.
Rubén González y Nick Gold (Foto : CHRISTINA JASPARS)
M adrid 9 de enero 2007. (CARLOS GALILEA/El País).- "Fuimos muy afortunados de poder trabajar con músicos cubanos mayores porque ellos crearon esa música, se alimentaron de ella, la cuidaron", recuerda Nick Gold por teléfono desde la sede de World Circuit en Londres. Nunca imaginó el fenómeno Buena Vista Social Club. "Cuando grabamos el disco, cuando tocaban la música en el estudio, y la escuchábamos en el control, era obvio que estaba sucediendo algo extraordinario y muy hermoso. Al final del día no querías parar. Los músicos se iban y nosotros volvíamos a escuchar las cintas. Sabíamos que lo teníamos, que habíamos sido capaces de captarlo, pero no podíamos preveer el éxito", asegura. Aquellas sesiones mágicas de 1996 en unos vetustos estudios de La Habana provocaron una lluvia de millones. "La gente piensa que estás bebiendo champán, pero fue un trabajo realmente duro", dice riendo. "No estábamos preparados. Marketing, distribución... tuvimos que aprender muy rápidamente".
La idea original era una colaboración de músicos de Mali con otros de Santiago de Cuba. Los visados para los africanos no llegaron a tiempo, tuvieron que cambiar los planes y pasó lo que pasó. "Ya había trabajado con Ry Cooder cuando grabamos Talking Timbuktu con Ali Farka Toure. Ry tiene una facilidad maravillosa como productor para ver las cosas dentro de un contexto mucho más amplio. Y también esa fantástica habilidad de conseguir un sonido a partir de lo que los músicos pueden hacer. Ve muy rápidamente el potencial artístico del disco".
A Nick Gold le mueve la misma pasión por la música de hombres que han creado o dirigido sellos discográficos con visión propia: Alfred Lion (Blue Note), Ahmet Ertegun (Atlantic), Manfred Eicher (ECM)... Algunos cubanos y africanos producidos por Gold ya no están entre nosotros: Ali Farka Toure, Rubén González, Ibrahim Ferrer... "Es maravilloso que hayan podido transmitirnos la esencia de su arte, pero dejan un tremendo vacío. Ali Farka Toure es de una generación de músicos que evolucionó de una música muy tradicional a una más moderna adaptada a los instrumentos occidentales. Nosotros hemos sido testigos de esa transición. Es algo que no volveremos a ver. Sólo sucede una vez".
El británico produce los discos que a él le gustaría comprar. "Sí, básicamente sería eso", dice riendo. "Creo que al grabar un disco lo que intentas es captar lo que te atrajo en un primer momento de un artista o un grupo. Una especie de energía o quizá un tipo de belleza en la música. Para mí, sólo haber conocido a uno de esos músicos ya es increíble. Tienes una gran responsabilidad porque esta música merece ser conservada y presentada de la mejor forma posible. Con todos los artistas he sentido que se podía lograr algo grande. Alguna vez he tenido problemas con el perfeccionismo ahora quizá tenga más experiencia para saber que a veces tienes que dejar las cosas como están".
Cada disco de World Circuit se realiza con mimo. Cuando era adolescente Nick Gold coleccionaba discos. "Era muy emocionante descubrir cosas. Una especie de viaje. Iba a buscar discos, los escuchaba yo solo en mi habitación, y había pequeños momentos que escuchaba una y otra vez. Me gustaba encontrarlos, las portadas, leer las notas en las carátulas. Quería adentrarme en la música tanto como fuera posible. La música que yo escuchaba no era la de mi cultura o mi generación. Quizá estaba creando un mundo mítico. Probablemente me entusiasma trabajar ahora con estos músicos extraordinarios con los que trabajo porque son comparables a las figuras legendarias que yo escuchaba de joven".
Gold trabajaba en una tienda de discos y tenía un diminuto negocio de pósters de fotografías de músicos de jazz. "Era voluntario en una organización que ayudaba a la música en las escuelas y ellos me recomendaron que fuera a hablar con Ann Hunt y Mary Farquharson, que acababan de empezar con el sello World Circuit. Por primera vez en mi vida trabajaba con músicos. Decidí quedarme en lugar de convertirme en un profesor como quería".
En 1986 no se había inventado todavía la world music: "La gente estaba aburrida. Cuando yo tenía 16 o 18 años había una música apasionante en Inglaterra con The Clash, Undertones, Jam... pero la música pop de mediados de los ochenta era terrible. La gente necesitaba algo que despertara su imaginación".
Detesta el término world music. "Se utilizó por primera vez para poder colocar los discos en las tiendas porque no existía un espacio. El problema es que tienes 80% o 90% de toda la música que se hace en el mundo colocada en una misma categoría. Como esa categoría es más y más conocida existe el peligro de que sea vista como un género de música cuando no lo es. Y que se quede en un pequeño compartimento o que sea arrinconada. También es un insulto para los músicos. Ellos saben que están tocando son o mbalax y entonces llegan los occidentales y les dicen que tocan world music. Me siento muy incómodo con eso".
Buena Vista Social Club - Chan Chan
REGRESAR A LA REVISTA