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viernes, octubre 19, 2007

Noticias / México: Vargas Llosa en el Fórum Universal de las Culturas

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El escritor peruano. (Foto:AFP)

M onterrey, 18 de octubre, 2007. (Roberta Garza/ Milenio).- A las 11 de la mañana el museo Marco está atestado de un público que añoran otros eventos del Fórum.

Minutos después aparecen entre aplausos y guardias de seguridad Enrique Krauze, el presentador de la conferencia magistral El viaje a la ficción: las raíces de la literatura, y el ponente, Mario Vargas Llosa; la conferencia es el plato fuerte en una serie de debates emblemáticos organizados por las revistas Letras Libres y Foreign Policy sobre economía, seguridad, pobreza y globalización en el marco del Fórum Universal de las Culturas 2007.

Enrique Krauze arranca con una breve semblanza del autor y remata en un largo comentario de la longeva relación entre Vargas Llosa y Letras Libres. De allí le cede la palabra al conferencista, a quien le basta sonreír para rendir al público.

El escritor comienza por describir, con su lenguaje siempre preciso y elegante, los albores de nuestra especie: el mundo primitivo y tribal de los primeros homínidos, tan alejado del conocimiento científico, donde pequeños grupos vivían el presente como un largo continuo lleno de temor e incertidumbre y donde la distinción entre lo humano y lo animal era aún imperceptible. Hasta que aparece el lenguaje, «que implica, en su abstracción y capacidad de nombrar mundos alternativos, un acto de rebeldía, de insubordinación frente a la realidad: un escape».

Con el lenguaje nacen para los pueblos los contadores de historias, «los chamanes que, mucho después, serían llamados dramaturgos, poetas y escritores». El autor pasa a narrar la experiencia detonadora de su novela El hablador: el relato de un cuentacuentos como le fue descrito en agosto de 1958 por los lingüistas y misioneros Wayne y Betty Snell desde las profundidades de la amazonia peruana. «La fascinación, podríamos llamarle trance, provocada por la visita de un cuentacuentos, de un hablador, como se traduciría desde su idioma, a una tribu de indígenas machiguengas me marcó profundamente». Las pequeñas historias llevaron a la tribu por un viaje que duró toda la noche y que alternó entre la tristeza, la emoción, la alegría y el miedo: «Fue un viaje de emociones que funcionó no porque los cuentos fueran reales sino, justamente, porque desprendieron a los presentes de su árido mundo».

Mario Vargas Llosa remata señalando a la ficción como el instrumento que configura y moldea nuestra civilización a través de su capacidad de evocar cielos e infiernos, de prefigurarnos pasados inexistentes y futuros posibles; «es un acto de rebeldía frente a la realidad que da poder a quien lo ostenta y que nos distingue del animal a través de dos elementos sediciosos: el desasosiego y la ilusión.»

Poco más de una hora después el escritor termina la conferencia y la gente aplaude a rabiar. El maestro sonríe, agradece y sale rápidamente del museo. Queda en el aire la sensación de que Vargas Llosa tiene razón: la ficción, la orfebrería de la imaginación a través de la palabra siempre será más sólida que cualquier realidad. Por algo el escritor tituló a su ensayo sobre las 36 novelas más emblemáticas del siglo XX La verdad de las mentiras, apuntando allí que «sólo la literatura dispone de las técnicas y poderes para destilar ese delicado elíxir de la vida: la verdad escondida en el corazón de las mentiras humanas».

Los temas espinosos

En la rueda de prensa, ofrecida pocos minutos después de su conferencia, el autor de Pantaleón y las visitadoras evadió hablar de Vicente Fox. Sin embargo, señaló que los ex mandatarios casi nunca pueden pasar «al anonimato total» y que en la mayoría de los casos tienen «una nostalgia de poder.» En cambio, despotricó contra los gobiernos de Cuba y Venezuela, de quienes dijo que «representan un modelo nefasto en la América Latina de hoy». Antes se dio tiempo para tomarse una foto con Miguel Bosé, de gira por Monterrey, y quien visitaba la exposición de Julio Galán en el Museo de Arte Contemporáneo. Tampoco quiso hablar de García Márquez. «Dejo a los biógrafos del futuro, si es que los hay, se ocupen de esa tarea».

Al referirse a otros modelos de gobiernos latinoamericanos, señaló que hay esperanzas y que no se ha perdido la batalla. Puso como ejemplo a los campesinos bolivianos, que «resisten los intentos colectivistas y esteticistas».

«La corrupción –dijo– es un cáncer que socava las democracias».

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