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El cantante británico. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de abril 2010. (RanchoNEWS).- Que su Facebook lo presente a los cuatro vientos como «Jon Allen, la voz tras el anuncio de Land Rover» no es ni raro ni ilegítimo. Es el caso habitual de artista independiente, cantautor folk en este caso, que logra la popularidad gracias a un spot de televisión. Normal que se aproveche de esa lotería en forma de 4X4 que le tocó hace unos meses, de la misma manera que la publicidad en televisión exprime como quiere la estética y las posibilidades de la música indie. Así lo afirma este cantautor británico de última hora, heredero, dice, de Dylan, y que opina que «en esta coyuntura, cuando hay tantas distracciones para la gente, es duro conseguir un público amplio, así que la historia de Land Rover fue una suerte. Pero esta música también es una bendición para los anunciantes, que les dan a sus productos unos matices más cool y sutiles gracias a nuestras canciones». Una nota de Marta Caballero para El Cultural:
Pero la historia de Allen, en la estela de tipos como Jose González, Ryan Adams, Damien Rice y, especialmente, Jackson Browne, que encabezan una nueva generación de voces sensibles amarradas a una guitarra, comienza poco antes del anuncio de marras, y gracias a otra lotería, una con nombre de beatle, nada menos. Y es que fue el mismísimo Paul McCartney quien le dio el espaldarazo. «No es que me haya apadrinado exactamente. Su ayuda consistió en componer conmigo una pequeña canción durante una master class, algo que fue muy emocionante para mí. Me hizo sentir que podría ser cantante y músico profesional. Además, él financia la escuela musical en la que estudié, así que, qué decir, muchas gracias, sir Paul».
Real o no, esa asociación de su nombre a la del ex Beatle fue otra de las bazas del cantante para grabar su primer disco, Dead man's suite (que se costeó, por cierto, con los beneficios del anuncio de Land Rover) y destacar en un circuito, el británico, pleno de jóvenes de su misma condición. Pero no sólo la suerte ha obrado su entrada a los foros, a los miles de visitas en internet o a las giras fuera de su país, pues el primer disco de Allen no es en nada desdeñable. Cierto que no hay nada nuevo, salvo la propia sensibilidad del artista, más meritoria en las letras que en los acordes, pero también es verdad que nada choca ni descuadra en su primer puñado de canciones. «Supongo que es mejor que sean los demás los que opinen sobre mi aportación frente a otros cantantes que hacen cosas similares. No sé, yo por el momento sólo intento poder vivir de mis canciones», explica preguntado sobre su contribución a la escena folk.
Con ciertas reminiscencias de Springsteen, a quien también admira pero con quien no se identifica, Allen se considera un hijo directo de Dylan, de quien le intimidaría conocer su opinión sobre su trabajo. Pero, a pesar de ciertos matices de jazz, hay una clara decantación por la cultura británica en sus canciones. «Es difícil explicar hasta qué punto me ha influido mi lugar de procedencia para convertirme en el músico que soy hoy. Desde luego, en Devon estuve expuesto a la música inglesa de los sesenta y los setenta, a los Beatles, sobre todo. Músicas que yo absorbí directamente», comenta el músico, que ya ha sido telonero de Mark Knoffler, quien le acompaña con la guitarra en el tema Sarah. El resultado es un disco tranquilo, que pareciera conceptual pero que no lo es, compuesto por una serie de canciones que él estimó «que debían ir juntas» y que esta noche mostrará, por primera vez, al público español, con un acústico en la sala Moby Dick de Madrid.
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