar la percepción que tiene la gente del espacio», afirma Balmond, autor del ensayo Informal (Prestel, 2002), donde analiza las estructuras y las formas a partir del diálogo con los arquitectos.
«Mi objetivo es recuperar lo que la arquitectura ha perdido en los últimos años, debido a las megaestructuras o a los grandes egos de ciertos arquitectos. La arquitectura ha perdido el poder de motivar a las personas y su carácter de intriga, de búsqueda del espacio».
Aspecto de la Serpentine Gallery (Foto: Archivo)
El ingeniero tiene como fuentes vitales los números, la geometría y las matemáticas, a los que añade la música. «Soy músico antes que diseñador y está en mi ser, por herencia familiar. En la música siempre me ha interesado encontrar un ritmo cambiante, y por eso intento proyectar el espacio a la manera clásica de las proporciones y el ritmo».
Balmond define tres categorías en sus proyectos: la local, que equivale a la melodía; la yuxtaposición, que genera el ritmo, y lo híbrido, que se basa en la estructura armónica generada por las cuerdas de distintas longitudes. Recuerda que, para Bach, la melodía lleva la armonía escondida en su interior.
En su relación con los arquitectos, Balmond sigue las enseñanzas de Ove Arup, el fundador de la firma de ingeniería para la que trabaja.
«No se trata sólo de poner en pie un edificio. El diseño es un proceso en el que el arquitecto y el ingeniero formalizamos juntos una propuesta, y yo soy tan culpable o tan inocente como el arquitecto de situar adecuadamente la cuestión en el espacio».
Balmond trabaja con «estrellas», pero también con arquitectos que en su momento eran desconocidos. Pone el ejemplo del español Alejandro Zaera, con estudio en Londres, con quien hizo la terminal del puerto de Yokohama (Japón), o los arquitectos que están proyectando el Gran Museo Egipcio en El Cairo.
«En la fase conceptual trabajamos juntos, en la creación inicial dialogan ingeniero y arquitecto, que luego se separan cuando entran los expertos en análisis estructural, funcional y otras ramas». El ingeniero ha creado dentro de Arup una unidad de geometría avanzada para investigar las técnicas, pero sobre todo las ideas de generación de nuevas formas.
Uno de los últimos proyectos de Balmond y Koolhaas es la torre de la Televisión Central de China (CCTV), en Pekín, que entrará en funcionamiento con los Juegos de 2008.
«Con este edificio China quería crear un icono absoluto. No creo que el futuro de la arquitectura sea éste, aunque sí que el futuro de la arquitectura se puede situar en Asia».
En su trabajo es inevitable la herramienta del ordenador, con programas capaces de resolver propuestas imposibles.
«Lo que me interesa es el poder del ordenador para, a partir de una idea simple, llevarla a un territorio donde no seamos capaces de verla con las maquetas o dibujos tradicionales. El ordenador ha abierto un nuevo sentido de posibilidades en el espacio, un enorme poder de cálculo, y ha permitido un conocimiento más íntimo y profundo de la complejidad. Pero no puede sustituir a la intuición inicial».
Propone Belmond que para «leer un edificio» se tenga en cuenta una primera capa de sensación de las formas, una segunda de los detalles y una tercera de las superficies. «Lo importante es buscar la poética, que es algo peligroso ya que puede crear alucinaciones, pero que también está en la base de la belleza».
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