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Escena de «Acaba de suceder», de la austríaca Anja Salomonowicz. (Foto: Archivo)
A rgentina, 16 de octubre, 2007. (Horacio Bernades/ Página/12).- Si el documental es un ojo que mira el mundo, tal vez el documental de creación sea un ojo que mira el mundo... y un cerebro que reflexiona sobre esa relación. Así lo dan a pensar recientes desarrollos en este campo y así parece confirmarlo la séptima edición del DocBsAs. Que como viene sucediendo desde 2001 en adelante, desde hoy y hasta el domingo 27 de octubre volverá a contar con la sala Leopoldo Lugones y la Alianza Francesa como bases de operaciones. Dirigido por los realizadores Carmen Guarini y Marcelo Céspedes, con Luciano Monteagudo como director de Programación y Edgardo Cozarinsky como uno de los integrantes del Consejo Asesor, el DocBsAs volverá a desplegar para la audiencia porteña parte de lo más granado del documental de creación. Y al mismo tiempo convocará a realizadores, productores y programadores de festivales extranjeros, para discutir, mejorar y seleccionar proyectos a futuro. En otras palabras, un festival y un taller de creación, funcionando juntos y en simultáneo.
Con el Servicio Cultural de la Embajada de Francia participando de la organización y coordinación junto al Complejo Teatral de Buenos Aires, la Fundación Cinemateca Argentina y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, en términos territoriales el área «festival» del DocBsAs funcionará en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, mientras que el área «taller» (o Forum) atenderá en la sede central de la Alianza Francesa, durante toda la semana próxima. Con entradas a precios populares en la Lugones y entrada libre y gratuita en la Alianza, la programación del festival incluye tres retrospectivas dedicadas a distintos autores de nota (el alemán Hartmut Bitomsky, el francés Stéphane Breton, el español Ricardo Iscar) y una sección llamada «Crónica de los años de brasa» (dedicada a documentales que revisan las décadas de los ’60 a los ’80 en Latinoamérica), además de una buena cantidad de destacadas producciones recientes, que se desplegarán a lo largo de toda la grilla.
Por el lado argentino podrá verse lo más nuevo de Pablo Reyero y la ópera prima de Fabián Fattore, además de secuencias de dos documentales en etapa de edición (Imagen final, de Andrés Habegger, y Regreso a Fortín Olmos, de Patricio Coll y Jorge Goldenberg) que serán proyectadas y analizadas en la sección «Estudios de caso». Por su parte, el Foro Latinoamericano de Producción de Cine Documental, que tendrá lugar en la Alianza, presentará una selección de proyectos provenientes de varios países de la región. Sus realizadores deberán «venderlos» a un público integrado por directores de algunos de los más importantes festivales internacionales, así como productores, representantes de canales de televisión especializados en la difusión de documentales y lo que últimamente da en llamarse «formadores», que son especialistas en el desarrollo de proyectos ajenos. Esta última actividad, que en la jerga del medio se conoce como pitching, es la única de toda la programación en la que la concurrencia quedará limitada sólo a los participantes.
Polvo, wadanis y beduinos
Teniendo en cuenta la amplitud y variedad del Doc, así como el hecho de que –por obvias razones de difusión internacional– la mayor parte de films y realizadores participantes no son masivamente conocidos por aquí, parece conveniente contar con una miniguía orientativa. Viajando de sección en sección, habrá que empezar señalando que el alemán Hartmut Bitomsky, a quien se dedica una de las tres «retros», puede ser visto como pariente ético, político y estético de su connacional Harun Farocki, conocido gracias al Bafici y ciclos del Instituto Goethe, que también esta vez participa activamente de la visita del director.
Como Farocki, Bitomsky emprende un arqueo de imágenes de archivo (cortos, fotos, films de ficción y producciones de propaganda) para reflexionar, a partir de ellas, sobre las relaciones entre sujeto, realidad y representación. Imágenes de Alemania es un título suficientemente explícito como para andar explicándolo, mientras que Autopista del Reich y El complejo Volkswagen practican una suerte de destripe analítico sobre rutas y automotores de su país, retrocediendo hasta lo que tal vez constituya la matriz de diseño del complejo industrial germano: el nazismo. En El cine y la muerte, El cine, el viento y la fotografía y La UFA, Bitomsky –que antes de cada función se hará presente en la sala Lugones– centra su análisis en la principal máquina reproductora de imágenes de los siglos XX y XXI: el cine. Curiosidad de curiosidades, su film más reciente, Polvo (exhibido en el Festival de Venecia hace un par de meses) se propone trazar un panorama exhaustivo sobre la partícula más pequeña que el ojo humano puede percibir.
Por su parte, la obra de Stéphane Breton aparece como nueva estribación del cine antropológico, ese cuyas primeras expresiones se remontan casi a los inicios del cinematógrafo. En películas como Ellos y yo, El cielo en un jardín o Verano silencioso, este Breton más realista que surrealista se hace preguntas sobre aquellos que filma (los wadani de Nueva Guinea, los pastores de las montañas de Kirgizistán o sus vecinos de París), pero también sobre su propia mirada, rompiendo así con cualquier tentación etnocéntrica. Practicando una suerte de antropología asistemática, el castellano Ricardo Iscar se interesa tanto por una familia de nómades gitanos (en A la orilla del río) como por la vida de un beduino en Israel (Badu, historias del desierto de Negev). O, por qué no, por el paradójico destino de un hombre que, nacido un 29 de febrero y cumpliendo años cada cuatro, según su médico envejece demasiado rápido (El diario de Miguel Angel).
