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El literato en 2004 durante una visita a Madrid. (Foto: Claudio Álvarez)
J erusalén, 28 de junio, 2007. (Naiara Galarraga/EL País).- El escritor israelí Amos Oz (Jerusalén, 1939) fue galardonado ayer con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras por la brillantez de su literatura, su contribución a vislumbrar los problemas universales de nuestro tiempo y su defensa de la paz y la lucha contra el fanatismo.
La obra literaria de Amos Oz (Jerusalén, 1939) se estudia en las escuelas de Israel, un país muy lector, donde sus libros son de los más vendidos. Como la mayoría de sus compatriotas masculinos, ha participado en varias guerras. Pero nunca ha escrito sobre aquellas experiencias. Fundó el movimiento pacifista israelí Paz Ahora en los setenta. Pero su influencia política ya no es la que fue. Es partidario de llegar a acuerdos con los palestinos. Y eso le coloca a la izquierda del israelí de a pie. Candidato al Nobel, fue finalista del Príncipe de Asturias de las Letras el año pasado. Oz ganó ayer lo que considera «un reconocimiento maravilloso».
A los 14 años, Amos Klausner se cambió el apellido por el de Oz (fortaleza, en hebreo) al mudarse a un kibutz (las granjas colectivas que simbolizaron el socialismo sionista). Sus tres hogares son un recorrido por la historia israelí. Creció en una familia religiosa en una Jerusalén aún bajo el mandato británico. Abandonó el hogar familiar por el kibutz. Desde hace dos décadas vive en Arad, una ciudad creada para poblar el desierto del Negev.
Oz supo de la concesión del premio en su casa, poco antes de salir de viaje. Volaba a Londres y de ahí a Brasil, a un festival literario. Metódico, encendió su móvil a la hora exacta a la que había citado a El PAÍS. Contestó en un inglés impecable desde el taxi camino del aeropuerto.
¿Considera que abordar tan a menudo la historia y la identidad lastra su literatura?
No siempre escribo sobre historia e identidad. Si me pide una palabra, diré que escribo sobre familias. Si me pide dos, diré que escribo sobre familias infelices.
¿Sería usted escritor si no hubiera vivido en primera persona, a los nueve años, la creación del Estado de Israel y después su convulsa historia?
Me convertí en escritor por las historias que me contaba mi madre cuando era niño y gracias a la erudición de mi padre. Hubiera sido escritor de haber nacido en cualquier lugar del mundo, siempre que hubiera tenido los mismos padres.
Pero Israel, sus escenarios, sus avatares, sus gentes son esenciales en sus libros.
Cualquier escritor que se precie escribe sobre su pueblo, sus circunstancias, su ambiente. No soy una excepción.
¿Dónde se ubica usted? ¿Pertenece a una literatura israelí? ¿A una literatura judía, más amplia, sin fronteras?
Pertenezco a la lengua hebrea. El hebreo moderno es mi instrumento musical.
A principios del siglo XX era una lengua muerta, la del culto judío. Hoy tiene más de 10 millones de hablantes. El hebreo y usted han madurado juntos.
Mucha de la historia del hebreo moderno ha ocurrido ante mis ojos. He participado en ella. Y estoy muy orgulloso del resultado. Me encanta trabajar con esta maravillosa lengua.
En Una historia de amor y oscuridad, para muchos su gran obra, cuenta su niñez. En Oriente Próximo existe poco amor y cada vez más oscuridad.
En esa novela autobiográfica hay mucho amor por los libros y la lengua hebrea. Hay un amor tierno por la familia. Y también, mucha oscuridad por la pérdida de mi madre, que se suicidó cuando yo tenía 12 años.
¿Y en la región? ¿Cómo está el balance de amor y oscuridad?
Tenemos oscuridad, amor y esperanza. Veo una oportunidad real de que haya progresos entre los israelíes y los palestinos. El divorcio entre los palestinos extremistas y moderados hace posible que Israel haga la paz con los palestinos moderados.
Usted está muy comprometido con la paz, pero ¿de verdad lo cree posible?
Es difícil ser profeta en la tierra de los profetas. Hay demasiada competencia. Creo que hay una oportunidad de lograr un compromiso histórico entre los moderados palestinos y los moderados israelíes.
¿Y qué ocurrirá con el resto de los palestinos?
Ellos deberán deshacerse del fanatismo y el fundamentalismo. Mientras no lo hagan, no tienen esperanza.
¿Cómo es la paz que usted quiere?
Creo en una solución de dos Estados a lo largo, más o menos, de las fronteras del 67. Habrá que hacer algunas modificaciones, acordadas, al trazado. Tenemos que dividir la casa en dos apartamentos. Habrá que intercambiar tierras para reconocer la realidad demográfica en los territorios palestinos y en Israel.
¿Mantener algunas colonias judías?
Sí, pero a cambio de tierras vacías en otro lugar que se entregarán a los palestinos. Ellos tendrán Gaza y Cisjordania.
¿Y Jerusalén?
Jerusalén será la capital de ambos Estados. La capital israelí en el oeste de la ciudad y la palestina, en el este.
Está escribiendo su próximo libro. ¿Puede adelantar algo?
Siempre soy reacio. No me gusta someter mi embarazo a los rayos X. No es bueno para el bebé.
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