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El Museo Tamayo Arte Contemporáneo se construyó encima de un lago y la cimentación está calculada para que flote, explica Teodoro González de León a La Jornada. La imagen es un bosquejo del proyecto.
C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de febrero 2010. (RanchoNEWS).- Más de una semana ha transcurrido desde que el Museo Tamayo Arte Contemporáneo cerró sus puertas para realizar trabajos de ampliación del recinto, sin embargo, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) todavía no emite la licitación para determinar quién ejecutará el proyecto que diseñó el arquitecto Teodoro González de León. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Los trabajos deberían comenzar el 16 de abril, fecha en la que ese espacio cultural se reabrirá de manera parcial, ya que las salas del lado oeste no se verán afectadas por las obras.
Teodoro González de León (1926), quien diseñó el museo junto con Abraham Zabludovsky (1924-2003), fue contratado para hacer el proyecto de ampliación, y desde hace tres meses entregó los planos al INBA.
«Ya recomendamos qué tipo de constructora tiene que ser para que haga el concreto igual o que se note hermano, porque el criterio arquitectónico de la ampliación es de continuar las obras. Como son formas no simétricas, crecen en el mismo espíritu formal. Eso lo habíamos planteado Abraham y yo desde hace mucho, cuando (por primera vez) nos preguntaron si se podía ampliar, y (se puede hacer) sin problema, le crezco aquí y no se nota. Es una forma que se puede seguir disparando hacia afuera», expresa González de León en entrevista con La Jornada.
Como no se sabe qué constructora realizará la ampliación, no se puede hablar de tiempos ni costos reales todavía. Hay que esperar, pero, ¿cuánto?
El museo Tamayo, de hecho, nació «corto». Inaugurado en 1981, un par de años después se planteó a los arquitectos la primera ampliación, la cual no se concretó. Tampoco la segunda ni una tercera. Esta sería la cuarta propuesta.
Cuando por fin se dio luz verde al proyecto, se construyó en nueve meses. Debido a la «rapidez» para erigir el recinto, ubicado en Reforma y Gandhi, en el bosque de Chapultepec, «no se pudo hacer el auditorio, que es subterráneo, porque se les llenó de agua».
El museo, recuerda González de León, «está en un lago, el edificio es un barco, flota en el agua. (Por eso la ampliación no puede ser en alto). La cimentación está calculada para que flote». El auditorio se hizo durante la gestión de Cristina Gálvez, pero sin avisar a sus diseñadores. Ahora será remozado.
El entrevistado hace un recuento de la historia del recinto: «Pasamos nueve años sin que dieran permiso a Rufino (Tamayo) en Chapultepec, pero él siguió insistiendo ante el gobierno. Fue a la Cámara de Diputados, también con las autoridades del bosque, hasta que Carlos Hank González, entonces regente de la ciudad de México, nos llamó: ‘miren, ¿qué les parece este terreno? Pero, allí está la antigua casa del Club de Golf Azteca’. Era la bodega de jardinería del bosque de Chapultepec. ‘Lo tiramos, entonces, nadie nos puede decir que ocupamos terreno del bosque’».
En el proyecto original el museo era «más extendido», aclara González de León, pero «la sagacidad de Carlos Hank era formidable. ‘¿Me dicen si pueden compactarlo?’ ‘Desde ahorita decimos que sí se puede’. Cuanto antes tiró la casa, no pidió permiso a nadie. Nos circunscribimos al perímetro de lo que estaba construido. Compactamos el proyecto en dos semanas y acabamos los planos constructivos en plena obra».
La ampliación, entonces, consiste en «expandir» el lado oriente de manera que las salas de exhibición crecerán 672 metros cuadrados, las oficinas 252 metros cuadrados y las áreas de museografía y mantenimiento 259 metros cuadrados. La bodega también tendrá una ampliación «más o menos significativa».
El museo Tamayo, «por fin» contará con una buena cafetería: «Se me ocurrió, para no molestar las salas, que uno pudiera entrar al vestíbulo, pero volver a salir, recorrer la fachada en un pasaje de vidrio y llegar a la cafetería. Como está en alto libras a los peatones y hay vista del Castillo de Chapultepec».
Investigación y recorrido
¿Mediante qué concepto se diseñó el museo Tamayo?
En ese periodo de nueve años –prosigue Teodoro González de León– visitamos 60 museos entre Abraham (Zabludovsky) y yo para tener buena información. La arquitectura se hace visitando la arquitectura. Uno reinterpreta todo lo que está pasando, lo viejo, lo nuevo.
«Nos importaba saber el tamaño de ancho de una galería para crear un módulo. Para el tipo de obra (artística) que se manejaba en aquella época llegamos a que 7.20 metros de ancho estaba perfecto, por distintos largos. Fernando Gamboa (primer director del Tamayo) nos recomendó seis metros, pero fuimos un poco más cautos. Ahora que diseñé el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) volví a hacer una investigación. Recorrí 30 museos y galerías, que eran lo que más me importaban, porque son las primeras en recibir la obra, incitan a los artistas, son espacios descomunales. En el MUAC tengo 12 metros de ancho por largos de 20 y 25 metros, y alturas de seis, nueve y 12 metros. En el Tamayo teníamos 4.5 y seis metros de altura como máximo. Las dos salas de la planta baja ahora serán de 14 por 14 metros, siguiendo el modelo, pero doble, para obtener un espacio más contemporáneo».
¿Habrá un espacio dedicado a Rufino Tamayo?
Sí, aunque no una sala especial. Todo el museo es de él, pero siempre va a haber un espacio con su obra.
«Que si ponen cuadros pequeños o puras litografías, ocupen un lugar, o ponen cuadros más grandes, ocupen este otro. Ésa es la idea».
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