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El especialista no observa peligros para el futuro del libro de papel. (Foto: Vera Rosemberg)
C iudad Juárez, Chihuahua, 29 de abril, 2008.- (RanchoNEWS).-El estadounidense, invitado a la Feria del Libro de Buenos Aires, relativizó la incidencia del soporte digital en los lectores. «La gente no quiere consumir libros de esta forma, al menos no todavía», aseguró. Una nota de Andrés Valenzuela para Página/12:
«La gente no quiere consumir libros de esta forma, al menos no en suficientes cantidades, y no todavía», así concluyó su exposición John B. Thompson, catedrático y editor que viene estudiando las distintas áreas del mundo editorial anglosajón desde hace años. La conferencia en cuestión se llamó «Libros en la era digital» y se realizó el domingo a la tarde en la sala Roberto Arlt de la Feria del Libro. Aún más, Thompson habló de una «revolución escondida», donde la llegada de lo digital ha venido a potenciar el futuro del libro de papel, más que a coartar su desarrollo.
La conclusión, si se quiere, es tranquilizadora no sólo para quienes hacen de los libros su modo de vida, sino también para los románticos incurables que disfrutan el aroma a libro viejo que se respira en las librerías de saldo de la avenida Corrientes o en los puestos de algunos parques porteños. En una hora y veinte minutos, Thompson invitó a los asistentes a un viaje «antropológico» de visita a una «remota tribu de las colinas de una isla que llamamos Manhattan». Una tribu con «prácticas religiosas arcanas» que intentan, básicamente, tratar de averiguar qué libro será el próximo best-seller. Seguidor de la teoría de los campos que tantos frutos le dio como analista a su colega francés Pierre Bourdieu, Thompson brindó al auditorio una descripción clarísima y amena del ambiente editorial norteamericano, tal y como se concentra en Nueva York.
La evolución que describió del mercado editorial estadounidense arroja paralelismos con el nuestro: la consolidación de grandes grupos editoriales y las cadenas de librerías, por un lado, junto al surgimiento de vías de venta masiva, como los supermercados (aquí en los últimos años han aparecido bateas presentando algunos títulos a 20 metros de las góndolas de carne). Una nota de Página/12 publicada el pasado 20 de enero daba cuenta del achicamiento de los márgenes de ganancia de libreros y pequeñas editoriales y, el menor tiempo, que los libros permanecían en vidriera. Exactamente el mismo proceso que Thompson describió para el mercado que mejor conoce.
«No estamos seguros, nadie puede predecir el futuro», se atajó el conferencista antes de dar los motivos por los cuales el libro de papel que todos conocemos está aún lejos de ser una tribu perdida pronta a desaparecer por el empuje civilizatorio. «Las ventas de libros digitales son todavía insignificantes», señaló Thompson. Por debajo del 10 por ciento de los ingresos de los grandes grupos editoriales norteamericanos a ingleses. Diccionarios y enciclopedias sí parecerían condenados a ser reemplazados por sus homólogos digitales. «El acceso on line a la información los volvió obsoletos, meros objetos de coleccionista», observó. «En el resto de las áreas no es tan claro el panorama», evaluó.
El concepto más interesante de su conferencia, sin embargo, fue el de la revolución escondida. «La gran ironía de esto es que cuando Bill Gates dijo que la revolución digital destruiría el libro, se gastaron millones de dólares, pero si realmente entienden su impacto en el mundo editorial, verán que produjo el resultado opuesto: hizo al libro inmortal», dijo.
«Ahora todo el proceso es digital, desde la primera línea del escritor hasta la impresión», explicó Thompson. «Hasta podés imprimir a pedido, de a un libro a la vez».
La consecuencia, según el sociólogo británico, es que ningún libro queda ahora fuera de circulación o fuera de stock. Aún más, uno puede recurrir a cualquier libro fuera de circulación hace años y llevar al papel la copia que necesite. «Hoy los libros tienen una vida más larga», concluyó.
Según Thompson, Gutenberg sigue vivito y coleando.
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