De Chile a la Patagonia, vía Ecuador
Tres films latinoamericanos integran la sección «Crónica de los años de brasa». Dos de ellos fueron realizados por cineastas chilenos radicados en el exterior: Calle Santa Fe, de Carmen Castillo, y El lado oscuro de la Dama Blanca, de Patricio Henríquez. Recientemente exhibida en los festivales de Cannes, Marsella, Nueva York y San Sebastián, en Calle Santa Fe Carmen Castillo regresa a su país con dos objetivos básicos. El primero consiste en reconstruir la muerte de Miguel Henríquez, líder del MIR, muerto en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad en 1974. El segundo, revisar qué fue en estos 30 años de aquella militancia revolucionaria. El detalle clave es que la realizadora no es otra que la viuda de Henríquez, y estuvo al lado de su marido cuando aquél cayó bajo las balas enemigas. Con lo cual el documental político se torna crónica de viaje y diario íntimo.
Con el nombre de Dama Blanca se conoce a la goleta La Esmeralda, buque-escuela y equivalente trasandino de la Fragata Sarmiento. En El lado oscuro..., Patricio Henríquez rasga la postal turística al recordar que esa oronda embarcación, estacionada frente al puerto de Valparaíso, en tiempos de Pinochet sirvió como centro de tortura. Por su parte, en las borrosas imágenes de video de ¡Alfaro vive, carajo! Del sueño al caos, la ecuatoriana Isabel Dávalos busca, como su colega Castillo, razones y decurso de la insurrección, representada en este caso por un grupo armado al que conoció, de mentas, cuando era una niña. La representación argentina del Doc recae, este año, en Angeles caídos, de Pablo Reyero, y Línea sur, del debutante Fabián Fattore. «Documentales de personajes», define a ambos Carmen Guarini. Continuando la exploración de la adolescencia marginal, iniciada en Vivir y Dársena Sur, Reyero pone en esta ocasión la cámara al servicio de las historias de tres habitantes de villas miseria y barrios carenciados, que coinciden en su pasión por la música. La película de Fattore se propone, en cambio, investigar cuánto hay de real en las ficciones de Osvaldo Soriano, encarando un largo viaje por la Patagonia en busca de rincones, lugares y personas que hayan servido de inspiración al escritor marplatense.
Confrontaciones, versiones, paráfrasis
Distintas secciones recogen mucho de lo mejor presentado últimamente en festivales internacionales. En «Proyecciones especiales» se presenta Pasolini Pa Palestine, donde la realizadora Ayreen Anastas visita, cuarenta años más tarde, los parajes en los que el realizador italiano buscó locaciones para El Evangelio según San Mateo. Confrontaciones entre el pasado y el presente y entre el relato bíblico y la realidad terrena traman una película fascinante. Esa misma idea de volver atrás como modo de generar superposiciones anima también Regreso a Normandía, del gran Nicolas Philibert.
Realizador de la memorable Ser y tener e invitado a la edición 2003 del DocBsAs, en Regreso a Normandía Philibert vuelve a un pueblito que visitó por primera vez a mediados de los ’70, cuando fue asistente de dirección de una película. Esa película, Yo, Pierre Rivière, habiendo asesinado a mi padre, a mi hermana y a mi hermano, reconstruía cierto famoso familicidio cometido a comienzos del siglo XIX, basándose en documentos recopilados por Michel Foucault. Al incluir a la propia Yo, Pierre Rivière... en la grilla, el Doc permite constatar esa confrontación entre pasado y presente y entre realidad y ficción.
Una de las experiencias más originales que propone la presente edición del Doc la constituye Acaba de suceder, de la realizadora austríaca Anja Salomonowitz. Premiada en Viena y presentada en la más reciente edición del Forum del Cine Joven del Festival de Berlín, la película reconstruye las experiencias de esclavas sexuales de países periféricos, poniendo en escena sus propios relatos... pero reescritos por la realizadora y actuados por gente que tuvo relación con esos hechos. La impasibilidad con que un empleado de aduanas recita un diálogo en el que se denuncia la corrupción de los empleados de aduanas puede llegar a representar uno de los momentos más perturbadores de la entera programación del DocBsAs/07.
Siguiendo con los grandes nombres, lo más reciente del suizo Richard Dindo, realizador de la extraordinaria Ernesto Che Guevara, diario de Bolivia (y objeto de una retrospectiva en el DocBsAs/03), es La maternidad del hospital universitario, que observa a parteras, parturientas y bebés como si junto con ellos (re)naciera también el cine. En Crónica de una mujer china, Wang Bing (realizador de la monumental Al oeste de las vías, presente en el DocBsAs/04) clava su cámara frente a una sobreviviente de la Revolución Cultural y ve pasar a través de ella una larga historia de acusaciones, castigos y prohibiciones. En Himno, Apichatpong Weerasethakul demuestra que es capaz de partir un film en dos aun cuando la película no dure un par de horas (como Blissfully Yours o Tropical Malady) sino apenas cinco minutos, como este corto dividido entre unas vecinas que conversan junto a un lago y un gimnasio en el que algunos practican coreografías con la cámara del tailandés dibujando círculos alrededor de ellos.
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