Dos personas pasan frente a la obra Libre i coberts, de Antoni Tápies, incluida en la exposición de esculturas con forma de libro, en la Sala Kubo, en San Sebastián (Foto: EFE)
S AN SEBASTIÁN, España. Jueves 13 de junio. (Diario Vasco / Gorka Larrumbide).- Enmarcada dentro de las actividades que se están llevando a cabo con motivo de la celebración del XXV aniversario de los Cursos de Verano de San Sebastián, hoy se inaugura una nueva exposición en la que se conjugan dos disciplinas artísticas, aparentemente contrapuestas, pero que sin embargo han sabido encajar a la perfección: la literatura y la escultura.
Bajo el nombre de El cincel y la palabra, la exposición de la Sala Kubo de Kutxa alberga en su interior 48 libros de 17 artistas, realizados con diferentes materiales que van desde la piedra a la terracota o al metal, permitiendo a sus creadores buscar lenguajes paralelos de expresión entre estas dos artes. Esta exhibición constata cómo los libros, más allá de su tratamiento literario, han sido elegidos por algunos de los grandes artistas del siglo XX como temas centrales de sus construcciones escultóricas. A pesar de esto, las obras que se exponen en esta sala no son libros de lectura, sino creaciones artísticas realizadas para ser observadas y contempladas, todas ellas presentadas en diferentes términos estéticos. Entre las piezas expuestas se encuentran nombres de primera fila como Eduardo Chillida, Koldobika Jauregi, Manolo Valdés, Antoni Tàpies, o figuras de talla internacional como Pierre Alechinsky, Hans Spinner o Jan Voss.
La exposición está comisariada por la conservadora de arte Sally Radic, quien ha investigado sobre los diferentes materiales para presentar una serie de piezas que apelen a la reflexión. Durante la presentación de la exposición, llevada a cabo ayer en Donostia, se mostró muy satisfecha por la acogida y por el tratamiento que se le está dando a esta muestra. «El libro siempre ha estado asociado con la literatura, pero en el siglo XX varios artistas lo han convertido en un objeto escultórico», señaló. Y es que muchos creadores no han sabido separar su yo artístico de estas obras. Alejados de convencionalismos y con la voluntad de impregnar con su sello personal cada una de las creaciones, han manifestado sus pensamientos de diferentes formas, haciendo de esta muestra un fluir de impresiones e idearios de la realidad circundante. «Los artistas, mediante la ejecución de sus obras, han sabido expresarse con creatividad y flexibilidad, al igual que lo hacen los libros, que gozan de vida propia, de alma», añadió Radic.
Variedad de estilos
La exposición presenta obras de diferente y variada temática. Las piezas de gran formato se conjugan con esculturas que no superan los 15 centímetros de altura. Los grandes acontecimientos históricos no han pasado por alto en esta muestra, como es el caso del artista Gottfried Honegger, quien muestra un libro bañado en sangre y encadenado, que viene a simbolizar la quema de millones de documentos que llevaron a cabo los nazis. Pero como bien apunta la comisaria, «cada una de las obras permite al espectador un gran abanico de interpretaciones, todas ellas válidas». Muchas de las esculturas se presentan pintadas, y es que los artistas del pincel también han tenido gran iniciativa en la realización de estos «libros». «Muchos pintores se atrevieron a convertir sus pinturas en pequeñas obras escultóricas, extrayendo del lienzo sus creaciones, convertidas luego en piezas de pequeño formato», apuntó satisfecha por el esfuerzo y el reconocimiento de la exposición.
Aspecto de la exposición.
Koldobika Jauregi no se quiso perder la oportunidad de contemplar las obras de sus compañeros. Poseedor de la única beca que dio en vida Chillida, este reconocido artista vasco presenta tres obras de gran tamaño en la muestra, dotándolas de una enorme plasticidad. «Los libros que presento son objetos que cuentan historias, que tienen vida», advirtió el de Alkiza. «Son esculturas que liberan una energía formal, que no son llamados para ser leídos, sino para ser observados», añadió la comisaria.
Como ya es habitual, la Sala Kubo de Kutxa ofrece la posibilidad de realizar visitas guiadas a la exposición, dirigidas primordialmente a colectivos determinados de ciudadanos o al público en general. Asimismo, los niños inscritos en la iniciativa Conoce Donostia de Kutxa tendrán la oportunidad de recorrer la exposición así como la opción de participar en un taller artístico específicamente diseñado para los más jóvenes. Por si fuera poco, los fascinados por esta muestra podrán adquirir un completo catálogo, redactado por Sally Radic y prologado por el presidente de Kutxa, Carlos Etxepare, en el que se reproducen todas las obras expuestas e incluye un interesante estudio sobre el tema de las esculturas con forma de libro. A buen seguro, cada visitantes advertirá una interpretación de las obras, y es que la gran cantidad de matices que se ofertan convierten a estos artistas del siglo XX en provocadores de la interpretación. Ahora sólo falta su propia valoración.
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